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¿Tiene éxito la Web 2.0?

Si tecleamos en cualquier buscador el literal «Web 2.0», el número de registros que nos aparecerán será casi infinito. Aunque este término se acuñó en 2004, desde hace poco meses se ha convertido en omnipresente. Tim O`Reilly se refirió a esta segunda generación de la Web donde la interacción es la base esencial. Esta nueva forma de tratar la información ha sido acogida con fervor pero, ¿cuánto durará esta pasión?

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Si tecleamos en cualquier buscador el literal «Web 2.0«, el número de registros que nos aparecerán será casi infinito. Aunque este término se acuñó en 2004, desde hace poco meses se ha convertido en omnipresente.

Tim O`Reilly se refirió a esta segunda generación de la Web donde la interacción es la base esencial: blogs, redes sociales, servicios al cibernauta. Esta nueva forma de tratar la Web ha sido acogida con fervor pero, ¿cuánto durará esa pasión?

En todo fenómeno tecnológico hay diferentes etapas que quedan bien resumidas en el popular esquema de Geoffrey Moore.

De hecho, la idea generalizada es que un producto tecnológico primero crea un grupo conocido como early adopters, es decir, unos precoces forofos, en este caso, de la Web 2.0.

Si el producto, software o movimiento en cuestión merece la pena se corre la voz. El boca-oído es la mejor estrategia de marketing de cualquier herramienta tecnológica.

Y por último, el producto se queda con sus principales y fieles seguidores con lo  que se consigue un mercado más estrecho pero más selecto y más dispuesto a desarrollar nuevas ideas para  que el servicio, producto o herramienta funcione.

Por ello, al hablar de la Web 2.0 podemos decir que está en la primera fase: la excitación por la novedad.

Sin embargo, tal y como comenta Malcolm Gladwell en su post (en inglés), las modas cambian rápidamente. Los publicistas idean cada temporada, que no dura más de un año, tendencias o modas nuevas para que los clientes sigan consumiendo. Como lo resume Malcolm, cuanto más rápida es la persuasión, más rápida es la huida. Así, cuanto antes llega una tendencia, más fácil es que se disipe. Prueba de ello son la múltitud de productos que salen al mercado como lo último de lo último y fugazmente caen en el olvido.

Por ello, no debemos fiarnos de los primeros datos éxitosos de la Web 2.0 sino esperar a que la idea repose y en ese momento hablar de triunfo o fracaso de la segunda generación de la Web.

 

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