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Análisis

Navegador Google Chrome Beta

El nuevo y sorprendente desarrollo de Google podría convertirse en la referencia en una nueva generación de navegadores web que serán mucho más que eso, para convertirse casi en sustitutos del sistema operativo convencional. Lo demuestra Google Chrome, una impresionante solución que apuesta por conceptos que hasta el momento nadie había llevado a los navegadores. Chrome, con sus defectos, es todo un prodigio.

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El nuevo y sorprendente desarrollo de Google podría convertirse en la referencia en una nueva generación de navegadores web que serán mucho más que eso, para convertirse casi en sustitutos del sistema operativo convencional. Lo demuestra Google Chrome, una impresionante solución que apuesta por conceptos que hasta el momento nadie había llevado a los navegadores. Chrome, con sus defectos, es todo un prodigio.

A casi todos nos ha cogido por sorpresa: aunque hace años se había hablado de un posible desarrollo en este sentido, jamás pensamos que Google Chrome estuviese tan cerca de hacerse realidad. Sin embargo y como explican en un fantástico artículo en Wired, Google ya llevaba más de 2 años fraguando este desarrollo. De hecho, algunos ingenieros «juguetearon» con ella bastante tiempo antes de que se convirtiera en un proyecto oficial, y no en un divertimento.

Y no lo era, no. Google Chrome se presentó el pasado lunes sin que el navegador estuviese disponible, pero en lugar de eso los responsables del proyecto ofrecieron una visión distinta de las notas y anuncios de prensa: hablar de Google Chrome en formato cómic. En nuestro artículo especial sobre este anuncio desglosamos cada una de las viñetas de ese famoso cómic para ir revelando los secretos que podríamos encontrarnos en Google Chrome, y os recomendamos volver a acudir a ese artículo para profundizar en algunos de esos conceptos, que distribuimos en seis partes:

1. Introducción
2. Chrome, un navegador asíncrono
3. WebKit, el cerebro de la bestia
4. Navegador nuevo, interfaz nueva
5. Google Chrome y la seguridad
6. Gears y Open Source

Sin embargo, en este análisis ya podemos hablar del navegador en sí, puesto que llevamos ya un intenso día de pruebas en el que hemos sido capaces de obtener unas impresiones muy interesantes de un proyecto que podría revolucionar no sólo el mundo de los navegadores, sino también la propia concepción del desarrollo software. Sumerjámonos en Google Chrome.

Versiones e instalación

El prematuro lanzamiento de Google Chrome (que responde a su famosa filosofía de lanzar algo rápido, para luego ir mejorándolo frecuentemente) ha provocado que entre otras cosas sólo esté disponible para Windows Vista y Windows XP en sus ediciones de 32 bits. Ni las plataformas de 64 bits ni el resto de sistemas operativos están contemplados por el momento, pero Google ya se ha expresado hablando de próximas (esperemos que a corto plazo) versiones tanto para Mac OS X como para Linux.

Hasta entonces, tendremos que conformarnos con esta versión que es un ejemplo de velocidad de instalación y de ejecución. Descargar los apenas 7 Mbytes de Google Chrome e instalar el navegador es cuestión de 1 minuto, sobre todo porque el proceso de instalación es muy rápido. Lo único que nos pregunta Chrome es si queremos importar las preferencias de nuestro navegador por defecto (en mi caso, Firefox 3), algo que resulta recomendable para que desde el primer momento comprobemos que Google Chrome funciona casi a la perfección con nuestro flujo tradicional de trabajo en Internet. Ese proceso de importación nos permite contar desde el inicio con marcadores, contraseñas, cookies y otros elementos de navegación ya preparados para ser aprovechados por Google Chrome.

Ni siquiera se nos pregunta si queremos convertirlo en nuestro navegador predeterminado, algo que extraña dado que todos los navegadores suelen realizar esta pregunta durante el proceso de instalación,  y que responde lógicamente a su estado de desarrollo, aún temprano. Ese estado prematuro no se nota nada en la velocidad de ejecución del navegador: mientras que Firefox o Internet Explorer tardan un tiempo apreciable en ponerse en marcha por primera vez, Google Chrome se inicia prácticamente de forma instantánea, lo que ya da muy buenas impresiones para empezar.

Una interfaz minimalista, y diferente

Al contrario de lo que nos podemos encontrar en los navegadores tradicionales, la interfaz de Google Chrome aboga por el minimalismo. Apenas hay botones e iconos, y la barra de menús también desaparece para ofrecer tan sólo un par de accesos a opciones de navegación y configuración. De hecho, el menú de configuración es realmente espartano, y en lugar de apostar por cientos de opciones repartidas en un buen puñado de pestañas, se nos presenta con apenas 3 pestañas en las que encontraremos tan sólo las opciones básicas y más frecuentemente utilizadas por los usuarios.

Las pestañas son probablemente una de las mayores sorpresas de este navegador: para empezar están situadas encima de la barra de direcciones, y no debajo como suele habitual. Pero lo más interesante es lo que encierra el interior de este concepto: cada pestaña tiene entidad propia e independiente de las demás, tal y como explicamos en el apartado del anterior especial llamado «Google, un navegador asíncrono«. Las pestañas están concebidas como procesos en Google Chrome, y eso aporta numerosas ventajas tanto en la gestión de recursos como en la protección de nuestras sesiones de navegación.

Esas mismas pestañas se pueden arrastrar y soltar para ordenar nuestra ventana de navegador como queramos, algo que imita el comportamiento de otros navegadores con una diferencia: en el caso de Google Chrome también podremos arrastrar una pestaña/proceso fuera de esa ventana del navegador, lo que hará que aparezca una miniatura translúcida de esa página que si soltamos en cualquier otra parte de la pantalla se convertirá en una nueva ventana de Google Chrome. Es una idea realmente ingeniosa y que añade una ventaja más a la navegación por pestañas.

Al abrir una nueva pestaña Google Chrome nos muestra por defecto una serie de miniaturas con las páginas que visitamos con mayor frecuencia. La idea se asemeja al sistema SpeedDial de Opera, pero no estamos seguros de que su presencia sea del gusto de muchos usuarios. Muchos probablemente prefieran que cuando abramos una pestaña se cargue cierta página por defecto, algo que podemos establecer en una de las opciones de configuración que Chrome sí nos deja establecer.

Otra curiosidad de las pestañas es la forma en la que aparecen en la parte superior de la ventana: a medida que vayamos abriendo pestañas estas irán redimensionándose para «hacer espacio», algo que habíamos visto en otros navegadores. Sin embargo, la novedad reside en el hecho de que al abrir un nuevo enlace en otra pestaña esta aparece justo al lado de la que teníamos abierta: normalmente las nuevas pestañas aparecen a la derecha, a partir de la última, pero con Google Chrome están tratando de anticiparse a las necesidades del usuario, que estiman que querrá tener las pestañas relacionadas lo más cerca posible. Es una característica extraña, pero que no nos ha disgustado.

Omnibox, la todopoderosa barra de direcciones

Otro de los conceptos novedosos que Google ha introducido en Chrome ha sido una barra de direcciones muy especial llamada Omnibox  que no sólo está destinada a que introduzcamos la URL a la que queramos acceder: también sirve como sustituta de la caja de búsquedas presente en los navegadores convencionales, y que normalmente permite además seleccionar uno u otro motor de búsqueda (Google, Wikipedia, IMDB, etc.) a nuestro antojo.

En lugar de eso, en Omnibox podremos introducir directamente palabras y términos de búsqueda, y al pulsar Enter aparecerán los resultados de esa búsqueda, realizada con el motor preconfigurado por defecto (que será Google si no se ha importado ninguno, y el que tuviésemos en nuestro navegador predeterminado en otro caso). Sin embargo si queremos funcionar con otro motor de búsqueda el proceso es algo farragoso: tendremos que ir escribiendo la URL del buscador (Amazon.com, wikipedia.com, por ejemplo), y enseguida Chrome detectará que queremos hacer una búsqueda lo que hará que esa dirección se autocomplete y podamos comenzar a introducir los términos de búsqueda para ese proceso específico.

Lo cierto es que la idea es curiosa, pero su puesta en marcha es algo compleja, y de momento yo hubiera preferido que mantuviesen la caja de búsquedas tradicional (o al menos, la opción de tenerla), pero tendremos que conformarnos con lo que hay… de momento.

Esta barra de direcciones tan especial también se apropia de la idea de sugerir todo tipo de URLs a medida que vamos escribiendo un término o dirección en Internet. La eficacia y acierto de la predicción es sorprendente, y muchas veces nos encontraremos con que apenas tenemos que teclear unas pocas letras de la URL a la que queremos acceder para poder visitar la página en cuestión.

Otros elementos de Chrome

A esos novedosos componentes de la interfaz y funcionamiento interno de Chrome se añaden otros elementos interesantes. Uno de los más destacados es el gestor de descargas, que al activarse presenta un icono en forma de flecha que muestra que hay una descarga iniciándose. A partir de ahí aparecerá una barra inferior con el estado de las descargas en proceso, y podremos cerrar esa barra o ampliar la información sobre las descargas accediendo al gestor, que se abre en una nueva pestaña con la pulsación de las teclas Ctrl+J. Al hacerlo nos encontraremos con una sencilla presentación de las descargas en proceso y las ya terminadas, así como un buscador para encontrar la descarga que deseamos localizar entre las que ya hemos hecho.

Otra de las novedades de Google Chrome es la presencia del modo privado de navegación, que en este navegador han llamado Incognito: si pulsamos la combinación de teclas Ctrl+Shift+N abriremos una nueva ventana de navegación, pero con la particularidad de que en esta ventana no se almacenará información sobre la sesión de navegación que realicemos. Esto resulta útil para muchos escenarios (sobre todo en el caso de usar un PC entre varias personas, como ocurre en los cibercafés), pero uno de esos escenarios ya ha hecho que este modo «privado» de navegación también se le llame (con cierta sarna) «modo porno«.

Los desarrolladores han sido uno de los objetivos de Google con la salida de este navegador: la arquitectura interna demuestra que Google quiere impulsar el uso de Gears, pero además de ello propone algunas herramientas por defecto integradas en Chrome. La primera de ellas nos permite inspeccionar un elemento de la página con la que trabajamos, algo que hará que aparezca una ventana con acceso al código CSS y HTML de esa parte de la página que hemos marcado (seleccionado) para su inspección.

La segunda es también útil para los usuarios: un gestor de tareas integrado al que podemos acceder a través del botón derecho del ratón (o de la combinación de teclas Shift+Esc) que hará que Chrome nos muestre una nueva ventana con el consumo de cada pestaña/proceso que está mostrándose en ese instante.

Si a eso le unimos el acceso a «áreas secretas» a través de las conocidas URLs «about:» (about:stats, about:version, about:plugins, about:cache o about:stats, entre otras) nos encontramos con una solución que efectivamente trata de proporcionar toda la información relevante sobre su funcionamiento tanto a los usuarios como a los desarrolladores.

 ¿Qué pegas tiene Google Chrome?

A pesar de sus muchas novedades y buenas ideas, Chrome dista mucho de ser un navegador perfecto, y junto a ese gran conjunto de ventajas también hay cosas que por el momento no acaban de convencernos ni a nosotros ni buena parte de los usuarios y expertos que han estado probándolo.

La ausencia más importante es la de las extensiones o complementos que deberían potenciar la modularidad y versatilidad de Chrome. Poco se sabe de ellos (salvo que no existe de momento esta característica), pero Google ya ha prometido APIs para el desarrollo de todo tipo de extensiones al estilo de Firefox, que seguramente le den otro sentido al navegador.

Otro punto débil de Chrome es su gestión de marcadores: existe un acceso rápido en la barra Omnibox para ir guardando marcadores, pero el resultado de esa acción es la acumulación de todos ellos en una página poco organizada y a la que sin duda le hace falta un buen repaso.

Otros fallos son menos importantes: no hay soporte de temas, tampoco de feeds RSS, no es posible enviar una URL por correo a un amigo de forma sencilla, y el zoom de la página sólo es aplicable al texto, no al resto de componentes de la página.

A estas desventajas debemos unirles dos cuestiones que no han quedado nada claras según los primeros informes. Por un lado, la de la licencia de uso (la famosa EULA), que Google parece haber impuesto con unas condiciones que no corresponden a un desarrollo Open Source. La cuestión ha sido muy debatida en Slashdot, donde algunos usuarios se han apresurado a apuntar que ciertos términos no son aplicables al navegador, sino a las aplicaciones y servicios web que funcionan sobre él y que sí tienen limitaciones de uso inherentes a ellos.

La segunda es más peliaguda: a pesar de que Google ha presumido de su concepción de pestañas como procesos para aislar posibles problemas y vulnerabilidades (y también para mejorar la gestión de memoria), lo cierto es que hoy ya se ha descubierto una vulnerabilidad severa que podría hacer que un atacante tomase el control de la máquina de un internauta de forma remota. Parece que la técnica «carpet bombing» que ya afectó a ciertos navegadores vuelve a hacerse realidad, algo que Google deberá corregir esta y otras vulnerabilidades si no quiere tener que dar un paso atrás en sus anuncios sobre las virtudes de Chrome.

Google Chrome en la vida real

Todo esto está muy bien, pero ¿cómo se comporta Chrome en el día a día? Lo cierto es que tal y como afirmaba Google, Chrome va a toda pastilla. La carga de páginas es rápida y fluida, y casi todas las operaciones se realizan sin aparentes problemas. Algunos afirman que los servicios web de Google van especialmente rápidos (Gmail, Google Reader), pero en mis pruebas no he apreciado una ganancia significativa. Lo que sí es cierto es que la suavidad y velocidad del navegador son sencillamente asombrosas para un desarrollo en esta fase de producción.

La curva de aprendizaje es muy pequeña, y salvo por el funcionamiento de Omnibox y la situación de las nuevas pestañas, uno se acostumbra rápido a navegar por Chrome, incluso a pesar de algunas deficiencias que hacen que echemos de menos nuestro querido Firefox, un producto mucho más maduro y que se aprovecha de su experiencia en este campo y, sobre todo, de la presencia de extensiones.

Por todo ello creemos que Google Chrome es un desarrollo excepcional, pero no tanto por lo que es (y es una maravilla) sino porque aporta un entorno muy destinado a ejecutar aplicaciones web como si fueran aplicaciones locales. La inclusión de Gears por defecto permite crear, por ejemplo, una especie de «cliente local de Gmail» en el que desaparecen la Omnibox y los botones de navegación, dando más apariencia de herramienta convencional, y lo que es cierto para ese escenario lo es para muchos otros. Por lo tanto, Chrome aún tiene camino por recorrer, pero su potencial es realmente impresionante. Y sólo hemos comenzado a vislumbrarlo.

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