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25 años de Microsoft Word

El procesador de textos más popular y extendido de toda la historia acaba de cumplir nada menos que 25 años. Mucho ha llovido desde aquella primera versión de Microsoft programada por Richard Brodie saliera a la luz en 1983. Por entonces los procesadores de texto eran más bien editores, y tardaríamos años en ver su adaptación a los entornos de ventanas, donde la filosofía WYSIWYG ofrecería posibilidades mucho más avanzadas.

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El procesador de textos más popular y extendido de toda la historia acaba de cumplir nada menos que 25 años. Mucho ha llovido desde aquella primera versión de Microsoft programada por Richard Brodie saliera a la luz en 1983. Por entonces los procesadores de texto eran más bien editores, y tardaríamos años en ver su adaptación a los entornos de ventanas, donde la filosofía WYSIWYG ofrecería posibilidades mucho más avanzadas.

 

El artículo de PC World es una verdadera joya a la hora de repasar los 25 años de historia de un procesador de textos que nació un 25 de octubre de 1983 y que de hecho apenas tuvo relevancia hasta que pasó cierto tiempo: era la época de soluciones legendarias como WordStar, y la presencia de Microsoft no era tan influyente como lo es en nuestros días.

 

Microsoft Word se basó en el trabajo de los investigadores del Xerox PARC, donde se desarrolló el primer procesador de textos WYSIWYG de la historia, el Xerox Bravo que supondría toda una revolución para el segmento. Los procesadores de texto de la época eran más bien editores avanzados, y Word también nació con aquella vocación. Charles Simonyi, desarrollador en Xerox, fue fichado por Microsoft en 1981 y se embarcó en la tarea de crear aplicaciones ofimáticas, entre las cuales era imprescindible un procesador de textos. Para ese propósito contrató a otro empleado de Xerox llamado Richard Brodie, con el que comenzó a desarrollar el llamado «Multi-Tool Word«.

 

 

Como indican en el artículo original, las primeras 5 grandes iteraciones de Microsoft Word apenas cambiaron su aspecto: estaban basadas en MS-DOS, y no había interfaz gráfica para dicha aplicación, de modo que la idea era tratar de competir con soluciones como WordStar o el por entonces popular WordPerfect de Corel. Curiosamente la primera versión para Mac sí que disfrutaba de interfaz gráfica, lo que hizo vislumbrar el futuro de Word en la plataforma PC.

 

 

La llegada de Windows hizo que por fin disfrutáramos de una versión de Word para este entorno gráfico: Word for Windows 1.0 apareció en 1989, pero las versiones para MS-DOS seguirían presentes, y utilizarían el ratón incluso en el entorno de consola que ofrecía cosas como subrayados, negritas y cursivas en una interfaz en modo texto, todo un logro para la época.

 

 

A partir de ahí el avance de Word y de la suite ofimática Office fue imparable, y pronto vimos como cosas como su barra de herramientas iba estableciendo una forma de trabajar que no cambiaría hasta Office 2007, donde tanto Word como Excel y PowerPoint harían uso del famoso Ribbon o Cinta, un cambio radical en el sistema de acceso a los menús de estas aplicaciones que ha sido la característica más relevante a nivel visual.

 

 

Mucho podríamos decir de temas más polémicos: Microsoft siempre defendió el uso de sus formatos, y los conocidos DOC, XLS o PPT se convirtieron en el estándar de facto de una empresa que seguía cerrando este tipo de propuestas ante la protesta de muchos usuarios de otras suites de filosofía abierta, como OpenOffice.org. Eso dio lugar posteriormente a una tremenda batalla de formatos abiertos que se inició con la estandarización y buena acogida del formato ODF y la reacción de Microsoft, que lanzó sus formatos OOXML que siguen aún en proceso de estandarización y que de todos modos Microsoft impone de serie en sus aplicaciones ofimáticas, incluida, cómo no, la última encarnación de Word 2007, que salvaguarda los documentos de serie con extensión DOCX.

 

Microsoft Word ha supuesto todo un fenómeno en el mundo de las aplicaciones ofimáticas, y solo esperamos que su futura evolución permita acceder a características cada vez más potentes que las actuales, pero que lo haga desde un punto de vista más abierto, como el mercado está demandando cada vez con más fuerza.

 

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