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Análisis

ASUS P7P55D Deluxe

Con esta placa base, ASUS consigue ofrecer a los usuarios más exigentes toda su experiencia en aspectos como la optimización de la energía, el control de overclocking o las habilidades multimedia integradas en una placa base. Además, el repertorio de tecnologías propietarias que se han integrado en este modelo es sencillamente abrumador, ofreciendo un valor añadido difícilmente superable.

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Con esta placa base, ASUS consigue ofrecer a los usuarios más exigentes toda su experiencia en aspectos como la optimización de la energía, el control de overclocking o las habilidades multimedia integradas en una placa base. Además, el repertorio de tecnologías propietarias que se han integrado en este modelo es sencillamente abrumador, ofreciendo un valor añadido difícilmente superable.

Una placa base es un instrumento de precisión del cual depende la estabilidad y buen funcionamiento de todo el equipo, y especialmente en estos tiempos cuando los procesadores demandan una alimentación extremadamente estable, con un consumo de potencia de hasta 130 vatios nominales, y más aún si se practica overclocking. Además, ahora se trata de poner en manos de los usuarios todo el control sobre cada uno de los componentes y variables de rendimiento, frente a la estrategia de antaño en la que sólo los expertos podían modificar los parámetros de trabajo del sistema mediante la manipulación de interruptores en la propia placa base, con un riesgo elevado de dañar los componentes electrónicos integrados.

ASUS, con esta placa base, aprovecha su puesta de largo en la plataforma Corei5/i7 con zócalo LGA1156 para ofrecer a los usuarios sus últimos avances en la dirección de ofrecer el máximo control sobre el equipo, pero con el mínimo riesgo para la integridad de los componentes. Para ello, ASUS combina un hardware de alta calidad con herramientas de software y hardware que permiten actuar sobre la velocidad del bus o los voltajes y la memoria.

En el apartado del hardware, la construcción de la placa responde a las expectativas creadas por ASUS en sus modelos Core i7 donde ya puso un listón muy alto. Desde el diseño fanless con sistemas pasivos de disipación para el chipset y las fases de potencia, hasta la presencia de controles de hardware para encender y resetear la placa, borrar el contenido de la CMOS, iniciar el algoritmo MemOK! para la optimización de la memoria o conectar el periférico TurboV Remote mediante el cual se controla de forma manual y directamente a nivel de hardware el bus del sistema, así como la activación de los distintos perfiles de overclocking configurados con la herramienta de software Turbo-V.

Por supuesto, desde la BIOS también se accede a todo un repertorio de opciones avanzadas para la optimización de los parámetros de funcionamiento del sistema, que posibilitan sacar el máximo partido a los procesadores Intel Corei5 y Core i7 “Lynnfield”. Su potencial de overclocking es elevado, y cuando menos con sólo aumentar unos megahertzios la velocidad del bus se puede conseguir un plus de rendimiento muy de agradecer y sin comprometer la estabilidad o la fiabilidad del hardware.

El control de las fases de potencia también está bien conseguido, sin que en ningún momento se midieran temperaturas por encima de 46ºC alrededor de las fases de potencia, ni siquiera en los momentos de máximo rendimiento con overclocking activo. Con el control remoto TurboV Remote es pan comido aumentar la frecuencia del bus, o encender y apagar el equipo o activar perfiles predefinidos, y todo ello mediante hardware. La herramienta de software TurboV es mas completa, con opciones para modificar voltajes, o con un modo “auto” que en pocos minutos consigue calcular el punto óptimo de overclocking. En las pruebas se consiguió mediante este proceso un aumento de un 11% en el rendimiento del procesador Core i7 870.

En esta placa también se introduce un chip de sonido compatible con la tecnología de sonido DTS, de modo que se puede activar en el panel de control del audio para recrear entornos multicanal sobre configuraciones de altavoces con dos o tres altavoces, además de conseguir parámetros de calidad equiparables a los de sistemas de audio de salón.

Las conexiones son otro de sus puntos fuertes, con un número de puertos SATA suficientes para cualquier necesidad de almacenamiento con tecnología SATA de 3 Gbps, así como USB o PCI Express para la conexión de tarjetas de vídeo (hasta 3) compatibles con SLI o CrossFire de NVIDIA y ATI respectivamente. Lo único que se echa de menos es una o dos conexiones eSATA nativas en el panel trasero. Hay dos conexiones de red Ethernet y nada menos que 8 puertos USB 2.0, aunque a costa de sacrificar espacio para los eSATA. Hay un cable que permite instalara en el panel trasero una conexión eSATA pero no está alimentada de forma nativa como en algunos de los recientes modelo de MSI con chipset X58, por ejemplo.

La tecnología ExpressGate de ASUS también está presente de forma nativa, y ofrece un entorno perfecto para disfrutar de contenidos multimedia como audio, vídeo e imágenes, o navegar en Internet sin entrar en el sistema operativos principal. De este modo siempre se puede acceder a Internet para conseguir controladores o resolver dudas en caso de problemas con el equipo.

El conjunto deja pocas fisuras y pocas pegas se le pueden poner a esta placa aparte de no tener una conexión eSATA integrada de forma nativa en el panel trasero con alimentación integrada. No es una placa barata, desde luego, pero es más económica que sus equivalentes en el chipset X58 para zócalo LGA1366 y es muy fácil conseguir “amortizar” la inversión sin más que optimizar los parámetros de funcionamiento del procesador para conseguir un plus de rendimiento de forma casi inmediata usando las herramientas de overclocking de software y hardware. Un producto excelente que recomendamos.

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