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RIAA a LimeWire: demanda récord

La RIAA, Asociación de discográficas estadounidense (SGAE española) bate todo los récords de compensación por supuestas infracciones de derechos de autor exigiendo a LimeWire el pago de 1.500 millones de dólares. ¿Ridículo? Bueno, teniendo en cuenta que en el caso de la ‘martir del P2P’ Jammie Thomas-Rasset, las sociedades de derechos de autor pidieron dos millones de dólares por compartir 24 canciones, las cifras cuadran ya que se acusa a LimeWire de infringir el copyright de 200 millones.

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La RIAA, Asociación de discográficas estadounidense (SGAE española) bate todo los récords de compensación por supuestas infracciones de derechos de autor exigiendo a LimeWire el pago de 1.500 millones de dólares. ¿Ridículo? Bueno, teniendo en cuenta que en el caso de la ‘martir del P2P’ Jammie Thomas-Rasset, las sociedades de derechos de autor pidieron dos millones de dólares por compartir 24 canciones, las cifras cuadran ya que se acusa a LimeWire de infringir el copyright de 200 millones.

LimeWire, el software cliente para intercambio de archivos para la red Gnutella aunque funciona también en BitTorrent, es el penúltimo servicio P2P en el punto de mira de las sociedades de derechos de autor.

Antes ha habido otros, y si la estrategia contra la piratería basada únicamente en la persecución de portales P2P no varía, habrá más. Sin embargo, nos ha llamado la atención la barbaridad de cifras que maneja la Asociación de discográficas en la demanda.

Bajo el cuento de la lechera que presume que cada canción compartida es una venta menos, la RIAA exige una compensación de 1.500 millones de dólares por 200 millones de canciones compartidas a través de LimeWire. Además, exige una orden permanente cautelar de cierre del software y servicio y la congelación de los bienes de la empresa.

Misión imposible la paralización del funcionamiento de LimeWire por mucho que la empresa responsable del mismo cierre, ya que este cliente de código abierto ya sido descargado 50 millones de veces en los últimos dos años y se utiliza y seguirá utilizándose con la popularidad habitual. Las conclusiones son sencillas para los analistas más ‘neutrales’ en estos temas: después de más de una década de estrategia de demandas para combatir la piratería, los datos de descargas supuestamente ilegales siguen como al principio. Y seguirá mientras que no se apueste por un modelo alternativo de venta del típico CD con Internet como protagonista.

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