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Análisis

Opel Corsa OPC, impaciencia

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«No, no, no, concéntrate. Velocidad» Rayo McQueen, Cars 2006

Cuando el ser humano se plantó tambaleante sobre sus dos piernas por primera vez, tuvo una nueva perspectiva de su mundo. Aunque su espalda ya entonces le lanzaba dolorosos avisos de lo que iba a suponer su vida como bípedo a partir de ese momento, tuvo el valor de adelantar por primera vez un pie delante de otro. Se paseó erguido con pasos titubeantes por los inhóspitos y peligrosos parajes que antes observaba muy cerca del suelo. Luego miró hacia abajo con suficiencia a sus parientes los roedores que se seguían arrastrando por la tierra y por un momento un sentimiento de superioridad recorrió su cuerpo.

Cuando ese sentimiento estaba a punto de apoderarse de su garganta para explotar en un grito de triunfo, un tatarabuelo de los actuales equinos pasó como una exhalación a pocos centímetros de su mano derecha levantando una densa nube de polvo en su desenfrenado galope. Tosiendo, con el pelo grasiento cubierto por la tierra levantada por el desconsiderado cuadrúpedo, la mirada de ese primer hombre erguido siguió el rastro de polvo hasta que se perdió en el horizonte. En ese momento otro sentimiento muy distinto recorrió su cuerpo, una especie de sed invadió y desplazó ese sentimiento de superioridad. Sed de velocidad.

Así ha sido desde hace mucho, mucho tiempo. Los humanos han perseguido ese sueño esquivo de la velocidad hasta que incluso les ha levantado del suelo sobre sus propias alas. Un sueño peligroso que se ha cobrado las vidas muchos pioneros, imprudentes y ebrios pero que ha seguido marcando el paso de la evolución mecánica y tecnológica de una industria muy en particular: la de los automóviles.

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Ficha técnica

Dentro de la fiebre de la velocidad un apartado importante la ocupan los utilitarios con esteroides, una generación de GT, GTI y GSI (en el caso de los históricos de Opel) diseñados en principio para saciar la sed de velocidad y sensaciones para aquellos que no podían permitirse un vehículo con blasón italiano o germano. Son décadas de versiones con exclamaciones de los modelos más modestos de la casa que en nuestro caso hemos podido probar en su encarnación de la histórica dinastía Corsa. Coches con larguísima fama de robustos y prácticos que con la máscara OPC ofrecen en este caso otra cara muy distinta.

Carta de presentación

Nuestro OPC es azul pero el color es lo de menos, lo importante del exterior son los sutiles pero personales añadidos que ejercen de tarjeta de visita para el modelo con más prestaciones de su familia. El frontal como mandan los cánones tiene un faldón generoso, un paragolpes más ancho e incluso una toma de aire en el capó mientras que detrás también encontramos el inevitable alerón que asiste a la aerodinámica pero sobre todo sirve de advertencia en los semáforos por si el resto de señales externas no nos han servido para reconocer un duro rival para ponernos en cabeza en la avenida.

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Las llantas de aleación de 18 pulgadas arropadas por una fina capa de caucho y las vistosas pinzas de freno de la italiana Brembo (río del norte de Italia para los curiosos) también participan junto con la pareja de escapes en la parte trasera, sello final para un conjunto lo suficientemente vistoso como para sacar conclusiones. Debajo de todo esto está la carrocería, los grupos ópticos o las superficies acristaladas de un Corsa de todos los días, funcionarial, reconocible, elemento fundamental para seguir con la tradición de los utilitarios vitaminados.

Meterse dentro

En el interior la habitabilidad se ve condicionada por los dos asientos tipo baquet firmados por Recaro que por otro lado otorgan como es de esperar una sujección y comodidad muy altas para conductor y acompañante, aunque no son el mejor aliado para acceder con algo de dificultad a las plazas traseras. Atrás se viaja bastante cómodos si nos limitamos a hacerlo en pareja, aunque el espacio para los pies también se ve limitado por el diseño deportivo de los asientos delanteros. El maletero de 285 litros no da para demasiado y por culpa del diseño del paragolpes no es de los más cómodos para acceder.

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Volviendo a las nobles plazas delanteras, Opel ha hecho los deberes. Si entramos en el coche con los ojos cerrados tampoco nos quedarán dudas que estamos sentados a los mandos de un deportivo: el volante inspirado en modelos de competición con la parte inferior achatada y recubierto de cuero perforado, los indicadores con el sello OPC y toques de textura de carbono, OPC en el pomo de la palanca de cambios y bajando la vista los pedales de aluminio con diseño de competición. Así no hay sorpresas cuando se gira la llave de contacto (sí, hay que girarla, ¡estamos sentados a los mandos de un Corsa OPC, no de un Prius!).

Los acabados a la altura de los últimos modelos de Opel: impecables aunque con algún pero en los remates de las boquetas de ventilación o el acabado demasiado brillante (y amigo de las huellas y el polvo) de algunos elementos como el que envuelve al sistema multimedia. En cuanto a este encontramos el ya conocido Intellilink que en este caso no incluye navegación pero sí sistema de asistencia OnStar y conectividad WiFi incluida.

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Un pero importante es la colocación tan baja de la pantalla táctil, demasiado para poder manejarla sin apartar durante un tiempo prolongado la vista de la carretera. En el modelo probado el sistema no disponía de navegador, por lo que hay que recurrir a descargar una aplicación de Intellilink o utilizar el móvil con Android Auto o Car Play de Apple. La verdad es que ambos sistemas funcionan bastante bien por lo que compensan con bastante eficacia la falta de sistema de navegación, aunque disponer de él en el coche es algo bastante cómodo.

Girar la llave

El momento de la verdad cuando se prueba un coche de estas características se presenta al accionar el encendido. El caso del OPC no es una excepción: el sonido del motor llega de inmediato con la primera sugerencia al acelerador con el punto muerto aún seleccionado. El sonido del propulsor, cuidadosamente ajustado por los ingenieros del centro de prestaciones de Opel (el que da nombre al OPC) muestra enseguida que este Corsa va en serio. Los 207 caballos de su motor de cuatro cilindros turbo y 1.6 litros se dejan sentir en el habitáculo, como tiene que ser.

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El motor tiene un comportamiento muy lineal para ser un turbo, probablemente el tamaño del coche y el peso contenido contribuye a que no echemos de menos el turbo demasiado cuando aún estamos escalando las revoluciones para alcanzar el régimen de funcionamiento del compresor. El par máximo es de unos notables 245 Nm (que alcanza los 280 brevemente gracias al Overboost) y eso se deja sentir en las recuperaciones y adelantamientos. En resumen tenemos un coche siempre dispuesto a lanzarse con rabia hacia adelante pero sin demasiadas brusquedades.

Más de 200

Con sus 207 caballos los papeles dicen que el coche es capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora en 6,8 segundos, perfectamente en línea (parece hecho a propósito) con las prestaciones de todos sus rivales en la gama de los «pequeños peleones» de la competencia (el i30 es algo más perezoso). Lo que sí no se acerca a las cifras oficiales son los 7,5 litros a los cien de gasolina de 98 octanos que en teoría gasta este coche según cifras oficiales. Incluso con ánimo de no apurar el recorrido del pedal derecho es difícil quedarse por debajo de los 10 litros, y en ciudad esa cifra sube considerablemente. Pero una vez más no creo que en este tipo de coches sea un factor determinante de compra.

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Lo que sí se le pide a un coche de esta clase es seguridad y aplomo para divertirse sin correr demasiados riesgos. En eso el Corsa es ejemplar. Con las suspensiones ha trabajado el equipo de la reconocida empresa Koni que se adapta a las condiciones del terreno para ajustar su dureza con un resultado impresionante en cuanto al comportamiento de coche en carreteras viradas en las que la sensación es que es difícil buscarle los límites a la estabilidad del mismo.

Para contribuir a esta estabilidad realmente impresionante incluso en los giros más cerrados el chásis se ha dispuesto más bajo que en un Corsa tradicional y el diferencial autoblocante. La dirección nos ha parecido muy directa y precisa y también se ha hecho un trabajo excelente con el cambio de marchas, que nunca nos ha dejado en la estacada por mucho que lo castigáramos para buscar las cosquillas al turbo.

Mejor con Performance

Hay que decir que nuestro vehículo equipaba el extra del paquete Performance que incorpora los mencionados frenos Brembo y la suspensión Koni además de las llantas de 18 pulgadas, que por 2300 euros para un coche como este sinceramente lo considero una inversión fundamental, no solamente por sensaciones sino también por seguridad. No puedo ocultar que las sensaciones me han encantado y que el Corsa es uno de mis favoritos para enganchar curvas con cierta alegría sin tensiones.

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Si bajamos el ritmo el OPC se transforma y permite viajar cómodos sabiendo que bajo el capó tenemos un aliado que nos sacará de cualquier apuro, aunque en cuanto a la autonomía no le podemos pedir demasiado, como ya hemos adelantado más arriba. Si no nos empeñamos en forzar la aguja del cuentrrevoluciones la insonorización funciona bien con el ruido aerodinámico y se viaja con un confort razonable, no es de las «bestias pardas» con las que un viaje largo en autopista requiere de analgésicos.

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Las suspensiones no son lo ideal para una carretera bacheada, pero el equilibrio entre prestaciones y confort es bastante bueno, aunque no viajaremos tan confortables como en una berlina más pensada para rutas cómodas. Es curioso que el sistema de control de estabilidad tenga tres modalidades: normal, sport y desactivada. Curioso porque el ordenador en cualquier caso puede tomar la decisión de activar el mismo si considera que corremos peligro. Una muestra de que la deportividad es mejor con la tecnología, que no la «domestica» pero sí la convierte en menos peligrosa.

Del sistema Intellilink hemos hablado largo y tendido en numerosas ocasiones. Buena pantalla y la combinación entre el sistema OnStar y la conectividad WiFi siguen siendo un acierto que curiosamente los fabricantes de la competencia no se animan a imitar. Aunque pronto el sistema de asistencia OnStar o uno similar (aunque limitado a las funciones de emergencia) será obligatorio pronto para los vehículos que se vendan en Europa.

Conclusión

El Opel Corsa OPC es, una vez más, digno sucesor de las aventuras deportivas de la marca alemana cuando decide transformar sus berlinas más tranquilas en objetos de los instintos más racing de sus compradores. Nos han gustado todos los detalles que hacen de este tipo de coches lo que son: la estética (conseguida sin sacrificar mucho), el motor (con unas prestaciones muy lineales y confiables) y el comportamiento (quizás el aspecto más sobresaliente del coche). En el interior lo que toca: asientos excelentes para los que más disfrutan de la experiencia y algo más sacrificado tanto para pasajeros como maletas.

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Pero más que nada me ha gustado la sensación de seguridad, que podemos divertirnos con todos los anclajes de seguridad de una montaña rusa en perfecto estado de revista, pero que no priva a su usuario de ninguna de las sensaciones por las que se ha montado en la atracción. Podramos embriagarnos de esa sensación única que hemos buscado desde que aquel cuadrúpedo provocador rozara corriendo a nuestro antepasado con la tecnología puesta a nuestro servicio para que no tengamos que pagar un precio demasiado alto al fin y al cabo.

 

Notas finales

8Nota

Prestaciones9

Diseño9

Consumo6

Confort7

Sistema de Infoentretenimiento8

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