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Obsolescencia Tecnológica: tu equipo electrónico tiene fecha de caducidad antes de comprarlo

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obsolescencia tecnológica

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La obsolescencia tecnológica es una consecuencia de la industria actual. Que un aparato electrónico de cualquier tipo «no dura tanto como antes» es algo constatable para cualquier consumidor. Curiosamente, cuando disponemos de la capacidad tecnológica para fabricar productos de larga vida útil, es cuando menos duran los productos. En nuestro sitio de canal hemos publicado un especial que te invitamos a revisar en el que nos acercamos a esta obsolescencia tecnológica.

En él hablamos de las formas en las que puede presentarse, sea «percibida, especulativa, psicológica o social o planificada«. Esta última es la más preocupante ya que refiere una técnica por el que un fabricante estudia y calcula un tiempo de vida limitado de un producto electrónico o componente y lo desarrolla bajo ese parámetro temporal.

Cuando se cumple el plazo, el equipo cae en desuso al mostrar un rendimiento insuficiente en comparación con los modelos actuales o lo que es peor, el equipo se avería y el gran coste de la reparación obliga a comprar uno nuevo. En definitiva, el producto electrónico queda obsoleto, no funcional, inútil o inservible en un tiempo determinado por el fabricante. El objetivo no es otro que vender nuevos modelos y seguir la cadena.

Una «técnica» inmoral e ilegal pero que algunos fabricantes practican, provocando además de un gasto innecesario, un gravísimo problema de basura electrónica y de tratamiento de recursos. No toda la obsolescencia es planificada porque la gran velocidad en el desarrollo de nuevas tecnologías incide en una obsolescencia sobrevenida.

No solo los fabricantes son responsables de esta situación porque los usuarios «entramos al trapo» en demasiadas ocasiones. El marketing cuenta y mucho. Cuestiones de moda, de estilo, de “tener lo último”, promovido en feroces campañas publicitarias, animan a un constante cambio de productos. Los teléfonos móviles inteligentes son un claro ejemplo, con pocos o ningún cambio significativo de hardware en generaciones, pero cuyos cambios, en ocasiones meramente cosméticos, se venden como “últimas novedades tecnológicas”.

También comentamos la obsolescencia tecnológica provocada por el software. Nuevas versiones de los sistemas operativos o de las aplicaciones tienden a dejar máquinas obsoletas aunque su hardware siga funcionando. De nuevo ponemos como ejemplo el sector del móvil. Una buena parte de usuarios achacan la gran fragmentación de Android en el interés de los fabricantes de no actualizar sus terminales a las últimas versiones del sistema operativo, con el objetivo de «forzar» a los usuarios a comprar los nuevos modelos.

No todos los fabricantes planifican la obsolescencia y algunos apuestan por todo lo contrario: extensión de la vida útil. Ello no limita las posibilidades de negocio porque se pueden cobrar ampliaciones del periodo legal de garantías, mantenimientos, actualizaciones de software y todo tipo de servicios manteniendo el hardware o facilitando la actualización progresiva de componentes.

Sin embargo, la tendencia general no es esa. La apuesta por la delgadez extrema en ultraportátiles, tablets o smartphone obliga a emplear una integración de componentes que provoca reparaciones a coste desorbitado o simplemente irrealizables. Como ejemplo, citar las baterías pegadas o las memorias RAM y de almacenamiento soldadas en placa y que si se averían o se quedan cortas en rendimiento, obligan en la práctica a cambiar el equipo.

Un problema de difícil solución en la industria actual si los fabricantes no cambian la estrategia y los usuarios no hacemos uso de un consumo responsable a medida de nuestras necesidades ¿Cómo los ves? ¿Has sufrido la obsolescencia tecnológica programada? ¿Hay solución? ¿Está provocada por el rapidísimo avance tecnológico? ¿Qué hacemos con la basura electrónica, se puede reciclar?

Más información | MuyCanal

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