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Artistas contra la represión

El debate sobre las descargas de música y compartición de archivos por Internet de material protegido por derechos de autor no cesa, y ahora, algunas de las estrellas internacionales femeninas del panorama musical actual, se posicionan. Y lo hacen con argumentos más cercanos a los internautas y sus fans que al tratamiento exclusivamente represor que al problema de las “descargas ilegales” han dado las discográficas y las organizaciones de derechos de autor, inadecuadas para la era digital.

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El debate sobre las descargas de música y compartición de archivos por Internet de material protegido por derechos de autor no cesa, y ahora, algunas de las estrellas internacionales femeninas del panorama musical actual, se posicionan. Y lo hacen con argumentos más cercanos a los internautas y sus fans que al tratamiento exclusivamente represor que al problema de las “descargas ilegales” han dado las discográficas y las organizaciones de derechos de autor, inadecuadas para la era digital.

El debate llega tras las declaraciones de la cantante inglesa Lily Allen en sintonía con las discográficas y que pidió medidas represoras contra los usuarios que realizan descargas. Una postura que otras cantantes no comparten.

Entre ellas, la cantante colombiana Shakira, que ha declarado sin pudor que “las descargas ilegales me hacen estar más cerca de los fans. Me gusta lo que está pasando ya que me siento más próxima a los fans y a la gente que le apasiona la música. Es la democratización de la música, por decirlo de alguna manera…. Y la música es un regalo. Por lo tanto, eso es lo que tiene que ser, un regalo”.

Otras de las grandes estrellas femeninas, Norah Jones, indicó abiertamente que “si la gente me escucha yo soy feliz… No voy a decir que roben mi disco pero creo que muchos jóvenes no tienen medios económicos para comprarlo”. En un tono similar se expresó también Nelli Hurtado aunque expresó su preocupación por los artistas noveles que quizá no llenen conciertos como ellas.

Posturas más extendidas de lo que parece que no deben ser del agrado de las discográficas y organizaciones de autor, incapaces de adaptarse al ecosistema digital y cuya estrategia represora no ha conseguido vender más discos y sí abrir una brecha de consideración entre artistas y sus fans. Se impone la búsqueda de un modelo de negocio sostenible. Ejemplos de éxito hay unos cuantos, véase iTunes o Spotify, y encuestas independientes en Estados Unidos destacan que dos tercios de los internautas que bajan música protegida por copyright estarían dispuestos a comprar canciones si bajaran los precios. Ese es el camino.

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