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Análisis

Toyota C-HR, identidad secreta

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«Todos los superhéroes tenemos una identidad secreta, yo no sé de ninguno que no la tenga, no soportaría la presión de ser superhéroe todo el tiempo» Mr Increible, Los increíbles 2004

Siempre he sido de esas personas que si te encontrabas por la calle no merecían una segunda mirada. A veces ni siquiera la primera. Nunca he podido aspirar a demasiado, no terminé mis estudios para gran decepción de mis padres. Aunque en realidad eso no es mucho decir porque siempre han dudado de que tuviera el talento, la paciencia o la inteligencia para hacerlo. Mi primera novia nunca lo fué porque descubrí que me utilizaba para conocer a un amigo mío (que tampoco lo fué nunca). Y es que no soy precisamente atractivo, pero tampoco soy feo, no llamo la atención en ningún sentido ni por mi aspecto, ni por mi conversación ni por mi personalidad…

Tampoco se puede decir que haya sido una persona triste, siempre he sobrellevado mi mediocridad con resignación, nunca con buen humor pero tampoco de forma trágica. La verdad es que no hubiera podido, me faltaba en parte voluntad y en parte imaginación para quejarme. No he tenido hobbies, empecé a coleccionar sellos hasta que escuché a alguien en un bar que comentaba que lo de coleccionar sellos estaba pasado de moda. Y es que tampoco he tenido nunca opiniones bien definidas, he sido el objetivo perfecto de toda campaña de publicidad o electoral que saliera en la televisión, en las vallas publicitarias, en Internet… En el trabajo no me ha ido mal porque dudo que alguien haya sabido lo que hago ni para qué sirve, incluso dudo que se hayan dado cuenta de que estoy ahí, en el despacho junto a los servidores. El programa de contabilidad abona mi nómina de forma automática y nadie lo comprueba.

Un día entré en una tienda de ropa por equivocación. No suelo comprar ropa hasta que está realmente gastada y lo hago por Internet. Y entonces lo vi. Era un traje, un objeto de moda de una marca exclusiva con un color indescriptible, entre frambuesa y pardo. Un corte perfecto, un tejido ligero pero cálido con un tacto suave pero de textura compleja. Me costó que un dependiente me atendiera una media hora, pero finalmente me lo probé, solamente quedaba el del escaparate. Me miré al espejo y no me lo podía creer. Era otra persona, la cabeza erguida, la mirada segura, los hombros se habían elevado, mis gestos al ajustarme las mangas enérgicos y decididos. «Hola Antonio» le dije al reflejo del espejo del probador mientras arrojaba las gafas de pasta a la papelera. Hasta entonces no me llamaba Antonio.

Ficha técnica

A veces para que un automóvil triunfe no basta con una buena y probada motorización, excelente confort, buen consumo… A veces se necesita una buena fachada, una nueva identidad que emocione y atraiga. Con el C-HR Toyota ha intentado hacer precisamente eso. Ha cogido la base mecánica híbrida del Prius y la ha vestido de SUV, y no de un SUV cualquiera, se trata de un modelo con un diseño arriesgado con muchos detalles que le dan una personalidad única. Es una apuesta valiente que se encuentra en el mercado con competidores por concepción y precio como el Kia Niro y por otro lado competidores en apuesta por un diseño diferente como el Juke o los NX y RX de Lexus (con los que comparte más que guiños de similitud).

La primera impresión es que tenemos frente a nosotros un turismo algo crecido o un SUV de altura rebajada, duda a la que contribuye su arriesgado diseño. La línea del perfil cae hasta un pronunciado spoiler que en realidad es doble pues la carrocería vuelve a sobresalir a la altura del maletero y los grupos ópticos traseros también sobresalen cara completar el segundo alerón. La forma que se ha elegido hace que la puerta trasera tenga un diseño extraño, muy elevado y que cierra el cristal de los pasajeros traseros de forma abrupta rematando en el manillar de apertura de la puerta mucho más elevado que el de la puerta trasera y con un diseño distinto.

Guiños secretos

La parte delantera tiene abundantes guiños a la deportividad para redondear el aspecto de la trasera. Los grupos ópticos afilados y una generosa rejilla inferior pintada en color negro se unen a tomas de aire triangulares a los lados del paragolpes y otra longitudinal por encima del mismo y debajo del logo de Toyota. No hay ninguna duda de que se trata de un coche con personalidad en el que encontramos muchos detalles como el nombre del modelo grabado en los grupos ópticos o proyectado en el suelo de noche desde los retrovisores externos, muchos detalles para dar a entender que no se trata de un modelo más.

En el interior nos ha llamado mucho la atención la gran calidad de los acabados, con buenos remates en las partes con costuras como en el salpicadero, los asientos y otras zonas del habitáculo. También bien resuelta la habitual mezcla de plásticos duros y blandos, no hay zonas menos accesibles en las que nos encontramos en algunas ocasiones donde se han utilizado materiales más sencillos para abaratar costes. Incluso en el maletero (donde nos encontramos con el subwoofer de la marca JBL)  los remates son de buena calidad, aunque la tapicería en este caso y como es natural es más sufrida. El único pero muy personal es la elección del material de cierto revestimiento como el de las puertas, una especie de entramado de piezas de plástico tridimensionales original pero que no ha acabado de convencerme, quizás por la combinación de colores.

Confort de incógnito

Las plazas delanteras son muy confortables, con especial mención al reposacabezas, de diseño atractivo a la vez que cómodo. Los asientos sujetan muy bien y la tapicería es muy agradable al tacto. El puesto de conducción es muy bueno, con todos los mandos a mano y regulaciones suficientes para encontrar acomodo sea cual sea la talla del conductor y sus costumbres a la hora de ponerse al volante. Igual no estaría de más mayor rango de regulación para el volante. Frente al puesto de conducción tanto el cuentarrevoluciones como el cuentakilómetros están rodeados por un parasol de tipo deportivo que orienta la información al conductor, en el centro una pequeña pantalla da información de abordo y del funcionamiento del sistema híbrido.

La pantalla del sistema de información y entretenimiento es del tipo flotante y se encuentra a la altura de los ojos en el centro del salpicadero (aunque algo desplazada hacia el lado del conductor) de forma que no hay que apartar la vista para consultarla. Bajo la pantalla se concentran los mandos de la climatización en un espacio bastante reducido, lo que dificulta en parte el accionamiento de los controles pero por el otro contribuye a minimizar elementos a la vista. La parte derecha del salpicadero está casi totalmente limpia salvo la boqueta de aireación resaltando el recubrimiento de cuero con costuras que en definitiva queda bastante elegante y minimalista.

La parte de atrás sin embargo es algo más sacrificada. El diseño a veces tiene estas cosas y al car ese toque deportivo la altura libre para los pasajeros no es demasiado grande y en ocasiones dificulta el acceso a personas de cierta talla. Una vez dentro el espacio para las piernas sí es correcto, pero en anchura algo más reducido que otros SUV de tamaño similar, no tanto en la banqueta cuanto a la altura de los hombros. Otro sacrificio en el altar del perfil deportivo es el tamaño de los cristales traseros, de hecho al apoyar la cabeza a nuestro lado veremos solamente el plástico. Con  estas salvedades tampoco se viaja incómodos en la parte trasera pero sí que algo más sacrificados que en otros modelos. El maletero es bastante amplio y regular y sus 377 litros son muy aprovechables.

Sistema controlado

El sistema de infoentretenimiento dispone de una pantalla de 8 pulgadas que como hemos mencionado se coloca de forma elevada sobre el salpicadero para facilitar su visión. Dispone del sistema de la marca japonesa Toyota Touch 2 que proporciona las funciones de navegador, control de la reproducción multimedia y la radio además de información sobre el coche como datos sobre el sistema híbrido utilizando la clásica gráfica animada de Toyota. El manejo es bastante sencillo y ofrece botones para acceder a las funciones principales sin necesidad de utilizar la pantalla táctil y los menús.

El set de ayudas a la conducción y sistemas de seguridad activa y pasiva son muchos en este modelo. En la versión con el equipamiento «Safety Sense» encontramos el sistema de reconocimiento de señales de tráfico (que se complementa con la información del GPS), sistema de detección pre-colisión con detección de peatones, alerta por cambio involuntario de carril y el sistema de conexión y desconexión de luces largas. Además disponen de opciones como asistente de arranque en pendiente, detector de ángulo muerto en los retrovisores, sistemas de asistencia de aparcamiento con radar y cámara o alerta de tráfico trasero (que avisa de obstáculos o vehículos en marcha si salimos marcha atrás).

En marcha con discreción

Una vez disfrutado del diseño exterior y los acabados y diseño interiores, al volante del C-HR de Toyota y antes de pulsar el botón de encendido era difícil hacernos a la idea de que en el fondo íbamos a tener en nuestras manos la mecánica de un Prius. En los primeros metros urbanos con el C-HR las impresiones son las mismas que con un Prius: suavidad y silencio extremos, incluso en este último caso aún más ya que la sensación es que la insonorización está aún más conseguida en este caso. Seguimos en hábitat de ciudad y seguimos sin notar diferencias a la hora de maniobrar, incluso la poca visibilidad trasera la hereda este SUV por la escueta y elevada luna trasera que se gasta.

Los consumos son parecidos y muy bajos para un SUV, rondando incluso los 5 litros, y muy parecidos a lo que podemos obtener con el Prius. El cambio de relación contínua es ideal para la ciudad, a menos que necesitemos la potencia al instante, cosa que no suele pasar en entornos urbanos, el funcionamiento será contínuo sin tirones ni titubeos, suavidad en estado puro. Al igual que otros modelos híbridos, el Prius permite seleccionar un funcionamiento puramente eléctrico, con el que no podremos pasar de los 50 kilómetros por hora porque si no entrará en funcionamiento el motor de explosión. No le vemos mucha utilidad a menos que puntualmente lo necesitemos porque la carga se agotará en poco tiempo y la única forma de recuperarla es que entre en funcionamiento el motor de explosión.

Pero el desafío del C-HR es salir fuera del asfalto de la ciudad que aparentemente es su hábitat natural. En autopista el silencio sigue siendo el protagtonista, a velocidades constantes comprobamos que es cierto que el ruido se filtra en menor medida que en el caso del Prius y podemos disfrutar del sistema de sonido JBL, por otro lado bastante competente si no se le exige demasiado. Sin embargo cuando se requieren aceleraciones repentinas o subimos repechos pronunciados vuelve a primera línea el cambio de variador de fase, revolucionando el motor y dando esa desagradable sensación de no controlar la potencia del coche.

Sin embargo después de un tiempo da la impresión de que los ingenieros de Toyota han ajustado las prestaciones tanto del motor como la configuración del cambio con respecto al Prius, el caso es que la impresión es que el C-HR tenga más «punch» que su hermano híbrido si comparamos los modos «sport» de ambos. Eso a pesar de que en aceleración el SUV es claramente más lento, casi medio segundo más que el turismo híbrido de la marca. En cuanto al manejo sí está claro que los ajustes se han actualizado para darle una personalidad más deportiva con una buena respuesta en curva.

En cuanto al consumo en carretera en el caso del C-HR sí se nota la carrocería más voluminosa y el mayor peso con respecto al Prius, las cifras de consumo rozan los siete litros si nos encontramos con repechos o necesitamos requerir de los servicios de ambos motores para aceleraciones repentinas. En autopista si no necesitamos ir demasiado deprisa y cuidando más la conducción para limitar el consumo al máximo, cosa que resulta realmente fácil gracias a las ayudas que proporciona Toyota con los sistemas de abordo, podemos rebajar esa cifra hasta los seis litros sin demasiados apuros.

Conclusiones

El disfraz del C-HR de Toyota es muy eficaz y convencerá a más de uno. La marca japonesa ha aprovechado una mecánica más que probada, con las ventajas y los inconvenientes que todos conocemos, para hacer un ejercicio de diseño y sofisticación que en nuestra opinión le ha salido redondo. Con claros guiños a su marca más exclusiva (Lexus) el C-HR exhibe no solamente una personalidad propia en la línea de su carrocería y la personalización de múltiples elementos, sino un gran esfuerzo para que la calidad de los acabados y los toques de exclusividad sean elementos bien resueltos y que contribuyan a redondear la imagen de un coche que no pasa desapercibido.

Queda la duda de cómo hubiera resultado el ejercicio si además de dotar al Prius de una identidad secreta en forma de SUV el C-HR hubiese recibido mecánicas distintas y quizás más orientadas a prestaciones deportivas. Nuestra impresión es que el envoltorio lo merece, un motor y características algo más deportivas hubieran exigido sacrificios en aras de la practicidad y el consumo, pero hubieran puesto en la calle una versión del C-HR con aún más personalidad. En cualquier caso es un buen candidato con todas las credenciales en orden para batallar con el Kia Niro (los Lexus están en otra liga) el trono de los SUV híbridos.

Notas finales

8Nota

Prestaciones7

Diseño9

Consumo8

Confort8

Sistema de Infoentretenimiento8

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