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Análisis

Toyota Aygo x-wave, rendijas

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«Solíamos mirar al cielo y preguntarnos sobre nuestro lugar en las estrellas» Cooper, Interstellar 2014

A veces las rendijas, los huecos, las grietas o cualquier tipo de abertura son molestas. En invierno permiten el paso de esas corrientes traicioneras, ese soplo de aire gélido que nos pilla desprevenidos en el confort de nuestras casas o en las frías cárceles del tiempo de nuestras oficinas provocando resfriados y conflictos a partes iguales. Pero también son formas de abrirse al mundo, un espacio donde asomarnos a lo que no está dentro, a un mundo exterior atractivo o inquietante que observamos pero que a diferencia de las ventanas en este caso nos permiten oler y percibir en parte con más sentidos que la pura vista ese universo exterior.

Es un contacto que muchas veces rehuímos por buscar un sentimiento de aislamiento, de seguridad, pero que en ocasiones nos permite entrar en comunión con el entorno. En un mundo en el que las pantallas se han convertido en la forma de espiar el mundo en todos sus rincones, abrir una rendija y respirar profundamente es un cambio necesario para sentir que en el fondo formamos parte de todo eso que se encuentra al otro lado de los cristales. Abramos puertas y ventanas, asomémonos a los balcones, crucemos los arcos y las volutas y finalmente… abramos los techos de nuestros automóviles para sentir el sol y el viento.

Ya tuvimos la ocasión de probar hace un tiempo uno de los pequeños de la camada de Aygo de la marca japonesa Toyota, un coche pensado para la ciudad pero diseñado para agradar a la vista con muchos detalles de diseño con el fin de convertirlo casi en un objeto de moda. En esta ocasión hemos tenido la oportunidad de probar una versión diferente de este modelo, en concreto un Toyota Aygo x-wave x-shift, nos apellidos que marcan por un lado la presencia de una capota de lona mecanizada y por el otro el del cambio automático que equipa Toyota para estos utilitarios compactos.

Ficha técnica

Nuestro pequeño Aygo no se presenta de una forma discreta, un color rojo intenso combinado con partes en negro, con los detalles personales como la equis negra de la parte frontal, los grupos ópticos afilados, una silueta desenfadada y por supuesto el techo de tela retráctil, todo para no pasar desapercibidos en el tráfico urbano. En este caso las llantas no eran de color totalmente negro como en el Aygo anterior sino de un diseño algo más tradicional y menos racing, con combinación de negro, gris y rojo con el escudo de Toyota en el centro.

Llamativo

Al igual que la vez anterior se trata de la versión  de cinco puertas, en la que la puerta trasera queda casi al filo del final de la carrocería. A diferencia de sus hermanos, los retrovisores tienen el mismo color de la carrocería. Dispone además de luces diurnas de tipo LED y además faros antiniebla traseros. Los colores disponibles, además del rojo intenso del Aygo que hemos probado, van desde el blanco hasta el amarillo pasando por el gris, cyan, azul marino, plata o negro.

En el interior no cambia demasiado con respecto a su hermano, las partes metálicas abundan (esta vez en color rojo) y el minimalismo es total. Sigue ahí el peculiar diseño de los difusores de aire con forma esférica que en realidad dificultan algo el redirigir la ventilación en ciertas posiciones, pero de los que hay que reconocer que son un detalle de diseño muy personal. Adedmás en este acabado se incorpora un embellecedor en color negro piano (en la versión estándar está en el color de la carrocería).

Las calidades  de los acabados son justas pero buenas para un coche de esta categoría que incluye como en el caso de la prueba anterior también un sistema de entretenimiento y de navegación de bastante calidad con una pantalla algo pequeña pero suficiente. Además del diseño diferente de las boquetas de aireación, en esta versión también se añade al diseño interior un embellecedor en la consola central igualmente en color «negro piano».

Conducir cómodos

El puesto de conducción es bueno con capacidad de regulación suficiente y el acompañante tampoco viaja incómodo, pero la cosa cambia en las plazas traseras que son más aptas para personas de pequeña estatura o niños que para adultos de «tamaño completo», sobre todo pensando en la anchura aunque en altura también el espacio es algo justo. Eso sí, el acceso a las plazas traseras se facilita gracias a las puertas traseras y eso es una ventaja a la hora de compararlo con coches de características similares de tres puertas. Además los asientos son de buena calidad y entramos en la talla viajaremos bastante cómodos.

Además de lo apuntado los asientos vienen en esta ocasión en combinación de cuero y tela por lo que el tacto es algo más agradable y son algo más confortables que los del modelo de base. El maletero es el mismo, meramente testimonial pero suficiente para una compra o para un par de maletas pequeñas, desde luego no está preparado para viajes (ni lo pretende). Pero el punto diferencial de este modelo es sin duda la posibilidad de desprendernos por un momento del techo.

El techo de tela ocupa casi toda la parte superior del coche, el aspecto es muy sólido y no hemos notado ningún probema de estanqueidad con el agua. Es evidente que el aiselamiento térmico y acústico no es tan eficiente como en el caso del techo del modelo sin posibilidad de descapotar, pero la verdad es que a pesar de eso el techo de tela del Aygo es bastante eficiente. El coche cuenta con un motor eléctrico para el plegado del mismo que deja al descubierto aproximadamente un 80% del techo de tela mientras que el 20% restante es ocupado por el techo plegado.

El mecanismo es silencioso y eficiente, tarda pocos segundos en plegar y desplegar. Gracias a que la capota es de tela y que el mecanismo de plegado no ocupa mucho sitio en este modelo de Aygo puede acomodar a personas de estatura algo más elevada que sus hermanos de gama. Un dato interesante tratándose de un coche tan compacto y algo justo de tamaño para personas de cierta estatura. Con el techo abierto y dado que no es un vehículo que alcance grandes velocidades no se hace desagradable ni por el ruido ni por la sensación del viento.

Al volante sin techo

En cuanto al apartado de conducción la motorización de esta versión es la misma que la de toda la gama, un motor de gasolina de 69 caballos de tres cilindros algo justo en respuesta pero suficiente para desenvolvernos en ciudad y en trayectos en carretera que no tengan demasiado desnivel. La novedad en este caso es el cambio automático x-shift, que en realidad se trata de un cambio robotizado de cinco marchas que desde el principio es evidente que se ha ajustado para su funcionamiento en ciudad.

En las pruebas hemos notado algún titubeo a la hora de escalar marchas, tanto que en ocasiones anticipábamos los cambios soltando el acelerador y volviendo a pisarlo cuando preveíamos que iba a producirse el cambio a otra marcha superior. De otra forma da la impresión de que el cambio retiene más de la cuenta frenando el avance del coche, cosa que se hace más evidente en las primeras marchas que en marchas altas. En definitiva la sensación es la que comentábamos, se prima la conducción suave en ciudad y no se facilitan las prestaciones a la hora de acelerar. En lo que respecta a los consumos el cambio no influye demasiado en las cifras que hemos podido medir.

En carretera

En carretera el cambio parece apurar demasiado las marchas y esto contribuye, conjuntamente con una insonorización inevitablemente menos eficaz por la presencia del techo de tela, a que haya már ruido en el habitáculo con la capota cerrada. Sigue siendo un coche que se comporta con suficiente compostura en curva, pero que tanto en potencia como en respuesta del cambio no da buenas sensaciones a la hora de salir de situaciones comprometidas, cosa que suele ser común en utilitarios de estas características.

Este tipo de cambio, si no se necesita una aceleración fulgurante, es muy agradable para su uso en ciudad, con un tacto más convinvente que los cambios de variador contínuo que equipa Toyota en sus modelos híbridos. Es curioso que siendo un cambio de las características mencionadas Toyota haya optado por dotar al coche de levas en el volante para poder realizar el cambio de marcha manualmente (también es posible cambiar manualmente con la palanca). De todas formas y aunque no tenga un uso práctico demasiado frecuente la verdad es que las levas y el color rojo le dan un aspecto «racing».

Conclusiones

Con esta versión Toyota da un paso más en la «glamourización» de su modelo compacto, aportando algunos detalles que son meros retoques, como el cuero incrustado en los asientos y detalles de la carrocería y el interior, pero sobre todo con la opción de poder optar por un modelo descapotable. El Aygo de esta manera no pierde ni un ápice de practicidad y gana en exclusividad donde compite a brazo partido con otras opciones en el mercado que cuentan con características muy similares en tamaño y características con respecto al modelo japonés, por lo que diferenciarse es clave.

Fuera de la practicidad y del aspecto estético, quedan algunas cosas por mejorar como refinar algo más el funcionamiento de la caja de cambios, aunque en mi opinión es un acierto la elección de una caja con embrague robotizado. También el ajuste de la potencia del motor quizás requeriría atención para que hubiera un equilibrio mayor entre el uso urbano y el de carretera, pero también hay que tener en cuenta de que estamos hablando de un coche de vocación profundamente urbanita y para el que los viajes en carretera van a ser inevitablemente una excepción.

 

Notas finales

7Nota

Prestaciones6

Diseño8

Consumo8

Confort6

Sistema de Infoentretenimiento7

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