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ExpressLane: así espió la CIA a las agencias de inteligencia «aliadas»

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ExpressLane

WikiLeaks ha publicado otro artículo dentro del lote de documentos Vault 7 obtenido desde la red de alta seguridad situada en el Centro de Inteligencia Cibernética de la CIA en Langley, Virginia.

Armas cibernéticas desarrolladas por un ejército de hackers (más de 5.000, según Wikileaks), bajo el paraguas legal del grupo especializado EDG (Engineering Development Group), dedicados a insertar malware y preparar exploits para espiar y en algunos casos controlar totalmente los dispositivos electrónicos más populares del mercado.

Poco puede sorprendernos ya porque la CIA espió y espía a «todo lo que se mueva». Sin embargo, el último capítulo es singular porque trata del espionaje a sus propios socios de inteligencia incluyendo a nacionales como el FBI y NSA, entre otras.

La CIA ofrece un sistema de recolección de datos biométrico con hardware predefinido, sistema operativo y software a las agencias de inteligencia «aliadas» de todo el mundo que -en teoría- está destinada a compartir voluntariamente datos de inteligencia para luchar contra enemigos comunes, suponemos grupos terroristas y grandes redes de delincuencia principalmente.

El software está basado en una aplicación original de la compañía estadounidense Cross Match y según WikiLeaks, fue el utilizado para «identificar a Osama bin Laden durante la operación de ejecución en Pakistán».

El sistema servido a las agencias se mejora regularmente y una de las actualizaciones rutinarias llegó con «premio». Mientras en la pantalla aparecía una barra de progreso con la actualización del software biométrico, los chicos de Langley instalaban la herramienta apodada como ExpressLane. Un troyano encargado de recoger en secreto todo tipo de datos, que se autoelimina en un periodo fijado para no dejar huella.

Ya sabemos que todas las agencias de inteligencia se espían entre ellas, pero el caso de ExpressLane resalta una deshonestidad preocupante que dificulta la batalla contra los «malos», el mantra que siempre se entona para legalizar unas actividades claramente ilegales. Para qué queremos enemigos con estos «amigos».

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