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Twitter, Elon Musk y expulsar a periodistas

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Twitter, Elon Musk y expulsar a periodistas

«Vox Populi, Vox Dei«, decía Elon Musk en su cuenta de Twitter el pasado 20 de noviembre. Lo hacía como apostilla tras publicar una encuesta en la que preguntaba al común de los usuarios de Twitter si deseaban que la cuenta de Donald Trump fuera desbloqueada, una vez que dicha consulta había finalizado con un 51,8% de votos a favor, frente al 48,2% que se mostró en contra. La voz del pueblo es la voz de Dios, una frase que indica que la soberanía popular es la que debe tomar las decisiones. Otro principio con el que Musk pretendía demostrarnos sus profundas convicciones democráticas.

Como recordarás, hace dos días te contamos que el nuevo propietario de Twitter había decidido eliminar una cuenta de la red social que le resultaba particularmente incómoda, ya que hacía seguimiento de los desplazamientos de su jet privado a lo largo y ancho del mundo. La misma cuenta que poco más de un mes antes había afirmado que no iba a prohibir, demostrando así que a defensor de la libertad de expresión no le ganaba ni el que inventó el concepto.

Pese a que en principio parecía que la razón de la eliminación era la política en contra de los bots, posteriormente resultó ser la política «anti doxing» de Twitter (una reglas, por cierto, instauradas ex profeso para justificar el cierre de esta cuenta, según podemos leer en Vice), y que un extraño habría perseguido a un vehículo en el que viajaba uno de sus familiares (supuestamente pensando que él se encontraba en el mismo). Me pregunto, en este punto, si la cuenta de seguimiento del jet también informaba de la posición de los coches del multimillonario, así como de los taxis, Uber y similares que emplean su entorno (es sarcasmo, en realidad sé que no lo hacía), pues incluso ha amenazado con perseguir judicialmente a quienes publiquen dicha información.

¿Tuvo algo que ver la cuenta de seguimiento del jet de Elon Musk con el incidente que, según afirma, ha provocado todo esto? Pues parece poco probable, ya que éste no se produjo cerca de ningún aeropuerto en el que el jet pudiera operar, como podemos leer en este tweet de Eliot Higgins. El propietario de Twitter no ha presentado ni una sola prueba que sustente esa relación, pero claro, ¿quién necesita pruebas para lanzar acusaciones?

Pero bueno, voy a hacer que me trago esta justificación (en realidad ni de broma, pero lo digo para avanzar en esta historia) y que, por lo tanto, acepto que la eliminación de esa cuenta ha sido acorde a las normas de Twitter y que se ha tomado por razones de seguridad. Pero entonces es cuando me pregunto, ¿también supone una amenaza a su seguridad y a la de su familia que haya periodistas y medios que informen sobre ello?

Lo pregunto porque en las últimas horas, según el recuento llevado a cabo por Mashable, Twitter ha cerrado las cuentas de Matt Binder de Mashable, de Ryan Mac del New York Times, de Donie O’Sullivan de CNN, de Drew Harwell del Washington Post, del comentarista y ex presentador Keith Olbermann, del periodista independiente Tony Webster, de Micah Flee de The Intercept, de Steve Herman de Voice of America y del periodista independiente Aaron Rupar. Nueve informadores, a los que Musk califica como «periodistas» (sí, entre comillas) que coinciden en un punto: haber publicado informaciones sobre el cierre de la cuenta de seguimiento del jet de Elon Musk.

Además, para completar el día, Twitter también ha cerrado la cuenta de ADB-S Exchange, el servicio de información pública sobre datos de vuelo que empleaba la cuenta de seguimiento del jet, las de otros usuarios que habían publicado enlaces a los perfiles de seguimiento del avión en otras redes sociales. Y de propina, además, Twitter también ha cerrado el perfil principal de Mastodon y ha empezado a marcar todos los enlaces a esa red social como spam, impidiendo publicarlos. Algo que coincide, «casualmente» (ahora las comillas las pongo yo) con un nuevo crecimiento de usuarios de Mastodon recogido por Jeff Jarvis.

Twitter, Elon Musk y la libertad de expre¿QUE?

Las mentiras son como los boomerangs, a más fuerza al arrojarlos, con más fuerza vuelven contra ti. Elon Musk se inició como propietario de Twitter afirmando que lo suyo era poco menos (o puede que incluso que algo más) que una cruzada por la libertad de expresión, que era un demócrata de pura cepa y que llegaba a la red social para que todas las voces, incluso las más críticas con él, tuvieran cabida, que Twitter alcanzar el estatus de la gran ágora digital. Incluso llegó a pedir que permanecieran como usuarios a sus mayores detractores, que ninguna voz (siempre que cumpliera las reglas de Twitter) sería expulsada.

Lo que no nos contó, claro, es que lo que tiene cabida y lo que no tiene cabida en la red social depende de sus reales… opiniones. Y esto lo demuestra que en el lapso de un mes defendió la presencia de una cuenta determinada, después cambió las normas para que ya no fuera así, eliminó la cuenta y, de rebote, también las de algunos periodistas (yo lo escribo sin comillas, no como él) que informaron puntualmente sobre lo sucedido. La libertad de expresión no protege los contenidos que no le gustan a Musk I el hipócrita.

También me parece que debemos dedicar un momento al hecho, que ya he mencionado anteriormente, de que al referirse a la expulsión de periodistas de la red social, haya decidido emplear las comillas para referirse a ellos. Es sutil, desde luego, pero no es lo mismo decir periodistas que «periodistas», y Musk sabe muy bien lo que se hace cuando decide emplear las comillas. Es muy sencillo de entender, no es lo mismo si alguien te dice que has hecho algo bien, a si te dice que has hecho algo «bien», ¿verdad? Creo que esto no requiere de más explicaciones, y que demuestra que el propietario de Twitter pretende escribir un discurso muy cuestionable y que pone atención a los detalles.

Así, en estos días en Twitter ya hemos visto como Musk ha planteado las dos primeras enmiendas a la libertad de expresión:

  • 1ª Enmienda: si un tipo de contenido no me gusta, crearé nuevas normas o modificaré las normas para que deje de estar permitido y cerraré esas cuentas.
  • 2ª Enmienda: si hay una red social que en algún momento podría llegar a amenazar la mía, cerraré su cuenta y banearé sus enlaces.

Y por cierto, quizá te estés preguntando por qué he empezado este artículo citando a Musk cuando decía aquello de «Voz Populi, Vox Dei» y recordando los porcentajes de la votación sobre la vuelta de Donald Trump a Twitter, ¿verdad? No te preocupes, no me he olvidado de ello. Si sigues a Musk o su actividad en la red social, ya habrás comprobado que es bastante aficionado a plantear encuestas y a, en aplicación de dicho principio, seguir a rajatabla los resultados de las mismas.

Elon el demócrata, el que ha venido a traer la libertad de expresión y la democracia a Twitter, el que dice que la voz del pueblo es la voz de Dios… excepto cuando no le gusta lo que dice la voz del pueblo, en tal caso el dicho parece cambiar a Vox Musk, Vox Dei, algo que encaja bastante màs con la personalidad que viene demostrando desde hace ya tiempo. ¿Por qué? Porque esta mañana publicó una primera encuesta, en la que preguntaba por el futuro de las cuentas de seguimiento que habían sido expulsadas. Preguntaba cuándo restaurarlas y ofrecía cuatro opciones: Ya, mañana, dentro de siete días o más adelante. Al cabo de una hora, los resultados eran los siguientes:

  • Ya: 43,3%
  • Mañana: 4,5%
  • Dentro de siete días: 14,1%
  • Más adelante: 38,1%

Así pues, Vox Populi dijo, por mayoría, que el desbloqueo de las cuentas se debía producir hoy mismo. ¿Y qué ha hecho el muy democrático Musk? ¿Ha liberado ya las cuentas? ¿Ya podemos volver a consultar en tiempo real los vuelos de su jet? Pues la verdad es que no. En realidad, ha publicado un mensaje en el que decía «Lo siento, demasiadas opciones. Reharé la encuesta«. La diferencia entre la opción más votada (Ya) y la segunda más votada (Más adelante) era de 4,9 puntos, más de los 3,6 puntos que separaron el Sí de el No a la vuelta de Trump. Pero claro, en este caso la respuesta no era la que él quería.

Es cierto que poco después ha publicado una segunda encuesta, esta con solo dos opciones, Ya y Dentro de siete días (en este momento gana la primera con un 58,6% de los votos) pero, ¿de verdad que cuatro son demasiadas opciones? ¿En serio Musk considera que los usuarios de Twitter se pierden si tienen que elegir entre más de dos? ¿O es que no le gustaba el color que iba tomando la cosa y ha decidido probar suerte con una segunda ronda? Y si es tan demócrata, ¿por qué no ha escogido las dos opciones más votadas en la primera encuesta?

Como versión resumida de lo ocurrido en los últimos días, podemos afirmar que Elon Musk ha demostrado que su compromiso con la libertad de expresión es tan duro como una gominola y de tan largo recorrido como un pastel en la puerta de un colegio. Y no solo porque se haya inventado nuevas normas para expulsar de Twitter una cuenta que hace solo un mes defendía personalmente, sino porque además no le ha temblado el pulso a la hora de bloquear las cuentas de periodistas que informaban sobre ello. Quiero pensar que, por principios, al menos ya no se atreverá a volver a hablar de su papel o el de Twitter en la defensa de la libertad de expresión, pues ha demostrado ser un censor de primera, pero me temo que es esperar demasiado.

Y sí, si tengo que tomar partido, no dudo ni una décima de segundo en hacerlo por Binder, Mac, O’Sullivan, Harwell, Olbermann, Webster, Flee, Herman y Rupar, periodistas con mayúsculas y, por supuesto, sin comillas. Cada uno de ellos, de manera individual, ha hecho mucho más por la libertad de expresión, sin acompañarse de aspavientos, que Elon Musk en toda su vida, y más aún desde que es propietario de Twitter.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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