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Análisis

Ultracompacta Sony HDR-TG3

La cámara ultracompacta de Sony se posiciona como una de las más atractivas por sus reducidas dimensiones y su capacidad de grabación en modo FullHD 1080i. Sus prestaciones son asombrosas, aunque también hay algunas desventajas. El tamaño del sensor y la imposibilidad de conectar periféricos como un flash o un micrófono externo la desaconsejan para algunos usuarios. Sin embargo, es una buena opción para usuarios ocasionales.

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La cámara ultracompacta de Sony se posiciona como una de las más atractivas por sus reducidas dimensiones y su capacidad de grabación en modo FullHD 1080i. Sus prestaciones son asombrosas, aunque también hay algunas desventajas. El tamaño del sensor y la imposibilidad de conectar periféricos como un flash o un micrófono externo la desaconsejan para algunos usuarios. Sin embargo, es una buena opción para usuarios ocasionales. 

 

Sony nos tiene acostumbrados a productos con un acabado excepcional, y la Sony HDR-TG3 no decepciona en absoluto en ese sentido. Su diseño es realmente espectacular, con un formato vertical y unas dimensiones sencillamente prodigiosas de 63x32x132 milímetros y un peso de 300 gramos (incluida la batería) en el que Sony encierra una videocámara FullHD de lo más singular. Sus prestaciones son notables para estar encerradas en un cuerpo tan sumamente reducido, pero lo cierto es que un análisis en profundidad de esta videocámara revela importantes limitaciones. 

 

 

 

¿Las mejores esencias, en frascos pequeños? 

 

Aunque el famoso dicho podría ser cierto también en la cámara de Sony, lo cierto es que sus limitaciones acaban por dejarnos un mal sabor de boca. Tanto es así que como veremos a lo largo de este artículo, esas limitaciones nos impiden recomendarla a usuarios exigentes y que deben pensar en opciones más adecuadas para sus grabaciones de alta calidad. 

 

 

 

Como íbamos diciendo, las dimensiones y peso de esta pequeña cámara de Sony son realmente sorprendentes. Su equilibrado diseño apenas dispone de botones, gracias en buena parte al uso de una ya tradicional pantalla táctil en la que podremos ir configurando todos los parámetros de la grabación. Este tipo de interfaz tiene fans y detractores a partes iguales, pero en nuestro caso la inclusión de tal tecnología nos parece una gran idea para poder completar ese diseño minimalista y sin apenas presencia de botones. 

 

 

 

Lo que sí que encontramos en la parte posterior de la cámara, desde donde la sujetamos, es un curioso mando de control en forma de anillo deslizante. Mediante el giro de ese anillo podremos seleccionar los modos de funcionamiento (grabación de vídeo o toma de fotografías) y al mismo tiempo también seremos capaces de acceder al zoom óptico de 10 aumentos que ofrece la óptica de Sony. Es en este primer apartado en donde la ergnonomía comienza a pasar factura, ya que el mando de control no es especialmente cómodo, como tampoco lo es sujetar esta cámara durante intervalos de tiempo prolongados a pesar de su pequeño tamaño. 

 

 

 

La carcasa de la misma tiene un acabado en titanio, un material muy ligero y que permite controlar el peso de este dispositivo, además de ofrecer una capa protectora de gran resistencia. El principal problema con este material es el aumento de coste que impone sobre el precio final, y que no es nada despreciable. 

 

 

 

La cámara dispone de una sorprendente salida miniHDMI (Sony incluye un cable miniHDMI-HDMI para su conexión a equipos que soporten este tipo de estándar) y además cuenta con un puerto USB, una salida de audio y vídeo compuesto y por último una salida de audio y vídeo por componentes

 

 

 

En la parte posterior podemos encontrar la ranura para MemoryStick Pro o Pro Duo, que es el medio de almacenamiento que utilizará esta cámara cuando grabemos vídeo o cuando hagamos fotografías. Ese mismo compartimento sirve para albergar una batería que en nuestras pruebas ha dado una autonomía realmente notable, más que suficiente para grabar vídeo durante periodos prolongados que de hecho superan en muchos casos la capacidad de la tarjeta de 4 Gbytes que incluye Sony con esta cámara. 

 

El sensor, la razón de todos los males 

 

Es importante hacer hincapié en algo que los compradores de videocámaras no suelen tener muy en cuenta: el tamaño del sensor. En el caso de la HDR-TG3 Sony ha utilizado un sensor CMOS ClearVID de 1/5 de pulgada y 2,36 megapíxeles de resolución, al que le acompaña un procesador de imagen BIONZ, una tecnología de la que se conocen poco detalles pero que teóricamente ayuda a mejorar la calidad de las grabaciones. La óptica Carl-Zeiss nos da ciertas garantías, y en este caso contamos con un objetivo de 43-507 milímetros y el mencionado zoom óptico 10x. 

 

 

 

Este minúsculo sensor es la principal fuente de problemas en la cámara de Sony, ya que con ese tamaño serán necesarias unas condiciones óptimas de luz para obtener la mejor calidad de imagen posible. En interiores, incluso con buena iluminación, el sensor comienza a flaquear, y la situación se agrava cuando pasamos a condiciones de luz menos favorables, en las que la cámara de Sony pasa malos ratos haciendo aparecer el temido ruido durante la grabación de vídeo. 

 

De los 2,36 Mpíxeles del sensor tan sólo 1,43 se utilizan para el vídeo, lo que hace que en realidad para grabar a 1920×1080 (FullHD entrelazado) la cámara haga interpolación de la resolución para aumentarla a esa configuración. Esto hace que la calidad final quede degradada, y nos hace recomendar alguno de los modos de grabación de menor calidad y en los que esa interpolación no se efectúe. 

 

Dichos modos de grabación (en formato AVHCD, cómo no) están encabezados por el modo de máxima calidad, que graba a 1920×1080 y que utiliza una tasa de transferencia de datos de 16 Mbits por segundo (caben unos 30 minutos en la tarjeta MS Pro Duo de 4 Gbytes incluida). Otros modos menos exigentes son los que permiten alcanzar resoluciones de 1440×1080 a 9, 7 y 5 Mbits por segundo, y con los cuales el espacio en la tarjeta de memoria obviamente dará para mucho más tiempo. Incluso es posible grabar en definición estándar (SD) a 720×576 y 3, 6 o 9 Mbits por segundo de tasa de transferencia. 

 

 

 

Lamentablemente, otra de sus limitaciones es la imposibilidad de grabar en modo progresivo: todas las señales se captarán en modo entrelazado, algo que también supone una limitación para los videoaficionados con tablas en este campo. 

 

La interpolación no es sólo un problema del vídeo: también lo es en el caso de la toma de fotografías. Sony anuncia que esta cámara es capaz de funcionar como una cámara digital de 4 Mpíxeles, algo totalmente falso si tenemos en cuenta que su CCD es de 2,36 Mpíxeles. El truco, cómo no, está en la interpolación, que permite tomar fotos de 2304×1296 píxeles en modo 16:9 y de 2304×1728 píxeles en modo 4:3. Suficientes para usos ocasionales, pero cuya definición y calidad final son decentes sólo si contamos de nuevo con una buena iluminación. 

 

Más limitaciones 

 

Sus reducidas dimensiones probablemente sorprendan a usuarios ocasionales, pero lo cierto es que esta compresión tan dramática de su tamaño impide por ejemplo conectar flash o micrófonos externos, algo muy de moda para realizar podcasts de vídeo de cierta calidad, y que los usuarios con este tipo de objetivo deberán tener en cuenta. 

 

 

 

No obstante, en el apartado del sonido Sony ha demostrado un ingenio especial al incluir nada menos que tres micrófonos, dos de ellos en la parte frontal, debajo del objetivo, y uno en la parte superior, que combinan distintos canales de audio para lograr la toma de sonido envolvente 5.1 con un resultado bastante adecuado. 

 

La pantalla se acopla perfectamente al cuerpo principal, y es posible girarla en casi todos los sentidos para podernos grabar por ejemplo a nosotros mismos mientras la sujetamos. Una de las opciones más interesantes de la HDR-TG3 consiste en la funcionalidad «Quick On«, que permite que nada más desplegar la pantalla la cámara se ponga en marcha y podamos grabar vídeo en apenas 2 ó 3 segundos

 

 

 

Los controles táctiles de los que hablábamos inicialmente son destacables, y aunque las opciones de control manual de la cámara son en cierto modo reducidas, de nuevo sus prestaciones podrán ser suficientes para los usuarios sin grandes exigencias. 

 

Conclusiones 

 

El aspecto de esta cámara de Sony es realmente espectacular, pero parece evidente que tras ahondar en sus características sus limitaciones son claras para el videoaficionado con ciertas necesidades. La cámara de Sony es una excelente propuesta para grabaciones ocasionales, pero su formato y sus prestaciones la hacen desaconsejable para cualquiera que quiera lograr vídeos (e incluso fotos) que aprovechen las bondades del vídeo de alta definición. Sobre todo teniendo en cuenta su precio, que en la tienda oficial de Sony es de casi 1.000 euros, aunque es posible encontrarla bastante más barata (alrededor de unos 600 euros) si uno acude a tiendas on-line especializadas. 

 

 

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