Noticias
BMW y el uso absurdo del «as a service»
BMW es, sin duda, uno de los fabricantes de referencia en su segmento. Vehículos que cuentan con el saber hacer de la ingeniería alemana aplicada al motor con una capa de exclusividad y de extras que le dan su toque y su particular personalidad. Reconozco que no es mi primera opción, personalmente prefiero el diseño y la tracción delantera de Audi, pero entiendo perfectamente a los clientes de esta marca, pues salvo algunos fallos de diseño puntuales (como la cadena de distribución en algunas series del X3), todas las experiencias de uso de BMW que me han llegado han sido muy positivas.
Digo esto porque no quiero que se pueda pensar que siento animadversión alguna hacia esta marca, y que esta crítica se refiere exclusivamente a algo que diría que no entiendo, pero que en realidad entiendo demasiado bien, y que estoy seguro que a ti te ocurrirá lo mismo. Y es algo que, además, llevamos ya un tiempo viendo en el mundo del software, y que desde hace ya mucho tiempo pienso que es una enorme tomadura de pelo. Hablo, claro, de la transición de software a servicio.
Ojo, aquí procede otra aclaración. Creo que hay productos que han evolucionado de software a servicio y lo han hecho muy bien. Un ejemplo, en mi opinión, es Microsoft 360, que ofrece una suscripción anual a Microsoft Office (aplicación y versión web) trufada con otros elementos adicionales, como almacenamiento online en OneDrive. Personalmente, hace ya algunos años que soy suscriptor del servicio de Microsoft, así como de algunos otros que me parecen una buena opción.
El problema, lo que me parece una tomadura de pelo, es que vaya creciendo el número de empresas que piensan que lo único que hay que hacer para transformar una aplicación de software en un servicio es cobrar por su uso, ya sea mensual o anualmente, en vez de ofrecerlo por un pago único y, claro, sin ofrecer algún valor añadido que justifique los pagos periódicos. Si una aplicación no incluye servicios online y tampoco la actualización automática y gratuita a nuevas versiones mayores, venderla como servicio es una tomadura de pelo, un movimiento codicioso y lamentable.
Y ocurre que, como podemos leer en The Verge, BMW habría decidido jugar esa misma carta, cobrando como servicio algunas funciones de sus coches que, tradicionalmente y por lógica, se vendían como extras y, obviamente, podíamos emplear sin limitaciones hasta la jubilación del coche. Y en concreto el caso que se menciona en dicho artículo me parece paradigmático, pues cuenta que BMW ha empezado a ofrecer un modelo de cobro de 18 dólares al mes por emplear la función de asientos calefactables.
Es cierto que se ofrecen otros modelos de tarificación, como 180 dólares anuales, 300 dólares por tres años o lo que llaman acceso ilimitado (cuyas posibles limitaciones habría que comprobar), por 415 dólares. Y no puedo dejar de preguntarme qué sentido tiene este modelo, qué sentido tiene, más allá de la codicia, pretender cobrar 18 dólares al mes por hacer uso de una función ya incluida en el vehículo (y, por lo tanto, endosada en el precio del mismo, dudo que BMW vaya «a riesgo» en este sentido).
Por más que lo piense, y por muy bien que quiera pensar, soy incapaz de encontrar una explicación que no incluya la codicia. Entiendo que se ofrezcan, como servicios, funciones como los mapas, siempre y cuando esto incluya la constante actualización de los mismos, información de tráfico en tiempo real, etcétera. ¿Pero la calefacción de los asientos? ¿En modalidad de servicio con un pago mensual? ¿Y qué será lo siguiente? ¿Suscripción a los neumáticos, al volante, a los intermitentes, a poder subir y bajar las ventanillas? Lo dicho, una tomadura de pelo que espero que no cale en el sector y veamos, próximamente, en otros fabricantes.