Análisis
Jeep Wrangler 4xe 2022, urbanidad
«Yo quiero ser una señora en una tienda de flores» Eliza Doolittle (My Fair Lady, 1964)
Una tranquila mañana de mayo el profesor aparcó su viejo y espléndido Studebaker Champion en el callejón tras la iglesia. Por dejarlo a la sombra pero también por discreción ya que no tenía interés en que sus alumnos descubrieran la inconfundible silueta roja de su carrocería cerca del templo al que acudía todos los viernes. Cogió trabajosamente su maletín del asiento de atrás del coche y cerró la puerta con un crujido tranquilizador. El cuero marrón de la cartera estaba tan desgastado como sus pantalones de pana que no se quitaba hasta junio para ponerse los pantalones cortos con los que lucir sus huesudas y blanquecinas piernas. No necesitaba los papeles que tenía dentro porque el profesor tenía memoria eidética, una maldición que le supuso no pocos problemas en el colegio pero que ahora le ayudaba en su carrera por desentreñar los misterios más ocultos del universo antes de que el tiempo, precisamente uno de los misterios que estaba indagando, acabara con sus días de investigación por pura e inevitable decadencia biológica.
Los breves pasos del profesor le llevaron a la puerta trasera de la iglesia que abrió no sin antes tomar aire profundamente. El parroco le esperaba sentado en su despacho con dos tazas de té humeantes y puntuales como los dos ancianos que las iban a tomar, uno con alzacuellos sentado a la mesa sonriendo al otro que fatigosamente se acercó al lado opuesto mientras apoyaba el maletín sobre ella. El sacerdote hizo amago de levantarse para dar la mano al profesor «no te molestes» dijo éste agitando la mano «no estamos en edad de prolegómenos, parabienes y demás ceremonias inútiles». Los dos sonrieron mientras el profesor se sentaba lentamente. Con mirada cómplice golpeó el maletín tres veces con la mano «Eugene, creo que ya lo tengo» dijo guiñando el ojo «creo que he demostrado que tu querido Dios no existe. Una simple cuestión de entropía…» El sacerdote sacó unas gafas del bolsillo de la sotana y se las colocó con cuidado. «A ver, Raymond, muéstrame en qué te has equivocado esta vez.» Y mientras un par de ancianos discutían sobre los papeles que empezaron a aparecer sobre la mesa, la entropía enfriaba el contenido de las tazas inexorablemente.
La electrificación es una tendencia que ha tomado el mercado de la automoción como un ciclón modificando planes y estrategias a corto y largo plazo alimentadas por los cambios en normativas de las ciudades y leyes estatales y comunitarias. Estos cambios han supuesto el nacimiento de nuevos modelos pero también la adaptación de algunos viejos rockeros que han visto como coches tradicionalmente movidos por grandes motores de explosión se adaptaban al entorno con nuevas y modernas motorizaciones.
Modelo analizado | Jeep Wrangler |
Motor y acabado | Sahara 4xe |
Potencia | 381 CV (272 CV gasolina, 63 CV eléctrico 1, 145 CV eléctrico 2) |
Velocidad máxima | 177 Kmh |
Aceleración o-100 | 6,4 s |
Largo/ancho/alto | 4882/1894/1838 mm |
Potencia máxima RPM | 381 CV 5.250 rpm |
Par máximo Nm/RPM | 637 Nm |
Caja de cambios | Automática 8 velocidades |
Web | https://www.jeep.es/ |
Precio | 73.100 euros (sin ayudas) |
Una de las gamas que ha recibido esta actualización es la del fabricante Jeep, que ha incorporado propulsores híbridos enchufables del grupo Stellantis a modelos que se han visto modernizados de un día para otro. Incluso los grandes y experimentados en mil batallas como el Jeep Wrangler que hemos tenido la ocasión de probar. Ya pudimos conocer este modelo en una de sus versiones más aventureras movidas por un motor de gasolina de 272 caballos pero en la versión que probamos ahora este motor recibe la ayuda de la propulsión eléctrica.
Un PHEV peculiar
El caso de este Jeep es muy particular porque normalmente se aplican mecánicas híbridas enchufables a todo tipo de vehículos, pero sobre todo se trata de modelos destinados a viajar a los que la motorización eléctrica les permite moverse por la ciudad solamente mediante este propulsor. De esta forma se consigue contrarrestar la limitación de autonomía y de facilidad de carga de los coches eléctricos con un motor de explosión que permite realizar viajes de forma más holgada.
Sin embargo, tal y como ya comentamos cuando probamos la versión Rubicon, el Jeep Wrangler no es precisamente un SUV viajero sino un todoterreno de gran tamaño y de pura raza, preparado para anfrontar cualquirr obstáculo fuera de la carretera. Con buenas aptitudes para circular por el asfalto, pero definitivamente éste no es su territorio preferido ni mucho menos. Así que, por lo tanto, no estamos ante uno de los modelos híbridos enchufables a los que estamos acostumbrados.
El Jeep Wrangler es uno de los coches más robustos que hemos probado. Su fuerza la transmite su aspecto espartano y robusto pero también se puede encontrar en el propio diseño de este modelo pensado para aguantar cualquier envite. Se pueden mencionar sus ejes rígidos para la suspensión, el diseño del chásis con doble viga que le dota de una extraordinaria resistencia y a los numerosos elementos de defensa contra los obstáculos del terreno en toda la carrocería.
Todo un todoterreno
El aspecto exterior tal y como experimentamos en los primeros contactos con este modelo es francamente imponente. El frontal luce un paragolpes de gran tamaño que sobresale de forma prominente y donde se han incorporado dos grandes luces de posición. Sobre el gran parachoques encontramos el tradicional diseño de la parrilla de refrigeración que debajo está compuesta por elementos en forma de rejilla de hexágonos. El radiador con los faros redondos recrea el tradicional frontal del histórico primer Jeep.
El capó luce en los laterales unos cierres reforzados en plástico y dos tomas de aire adicionales a los lados de la protuberancia central. En el lateral podemos admirar las grandes ruedas montadas sobre las llantas de 18 pulgadas. Al igual que sucede con el paragolpes delantero, las defensas de los pasos de rueda y el estribo que recorre todo el lateral del coche sobresalen bastante, lo cual es útil para apartar posibles obstáculos o vegetación pero puede ser un inconveniente para la vida en ciudad.
En el lateral justo delante del retrovisor izquierdo encontramos la robusta tapa de plástico que protege el conector de carga de la batería que alimenta el motor eléctrico. Se ha colocado lo más arriba posible para evitar que entre agua cuando afrontemos ríos o aucumulaciones de agua en nuestros recorridos off-road. En cualquier caso como decimos la tapa es robusta y cierra de forma bastante hermética el conector por lo que no parece sensible tampoco a salpicaduras o golpes.
Aire de familia
Es una de las pocas diferencias que encontraremos frente a un Wrangler sin propulsión híbrida enchufable… La línea lateral de la carrocería no busca para nada la aerodinámica y el único ángulo que no sea recto es el del parabrisas de la parte frontal. Dos grandes y robustas puertas dan acceso a la primera y segunda fila de asientos. Ya en la parte posterior del coche y en una posición algo más baja que el conector de corriente encontramos la boca para el repostaje de gasolina, también convenientemente protegida.
La parte trasera de este Jeep Wrangler 4xe también responde a los cánones de diseño de los modelos más orientados al todoterreno de Jeep. Un portón que se abre con una robusta bisagra de forma lateral con la gran rueda de repuesto en el centro da acceso al maletero. Para conseguir acceso completo también tendremos que abrir la luneta superior. En el maletero encontramos un subwoofer de marca Alpine de generoso tamaño que ayuda no poco a que el volumen y la calidad del sonido del equipo de música sea bastante alta.
En cuanto a la capacidad este maletero puede contener hasta 533 litros, no demasiado para el tamaño del coche pero suficiente para viajar o para cargar objetos. Además abatiendo los asientos la cifra de capacidad sube considerablemente, hasta los 1.910 litros si necesitamos ampliar el espacio renunciando a la fila de los pasajeros. Una peculiaridad es que no podemos abrir la luneta sin abrir antes el portón porque la rueda de repuesto lo impide.
Espartano de calidad
En el interior del Wrangler 4xe nos encontramos con las mismas impresiones que en el modelo de la variante Rubicon: un aspecto general espartano y con materiales con aspecto de gran resistencia pero buenos acabados en algunos detalles. En cualquier caso la estética y los materiales que uno espera en un coche principalmente destinado al todoterreno, pero con comodidades que no encontrábamos en este tipo de modelos hace unos años.
Los asientos delanteros tapizados con material de imitación de cuero son cómodos y envolventes y sobre todo el acolchado es eficaz a la hora de amortiguar las irregularidades del terreno. También con vistas a los sobresaltos provocados por baches y otros obstáculos en las plazas delanteras tenemos a disposición unos grandes asideros colocados en el pilar A que nos permiten sujetarnos cuando las cosas se ponen más difíciles.
Como ya observamos en el modelo Rubicon hay algunos detalles con remates de calidad como las costuras de los asientos y en los recubrimientos de las palancas de cambio y activación de los modos de tracción y reductora. Los botones y diales son robustos y de corto recorrido para protegerlos de posibles golpes y los conectores USB y de sonido auxiliar van protegidos con una tapa de plástico para mantenerles a salvo en caso de entrar polvo o agua.
Polvo y agua
Y es que en el Wrangler el que entre polvo o agua puede ser más habitual de lo que parece, ya que el Wrangler es un coche prácticamente desmontable. En primer lugar se pueden retirar las piezas del techo para convertirlo en un descapotable. Hay dos partes encima del conductor y del pasajero y otra que tapa el resto del coche. Son piezas ligeras de fibra de vídeo que se pueden manejar con relativa facilidad, aunque hay que buscarles sitio ya que tienen un lugar específico dentro del coche. Sobre nosotros quedarán entonces solamente las barras antivuelco.
Pero hay otro paso adicional que consiste en desmontar las puertas y abatir el parabrisas para que el interior del coche esté totalmente expuesto y se aligere considerablemente. No es un proceso que vayamos a realizar a menudo pero transforma al Wrangler en un verdadero «Dune Buggy» realmente divertido a pesar de su imponente tamaño. Esta tarea es algo más complicada que la de retirar simplemente los paneles del techo.
De cualquier forma en esta versión lo que nos interesa es analizar el comportamiento del potente conjunto de propulsión de este Jeep Wrangler. Los 381 caballos del sistema como ya adelantamos se componen de un motor de gasolina de 272 caballos, de un motor eléctrico en el eje delantero que sustituye al alternador con una potencia de 63 caballos (que solamente asiste en ciertos momentos) y otro motor colocado en la propia caja de cambios con 145 caballos.
Grande y ágil
El resultado es que este Wrangler se mueve con mucha más agilidad que el que probamos que solamente equipaba el motor de gasolina. Si nos desplazamos solamente con el modo eléctrico el motor de 145 caballos (con ayuda del motor secundario) es capaz de mover las más de 2,2 toneladas del Jeep Wrangler con suficiente soltura como para conducir con suavidad por las calles. Los obstáculos serán la dirección y el tamaño del coche, aunque sorprendentemente gracias a las cámaras la verdad es que las maniobras, aunque laboriosas, no suponen demasiado problema.
Esto hace del Jeep Wrangler un coche urbano atípico, con ninguno de los rasgos ni el tamaño que distingue a un coche de este tipo pero capaz de moverse con suficiente soltura y silencio además de hacerlo sin emisiones siempre que usemos el modo eléctrico. En cuanto a la autonomía como siempre los datos son algo optimistas pero sí que hemos podido alcanzar los 40 kilómetros sin tener que recargar. Al salir a la carretera este dato desciende drásticamente como es normal.
Cuando usamos los tres motores gracias al modo híbrido de funcionamiento este Wrangler se convierte en un coche con una respuesta inmediata y con recuperaciones sorprendentes para un coche de esta masa y esta filosofía. Esto no hace del Wrangler un coche indicado para largos trayectos en carretera y mucho menos para conducción deportiva, pero con un tacto más civilizado de lo que esperábamos que permite llevar un buen ritmo de conducción. Cuando pisamos a fondo la aceleración es intensa, aunque tarda un instante en reaccionar para vencer la imponente masa del Wrangler. Ver como alcanza los 100 km/h desde parado en 6,4 segundos para un coche de este tipo es… impresionante.
Fuera del asfalto el Jeep Wrangler 4xe se muestra igual de talentoso que sus hermanos con motores exclusivamente de combustión. Y la potencia extra, siempre que la administremos bien, se nota a la hora de superar obstáculos o conducir en pistas de tierra accidentadas. Los sistemas de control de tracción, de desconexión de la barra estabilizadora, el bloqueo eléctrico de los ejes, las marchas con reductora garantizan un perfecto desempeño en el campo en cualquier condición, incluso las más complicadas.
Conclusiones
La incorporación de una mecánica híbrida enchufable al Jeep Wrangler ha supuesto una transformación muy sorprendente para un modelo que no tiene en el asfalto su hábitat natural. Gracias a los motores eléctricos incorporados este modelo se convierte en un inesperado urbanita que puede moverse con la soltura que le permita su tamaño con una autonomía de 40 kilómetros que puede ser suficiente para muchos desplazamientos.
Se trata de un coche único en su especie fabricado por una marca muy especializada en vehículos todoterreno, que con con la incorporación de esta mecánica le da una versatilidad en ciudad realmente inesperada a la vez que le proporciona una potencia y respuesta que lo hace mucho más agradable de conducción y con unas virtudes en carretera mayores que la de los modelos de explosión. Un modelo curioso pero profundamente interesante.