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Análisis

Dragon Age: Inquisition, análisis

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El protagonista de nuestro análisis es, probablemente, el juego más importante para Bioware en los últimos años. Tras el fiasco que supuso la segunda parte este Dragon Age: Inquisition tenía que recuperar el prestigio de la saga y, de paso, devolver al estudio canadiense la gloria perdida. Ya adelantamos que la misión ha sido completada con éxito.

Dragon Age: Inquisiton se presenta con un interesante argumento con la lucha de poderes como detonante; tras una desastrosa guerra civil entre magos y templarios, unos misteriosos portales están expulsando demonios al reino de los vivos. Resulta curioso que lo peor del título sean las dos primeras horas de juego, un insulso prólogo con muy pocas explicaciones y un nivel gráfico notablemente  inferior a lo que encontramos solo un poco después. Merece la pena esperar desde luego.

Crear un juego de rol de corte clásico y pretender que sea un éxito de ventas en 2014 es una tarea imposible; sí, todos estamos de acuerdo en que títulos como Baldur´s Gate o Planescape Torment representan la esencia del RPG (de hecho, es un auténtico placer rejugarlos en las versiones tablet o a través de servicios como GOG) pero el gran público demanda espectaculares combates y acción inmediata, razón por la que Bioware ha tenido que moverse entre los dos mundos y presentar un producto que convenza tanto al purista del género como al jugador más casual.

Para conseguirlo, han optado por combinar dos mecánicas jugables en el mismo título. Así, en el nivel de dificultad normal no resulta muy complicado acabar el título como si fuera un A-RPG (no vamos a decir un Diablo pero casi) mientras que aquellos que opten a subir a difícil si tendrán que activar el modo táctico y pensar en una estrategia más allá de mantener pulsado el botón de atacar.

Es con esta segunda opción cuando disfrutaremos con las habilidades y técnicas de nuestros personajes (algunas realmente espectaculares y originales) y nos veremos obligados a gestionar un grupo equilibrado, donde una mala decisión puede suponer el fracaso en la batalla y la gestión de recursos se torna imprescindible.

 

El modo táctico muestra efectos, trayectorias y áreas de efecto de conjuros y hechizos de forma tan minuciosa como cualquier clásico del género, convirtiéndo los grandes combates en batallas épicas. De hecho, si hubieran habilitado la posibilidad de jugar por turnos estaríamos ante la reencarnación de cualquier clásico, cambiando el glorioso Infity Engine por un motor gráfico acorde a los nuevos tiempos. En cualquier caso, la opción de pulsar un botón para que «el tiempo fluya» es atractiva visualmente y funciona realmente bien.

Bioware simplifica en elementos tan importantes como las pociones de curación (que siempre son 8 como máximo y se reponen automáticamente), las clases (que se quedan en tres, aunque luego podemos especializarnos), los atributos (que no podemos subir manualmente) o las misiones secundarias que, exceptuando alguna excepción, resultan mucho más planas que en el original (a menos que conseguir diez pieles de carnero nos resulte apasionante).

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Ficha técnica

¿Es Dragon Age: Inquisiton un RPG casual? Mucho nos tememos que no. Exceptuando alguna excepción (veremos de qué es capaz CD Project con el esperadísimo The Witcher 3) el género va en una dirección muy clara (que se nota todavía más en consolas) y no parece que vaya a cambiar, sino todo lo contrario. Al fin y al cabo, ¿qué es un RPG sino un instrumento para contar al jugador una gran historia? Afortunadamente el argumento del título es apasionante y el universo que nos ofrece nos deparará horas de diversión, máxime si más allá del mata-mata nos gusta explorar el mundo y la riqueza que nos propone el título.

Merece la pena hacer un inciso en la Mesa de Guerra, un mapa interactivo que representa el mundo donde se desarrolla el juego y permite desbloquear nuevas zonas y misiones, así como manejar un sistema de agentes automatizados a realizar misiones. La influencia real sobre el juego es modesta en lo jugable (si bien argumentalmente si es interesante). También nos ha gustado especialmente las historias de los personajes que forman nuestro grupo, mucho más ricas de lo habituales en otros títulos y que ofrecen perspectivas muy claras de las distintas personalidades, motivaciones y anhelos.

Desde el punto de vista técnico (lo hemos probado en PS4) solo tenemos buenas noticias, con una mención muy especial para un arte sobresaliente. Por cierto, el empeño en fijar los 1080p penaliza ligeramente el rendimiento de la consola de Sony respecto a Xbox One, donde funciona a 900p pero con una tasa de frames totalmente estable. Grandísima banda sonora y uno de los mejores doblajes (solo en inglés) de la presente generación.

Conclusiones

Dragon Age: Inquisiton supone la llegada del rol de verdad a la next-gen y, a espera de lo que está por llegar, la mejor compra que los aficionados al género pueden hacer. Es un título enorme, adictivo hasta decir basta y con una historia apasionante. Para disfrutarlo como se merece, recomendamos jugarlo en difícil (o en pesadilla, si queréis la experiencia más táctica) y dedicar un par de partidas a explorar las posibilidades de cada clase antes de decidirnos a emprender la historia principal.

En el lado negativo echamos de menos más posibilidades de gestión de la IA de nuestros compañeros (que se limitan a rutinas prefijadas que podemos variar ligeramente), un multijugador un tanto insulso (sabemos que es complicado, pero una campaña cooperativa hubiera sido alucinante) y más control en la cámara táctica. Nosotros lo dejamos en notable alto, pero aquí tenéis más valoraciones.

Me encargo de traer innovación y nuevo negocio al grupo TPNET. Además colaboro en varios de nuestros sitios como MC y MCPRO.

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