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Papel y lápiz: tecnología al servicio de la salud

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Papel y lápiz: tecnología al servicio de la salud

Para algunos de nosotros, especialmente los que ya peinamos algunas canas, hablar de papel y lápiz nos genera una enorme sucesión de recuerdos de la infancia. Nos retrotrae a otros tiempos que no digo que fueran mejores o peores, solo digo que eran distintos, especialmente para nosotros, que éramos más jóvenes. En cualquier caso, hablar de dicha combinación me hace pensar en tomar apuntes y resolver ejercicios en clase, en matar las horas muertas garabateando, en anotar direcciones y números de teléfono de nuevas amistades… en lo que no me hace pensar, en absoluto, es ciencia. Y menos aún en medicina.

Afortunadamente, hay personas con la mente bastante más abierta que yo, y entre ellos incluyo al equipo de investigadores de la Universidad de Missouri que acaba de publicar un paper en el que llevan el conjunto de papel y lápiz a un uso sorprendente y fascinante: emplearlos, en conjunto, como parte de un sistema biométrico efectivo y económico.

La clave consiste en que el grafito «tiene» energía, hay que recordar que es una de tantas formas que tiene el carbono, y que, además, puede funcionar como un electrodo sensor. Y, al mismo tiempo, el papel proporciona una estructura de soporte flexible para la señal recogida por el mismo. Dicho de otra manera, si coges papel y lápiz (la mina del mismo debe tener un mínimo del 90% de grafito), habrás creado una estructura conductora que, gracias a la flexibilidad del papel, se puede adaptar a prácticamente cualquier superficie. De esta manera, la combinación de papel y lápiz puede ser empleada para medir determinadas constantes.

Esta investigación abre el campo al desarrollo de todo tipo de wearables capaces de monitorizar en tiempo real cosas como la temperatura corporal o el nivel de glucosa. A este respecto las pruebas efectuadas por los investigadores han demostrado que los resultados obtenidos por los sensores biométricos fabricados con papel y lápiz son muy fiables y que, por lo tanto, podrían llegar a ser usados como alternativas a las versiones actuales de los mismos.

Papel y lápiz se componen de materiales baratos y sencillos de obtener, además de no generar problemas como los asociados con el plástico, un componente habitual a día de hoy en este tipo de sensores. Y aunque en ambos casos los sensores se degradan rápidamente, no ocurre lo mismo con los materiales empleados para su fabricación. No hay más que recordar la baja biodegradabilidad del plástico y, por lo tanto, la necesidad de establecer sistemas de reciclaje del mismo, que eviten que monstruosidades como la isla de basura o, para ser más exactos, la creciente cantidad de las mismas que se han ido detectando en los últimos años.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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