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Cinco actualizaciones imprescindibles que mejorarán mucho tu PC

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Quieres mejorar tu PC, lo tienes claro, pero no sabes por dónde deberías empezar. Es un problema muy común y es que, cuando tenemos un presupuesto limitado tenemos que elegir con mucho cuidado, ya que no todas las actualizaciones de componentes, y de periféricos, tendrán el mismo impacto en nuestra experiencia de uso, es decir, no serán tan importantes ni las disfrutaremos al mismo nivel.

Por ello, he querido dar forma a esta guía, y le he dado un toque muy personal, ya que he partido de más de 15 años de experiencias propias para compartir con vosotros los que son, en mi opinión profesional, las cinco actualizaciones que más vas a notar a la hora de mejorar tu PC y que son, por tanto, «imprescindibles».

A diferencia de lo que suelo hacer en la mayoría de las guías, no me voy a limitar a componentes. Esto tiene una explicación y es que, al final buena parte de esas actualizaciones imprescindibles se centran precisamente en los periféricos.

Sí, está claro que utilizando componentes más potentes disfrutarás de un mayor rendimiento, pero cuando hablamos de experiencias la potencia no lo es todo, y lo podemos ilustrar con un ejemplo muy sencillo: imagina utilizar una tarjeta gráfica de gama alta con un monitor de gama baja equipado con un panel LCD TN de 60 Hz. Terrible, ¿verdad? Y ahora imagina que encima tienes un teclado y un ratón de gama baja, unos altavoces deficientes…

Hay muchas maneras de mejorar tu PC, eso está claro, y como hemos dicho estas no se limitan al hardware. Sin embargo, en esta guía he querido salirme de lo habitual, de las clásicas de «cambia CPU, amplía RAM» y similares, y he seleccionado con mucho «mimo» cinco menos conocidas, pero que deberíais priorizar para llevar vuestra experiencia a otro nivel. Como siempre, si tenéis cualquier duda podéis dejarla en los comentarios y estaré encantado de ayudaros.

1.-El sonido, un gran olvidado que puede mejorar tu PC de forma notable

mejorar tu pc con una tarjeta de sonido

Recuerdo que, en la década de los ochenta y también en la de los noventa, el sonido era un aspecto muy importante para cualquier usuario de PC, especialmente para aquellos que lo utilizábamos para jugar. La tarjeta de sonido jugaba un rol clave, era un componente vital ya que determinaba no solo la compatibilidad con los juegos, sino también la calidad de sonido que íbamos a disfrutar en estos.

En mi caso, mi primer PC propio venía con una Sound Blaster 16 que me dio muchas alegrías, tanto por la compatibilidad que ofrecía como por la calidad que presentaba, y eso que era un modelo que podíamos considerar como económico. Las diferencias que podía marcar la tarjeta de sonido en aquella época eran enormes, tanto que podíamos tener un sonido de calidad o uno enlatado, con poca profundidad y pegada, o incluso quedarnos sin sonido en ciertos juegos.

Con el paso del tiempo, el sonido fue quedando en un segundo plano. La integración de chips de sonido en las placas base fue, sin duda, uno de los principales culpables, aunque también influyen otros aspectos, como por ejemplo el hecho de que se ha dado cada vez más prioridad a los elementos gráficos, que pocas personas están dispuestas a pagar por una tarjeta de sonido dedicada que creen que hará lo mismo que el chip de la placa base.

Obviamente, la realidad es totalmente distinta. Un chip de sonido integrado en una placa base no está al nivel de una tarjeta de sonido dedicada, aunque es cierto que la calidad que este ofrece es suficiente para la mayoría de los perfiles de usuario que se agrupan dentro de la gama media, y sobre todo dentro de la gama baja.

Esa idea de suficiencia, de creer que es aceptable y que no necesitamos más ha sido uno de los grandes lastres que ha afectado al mundo del sonido en PC, especialmente en juegos. Sin embargo, es curioso lo que ocurre cuando ponemos a usuarios escépticos ante una escena con sonido generado por el chip de una placa base, y cuando les ponemos la misma muestra generada por una tarjeta de sonido. Notan muchas diferencias, incluso a pesar de que no tienen el oído entrenado.

Una tarjeta de sonido dedicada, y un kit de altavoces con una calidad razonable, te permitirán mejorar tu PC de una manera fantástica, tanto si juegas como si solo reproduces música y contenidos multimedia. En juegos, disfrutarás de mejoras como sonido posicional, perfiles especializados en géneros y títulos concretos y de efectos con una mayor contundencia y profundidad. En música, gozarás de una experiencia más rica, diferenciarás mejor los sonidos, identificarás instrumentos que antes se «perdían» en el grueso del conjunto musical, y escucharás tus canciones favoritas a otro nivel.

2.-Un monitor con una tasa de refresco de 120 o 144 Hz marca un gran salto

monitor Hz

Imagen: Intel.

La tasa de refresco determina la cantidad de veces que se actualiza una imagen en un segundo. Esto quiere decir que si tenemos una tasa de refresco de 30 Hz, la imagen se actualizará 30 veces en un segundo, si tenemos una tasa de refresco de 60 Hz lo hará 60 veces en un segundo, y con un monitor de 120 o 144 Hz se actualizará la imagen 120 o 144 veces en un segundo.

Ya sabemos qué es la tasa de refresco, pero es importante tener en cuenta que este concepto va profundamente unido a la tasa de fotogramas por segundo, esto es, a la cantidad de nuevos fotogramas que se generan en un segundo. Así, si tenemos un monitor a 60 Hz, lo ideal es que la tasa de fotogramas sea de 60 por segundo, mientras que en el caso de un monitor de 120 Hz o de 144 Hz lo ideal sería llegar a 120 FPS o 144 FPS.

Saltar de un monito de 30 Hz a uno de 60 Hz ya te permitirá mejorar tu PC de una manera increíble, porque estás doblando la frecuencia de actualización de la imagen, y esto se traduce en una sensación de fluidez mucho mayor. No es lo mismo contarlo que verlo, pero al final la diferencia que marca es tan grande que podemos decir que hay un mundo de diferencia, tanto que, de hecho, no es para nada recomendable comprar monitores limitados a 30 Hz.

Sin embargo, muchos creen que ahí es donde termina la cosa, es decir, que no vale la pena comprar un monitor con una tasa de refresco de más de 60 Hz porque no vamos a notar una diferencia sustancial. De nuevo, la realidad es totalmente distinta, aunque siendo justos sí que es cierto que, para un usuario normal, ir más allá de los 144 Hz no tiene mucho sentido.

En mi caso, una de las actualizaciones más importantes que he hecho en los últimos años, por las diferencias que he notado gracias a la mayor tasa de refresco, fue comprar un monitor QHD a 144 Hz. Venía de un monitor a 60 Hz, y el salto que noté fue muy grande en términos de fluidez, especialmente en juegos. Esto hizo que pudiera disfrutarlos a otro nivel, y también me dio una ligera ventaja en juegos competitivos, ya que notaba una mejor respuesta de mis acciones en general.

En aquel momento tenía una GeForce RTX 2080 Super y podría mantener sin problemas tasas de FPS muy altas. Este detalle es importante ya que, como os he comentado, para aprovechar un monitor con una alta tasa de refresco, necesitamos un PC potente. Así, si tenemos un monitor de 144 Hz pero nuestro equipo solo es capaz de mantener 60 FPS no notaremos ninguna diferencia, pero si superamos esa cifra la cantidad de fotogramas que se reproducirán en un segundo aumentará, hasta llegar a ese máximo de 144, y marcará una diferencia enorme, como hemos dicho.

3.-G-Sync y FreeSync con esenciales para mejorar tu PC en juegos

monitor con FreeSync

Un monitor a 144 Hz puede mejorar tu PC de una manera impresionante, como ya hemos comentado en el apartado anterior, pero lo ideal es acompañarlo de G-Sync, si vamos a utilizar una tarjeta gráfica GeForce de NVIDIA, o de FreeSync, sin vamos a utilizar una tarjeta gráfica Radeon RX de AMD. Ambas tecnologías tienen un papel muy importante en juegos, y representan una mejora que desde luego considero imprescindible.

Ese fue otro cambio que noté muchísimo cuando actualicé mi monitor. Como os he comentado, tenía un modelo de 60 Hz con panel VA que, la verdad, ofrecía una calidad de imagen muy buena, pero en juegos me encontraba con frecuencia con problemas de «stuttering», y también con casos de «tearing» bastante graves. Esto me obligaba a activar la sincronización horizontal, pero en ocasiones, cuando el rendimiento caía por debajo de  los 60 FPS, acababa teniendo problemas derivados de ese ajuste, y el «stuttering» seguía presente.

El «stuttering» se produce por irregularidades en los tiempos de generación de fotogramas, lo que produce una pérdida de sincronización entre estos. Su impacto puede ser variable en función de lo grave que este resulte, pero en casos extremos puede tener un impacto tan grande que un juego que funcione a 100 FPS puede presentar microtirones constantes que arruinarán por completo la experiencia, y hará que sea injugable. Por contra, el «tearing» es la ruptura de la imagen, representada por grandes líneas horizontales, se produce cuando movemos un juego con una tasa de FPS superior a la tasa de refresco de nuestro monitor.

Saltar a un monitor compatible con G-Sync fue para mí una de las mejores inversiones que he hecho en más de 30 años como amante de la tecnología, y lo mismo aplicaría si hubiese optado por uno con FreeSync. Ambas tecnologías se enfocan a tarjetas gráficas distintas, como os he comentado, pero al final su objetivo es el mismo: actuar como nexo de unión entre la GPU y el monitor para que ambos trabajen de una manera perfectamente sincronizada, eliminando por completo el «stuttering» y el «tearing».

Actualmente existen diferentes versiones de G-Sync y de FreeSync, pero incluso en sus modalidades más básicas marcan una diferencia tan grande que, cuando las pruebes, no podrás dejar de preguntarte por qué esperaste tanto a mejorar tu PC con cualquiera de ellas. En mi caso, no podría volver a un monitor sin G-Sync.

4.-Salta a la nueva generación: Trazado de rayos y DLSS

trazado de rayos

NVIDIA fue la primera en apostar por el trazado de rayos, y también fue la que más arriesgó para poder implementar dicha tecnología en juegos actuales. No solo desarrolló hardware dedicado para acelerar trazado de rayos, sino que además, dio forma a un hardware especializado en inteligencia artificial que hizo posible la llegada del DLSS, una tecnología de reconstrucción inteligente de la imagen que, como sabemos, puede llegar a triplicar el rendimiento en ciertos juegos.

Comprar una nueva tarjeta gráfica te permitirá disfrutar de esos juegos que antes le quedaban grande a tu PC, podrás configurarlos con calidad alta y mantener una buena tasa de fotogramas por segundo. Todo esto está muy bien, pero el mundo del gaming ha llegado a otro nivel gracias al trazado de rayos y al DLSS, dos tecnologías que se complementan de maravilla, y que han permitido crear una experiencia de nueva generación incluso a pesar del lastre que representan los desarrollos intergeneracionales.

En mi caso, cuando pasé de una GTX 980 Ti a una GeForce RTX 2080 Super, el cambio más importante que noté no vino dado tanto por la diferencia de potencia bruta, sino por las mejoras a nivel de calidad gráfica que me ofrecía el trazado de rayos, y también por cómo podía compensar su impacto en el rendimiento con el DLSS sin sacrificar calidad de imagen.

El primer juego que me lancé a probar fue Quake 2 RTX, y quedé maravillado por cómo el trazado de rayos podía hacer que un título con una geometría tan simple llegara a ese nivel de calidad gráfica. Desde entonces, he ido disfrutando de muchos juegos con trazado de rayos, y gracias a la excelente implementación de esta tecnología que han hecho juegos como Cyberpunk 2077, Metro Exodus Enhanced Edition y Dying Light 2, tengo claro que dar el salto a una GeForce RTX fue una de las mejores decisiones que he tomado.

Ya no podemos medir el valor de una tarjeta gráfica limitándonos a la rasterización. El trazado de rayos ha dejado de ser el futuro para ser el presente, y con el DLSS ha ocurrido exactamente lo mismo. Ambas tecnologías pueden mejorar tu PC de una manera clara y simple: permitiéndote disfrutar de una calidad de imagen superior, con efectos de iluminación, sombras y reflejos altamente realistas, y sin que tengas que renunciar por ello a un buen rendimiento.

5.-Monta un SSD: La manera más rápida, sencilla y económica de mejorar tu PC y llevarlo a otro nivel

mejorar tu PC con un SSD

Pocas cosas marcan una diferencia tan enorme como pasar de un disco duro a un SSD. En 2015, aprovechando que iba a montar un PC nuevo, me decidí a dar el salto y me olvidé por completo de los discos duros, una decisión que, obviamente, fue todo un acierto, y que todavía hoy sigo celebrando. Mi experiencia fue tan buena que, de hecho, no dudé en quitarle la unidad de DVD a mi portátil Lenovo para poder montar en su espacio una unidad SSD SATA III, hace ya unos cuantos años.

Las unidades SSD carecen de partes mecánicas y no utilizan platos para almacenar datos. Esto hace que sus tiempos de acceso sean mucho más rápidos, que no sufran el problema de la fragmentación y que puedan ofrecer velocidades de lectura y escritura que, incluso en los modelos más económicos y limitados, están totalmente fuera del alcance de las unidades HDD.

Si te preguntas cómo puede mejorar tu PC, la respuesta es muy sencilla: reduciendo los tiempos de encendido y de apagado, así como los tiempos de carga en juegos, acelerando el inicio de numerosas aplicaciones y haciendo que, en general, tu equipo ofrezca una respuesta instantánea. Tendrás la sensación de que tu sistema operativo «vuela», y no tendrás que preocuparte por posibles fallos mecánicos. Los juegos también funcionarán mejor, ya que el SSD puede trabajar más rápido, y esto ayuda a generar mundos abiertos con una fluidez imposible para un HDD.

Algunos todavía mantienen vivo el mito de que los SSDs son menos fiables que los HDDs, algo que, desde luego, no tiene ningún sentido. La tecnología que está detrás de este tipo de unidades ha mejorado sustancialmente, y hoy en día, si hacemos un uso mínimamente sensato de un SSD, lo más probable es que lo acabemos cambiando antes de que tengamos problemas. Para muestra un botón, yo todavía utilizo el primer SSD que compré en 2015, y CrystalDisk Info lo valora su estado como «Bueno – 95%».

Para empezar a disfrutar de las ventajas que ofrece un SSD, y de ese valor diferencial que tanto va a mejorar tu PC, no es necesario que te vayas a las unidades más caras del mercado. Incluso un SSD SATA III de 20 euros ya supone un salto enorme frente a cualquier disco duro actual. Con todo, ten en cuenta que si tienes pensado jugar, y quieres estar preparado para la transición a la nueva generación, es recomendable que te plantees comprar un modelo PCIE Gen3 x4 que funcione, al menos, a 2.400 MB/s en lectura secuencial.

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