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Eternal Sunshine of the Spotless Mind
«Me llamo Joel Barish y he venido a borrar a Clementine Kruczynski«, le decía Jim Carrey a Tom Wilkinson antes de ponerse en las manos de Mark Ruffalo en la increíble película de los siempre sorprendentes Charlie Kaufman al guión y Michel Gondry a la dirección. Titulada «Olvídate de mí» en España y «Eterno resplandor de una mente sin recuerdos» en Latinoamérica, la película nos planteaba un presente alternativo o un futuro muy cercano en el que la neurociencia nos permite el borrado selectivo de recuerdos.
Borrar los recuerdos de manera selectiva suena, en primera instancia, como algo tremendamente positivo, pues podría servir para atajar las consecuencias de vivencias traumáticas que han provocado secuelas psicológicas. No creo necesario enumerar ejemplos, pues seguro que a todos nos vienen a la cabeza determinado tipo de vivencias que aportan poco o nada al crecimiento personal y que, sin embargo, pueden convertirse en un increíble lastre que puede durar toda una vida.
Habrá bastante menos consenso, eso sí, si hablamos de recuerdos negativos pero de los que sí que extraemos aprendizaje, y que forjan nuestra personalidad. «Quien no aprende de los errores del pasado, está condenado a repetirlos» dijo George Santayana, filósofo, ensayista, poeta y novelista, y el borrado selectivo de memoria podría afectar, sin duda alguna, a dicha capacidad. Y aunque el borrado selectivo de memoria todavía no es una opción disponible, sí que contamos ya con herramientas que lo permiten de manera parcial.
Esta reflexión nace a consecuencia de un texto promocional que he visto en Mashable, en el que un experto ofrece sus servicios para el borrado de elementos de imágenes con Photoshop. Una opción muy práctica para algunos casos, pero que es ilustrado con una fotografía de dos personas, y una versión editada con Photoshop de la misma en la que una de ambas personas ha desaparecido por completo. Borrado selectivo aplicado a un medio digital.
No estoy en contra del retoque fotográfico, pienso que las herramientas como Photoshop son muy, muy útiles, pues permiten realizar todo tipo de correcciones, algo que sumado al revelado de los brutos digitales permite obtener imágenes absolutamente espectaculares. Cualquier tipo de edición dirigida a la mejora, en principio, positiva, aunque el abuso de la misma para modificar sustancialmente la realidad también puede ser cuestionado, pero lo que verdaderamente me genera muchas dudas es el borrado.
También, en este punto, quiero aclarar algo, y es que no es lo mismo borrar, por ejemplo, a una persona que se ha «colado» en una foto en la que no debería estar, como el clásico espontáneo que se cuela sin darse cuenta o alguien con ganas de bromear que puede desmerecer un recuerdo. En esos casos, pienso que el uso de Photoshop para borrar está más que justificado. Es algo muy distinto a eliminar algo, o a alguien, cuya presencia en dicha imagen estaba justificada en su momento, pero que con el tiempo ha pasado a ser incómoda.
Recurrir a Photohop para realizar un borrado selectivo de memoria me parece un ejemplo claro de intentar modificar el pasado simplemente para hacer que nos guste más, pero por el camino nos roba gran parte de la experiencia adquirida durante el camino. El pasado es el que es, e intentar reescribirlo para acomodarlo a nuestros deseos no es sino una manipulación llevada a cabo de manera consciente y con la que, en todo caso, nos estaremos engañando a nosotros mismos.
¿Qué opinas tú? ¿Has recurrido a Photoshop u otras herramientas de retoque para eliminar algo que ya no querías que estuviera en una foto? ¿O crees que usar Photoshop para alterar el pasado y los recuerdos es un error? ¿Lo justificarías en algún caso?
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