Inteligencia artificial y suplantación de celebridades
La inteligencia artificial se ha convertido en la rama de la informática más candente en los últimos tiempos. Desde hace dos o tres años, pero especialmente a lo largo de este 2023, rara es la semana que no sabemos sobre un nuevo uso práctico de la misma, una evolución de las herramientas previamente existentes. Y, salvo sorpresas, podemos esperar que este ritmo se mantenga a corto, y también probablemente a medio plazo, pues vivimos tiempos en los que parece que nadie quiere quedarse fuera de la tecnología de moda.
En su gran mayoría, las novedades que se están presentado son interesantes, útiles o, cómo mínimo, divertidas, y es que los campos de aplicación no paran de crecer. Desde su uso en los juegos, con tecnologías tan asentadas con DLSS de NVIDIA o, hablando de la misma tecnológica, sus planes para dotar de mucha más vida a los NPC con NVIDIA ACE, hasta herramientas de uso diario como las de Google, IAs generativas como DALL-E 3 y GPT-4, ecosistemas como Microsoft Copilot… la lista es interminable.
Desgraciadamente, sin embargo, también hemos empezado a tener noticia sobre usos de la inteligencia artificial que son, como mínimo, cuestionables, y que en determinados casos resultan sencillamente despreciables. Y, claro, entre ellos hay bastantes que, aún pudiendo ajustarse a la legalidad vigentes, son bastante cuestionables en el ámbito de la ética. En estos últimos días hemos tenido conocimiento de dos casos, muy recientes, que sin duda representan lo que no se debería hacer con la inteligencia artificial.