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El sarcófago de Chernóbil

El responsable de energía ruso de la ONG ecologista Greenpeace ha denunciado las condiciones del sarcófago que cubre el cuarto reactor de la central ucraniana, donde tras una sucesión de errores se produjo en 1986 el mayor accidente nuclear de la historia y la emisión de una gigantesca nube radiactiva en Europa. El actual sarcófago está lleno de agujeros, ya no cumple sus funciones, advirtiendo de escapes radiactivos.

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El responsable de energía ruso de la ONG ecologista Greenpeace ha denunciado -de nuevo- las condiciones del sarcófago que cubre el cuarto reactor de la central ucraniana, donde tras una sucesión de errores se produjo en 1986 el mayor accidente nuclear de la historia y la emisión de una gigantesca nube radiactiva en Europa. “El actual sarcófago está lleno de agujeros, ya no cumple sus funciones", dice, advirtiendo de que puede haber escapes radioactivos a través de las grietas.

El activista ruso denunció en declaraciones a la agencia Interfax que el consorcio internacional encargado de solucionar el problema que representa Chernóbil ha recaudado miles de millones de euros para colocar el nuevo sarcófago, pero las autoridades ucranianas aún no han puesto en marcha las obras. "El plazo de vida del sarcófago expiró hace tres años. Ahora se está hablando de su reparación pero si no se coloca un nuevo sarcófago pronto, las secuelas pueden ser de cualquier clase", alertó el responsable de energía de Greenpeace en Rusia.

Las autoridades ucranianas han contestado que “no se han producido averías con vertidos de sustancias químicas en la zona tras las obras efectuadas en 2008 que garantizan la seguridad durante 15 años”, tiempo suficiente para desactivar por completo la planta y el territorio adyacente, “enterrando para siempre”, dicen, las 200 toneladas de combustible nuclear que aún están almacenadas bajo el reactor accidentado.

Una tarea complicada que ya está asignada al consorcio francés Novarka, que construirá un nuevo sarcófago, consistente en un gigantesco cubo de hormigón de 257 metros de longitud, una anchura de 150 y una altura de 108 metros, que garantizaría la seguridad de la central y las personas que viven en los alrededores durante los próximos cien años.

Como vemos, el empleo pacífico-comercial de la energía atómica y su seguridad sigue y seguirá en el centro del debate, con Chernóbil como máximo exponente para los que entienden que hay que desterrar su uso.

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