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Procesadores RYZEN en PS5 y Xbox Two, un salto realmente necesario

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Las consolas de la presente generación han marcado un salto importante a nivel de arquitectura comparadas con Xbox 360 y PS3 ya que utilizan procesadores x86 en lugar de soluciones personalizadas de IBM, un cambio que esperamos que se mantenga en PS5 y Xbox Two (nombres provisionales).

El paso a dicha arquitectura ha tenido algunas consecuencias positivas y ha facilitado mucho las cosas a los desarrolladores, que han tenido acceso a kits de desarrollo simplificados y han podido hacer adaptaciones más simples de los títulos de consola a PC, aunque en algunos casos ni siquiera esas facilidades nos han librado de los malos ports.

Polémicas aparte es importante tener en cuenta que no todo ha sido positivo. Los procesadores PowerPC de Xbox 360 y el Cell de PS3 eran soluciones muy avanzadas que ofrecían un excelente nivel de rendimiento cuando se montaron en ambas consolas.

Esto hizo posible la creación de dos sistemas que contaban con una CPU y una GPU puntera, algo que se ha dejado notar en la larga vida que están teniendo ambas consolas y en el buen nivel que han tenido juegos como Destiny o GTA V.

Sí, lucen mejor en PS4 y Xbox One, pero las versiones para PS3 y Xbox 360 rayan a un gran nivel y mantienen en esencia la misma base que aquellas, mostrando diferencias que se limitan a la calidad de los gráficos en general y la resolución. El contenido, el tamaño de los mapas y la base es la misma.

Lo dicho pone en evidencia que las consolas de la actual generación no han marcado un salto tan grande como el que dieron PS3 y Xbox One, y lo dicho podemos verlo claramente en numerosos detalles, como por ejemplo el mantenimiento del clásico género «sandbox», el recurso a los juegos muy lineales para presumir de alta calidad gráfica y las bajas tasas de FPS en juegos que se atreven a ir un poco más allá.

Todo esto es un síntoma claro de que el uso de los procesadores de bajo consumo Jaguar de AMD ha producido una descompensación muy importante entre CPU y GPU en ambas consolas, y que se deja notar todavía más en Xbox One X y PS4 Pro.

La GPU de estas consolas es muy potente, pero la CPU simplemente no está a la altura por mucho que los desarrolladores intenten optimizar. No en vano dicho componente se encarga de «nutrir» de datos a la tarjeta gráfica, pero también recaen sobre ella tareas tan importantes como la física, la inteligencia artificial y los NPCs.

En Xbox 360 el procesador y la GPU han tenido un equilibrio tan perfecto que hemos podido ver maravillas como GTA V a pesar de que hablamos de un sistema que fue lanzado en 2006.

Con PS3 debemos hacer un matiz importante, y es que su GPU es inferior a la de la consola de Microsoft (una Radeon 1950 XT personalizada con shaders unificados de primera generación frente a una GeForce 7800 GTX recortada), pero su CPU Cell de IBM era una maravilla equipada con 8 SPEs que permitió a los desarrolladores desviar buena parte de la carga gráfica que no podían sacar adelante únicamente tirando de potencia gráfica.

Dicho de otra forma para que se entienda mejor, PS3 monta una CPU muy potente acompañada de una GPU de gama media-alta. Por contra las consolas actuales montaron una GPU de gama media (PS4) y media-baja (Xbox One) acompañadas de un procesador de bajo consumo y bajo rendimiento.

PS5 y Xbox Two necesitan abandonar Jaguar y apostar por RYZEN

Os hemos dado esa extensa explicación para que podáis entender los motivos que nos llevan a decir que las consolas de próxima generación de Sony y Microsoft, conocidas provisionalmente como Xbox Two y PS5, necesitan apostar por RYZEN.

Desde una perspectiva más general la idea clave es que ambas compañías tienen que volver a apostar por los procesadores de alto rendimiento en sus próximas consolas, ya que sólo con ello podrán ofrecer un salto cualitativo real que nos haga olvidar la auténtica grandeza de Xbox 360 y PS3.

Hemos hecho referencia directamente a RYZEN porque será la arquitectura utilizada en las APUs de nueva generación de AMD, y salvo sorpresa todo apunta a que las nuevas consolas de Sony y Microsoft, Xbox Two y PS5, volverán a apostar por una solución de ese tipo.

Una APU integra CPU y GPU en el mismo encapsulado, y según las últimas informaciones proporcionadas por el gigante de Sunnyvale su próxima generación utilizara un procesador RYZEN con cuatro núcleos y una unidad gráfica basada en Vega.

DigitalFoundry ha profundizado también sobre este tema y ha publicado un vídeo en el que vemos las diferencias que podría marcar el salto de Jaguar a RYZEN en las consolas de próxima generación, y obviamente no hay color.

RYZEN podría llegar a duplicar la tasa de fotogramas por segundo, aseguraría una fluidez mínima incluso en situaciones de gran carga gráfica y además permitiría desarrollar juegos más complejos, con mundos más abiertos y enfoques que vayan más allá del clásico «sandbox» o de las «obras de arte sobre raíles».

Os recordamos que Xbox Two y PS5 no llegarán al mercado antes de 2020, así que tanto Sony como Microsoft tienen tiempo más que suficiente para preparar el hardware que montarán en ambas consolas.

Antes de terminar os dejamos el vídeo de DigitalFoundry que hemos citado ya que está muy trabajado, es interesante y desde luego merece que le echéis un vistazo.

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