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Cinco cosas falsas sobre la memoria RAM que debes tener claras

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Es uno de los componentes más importantes, eso no admite discusión, pero también uno de los que más dudas genera. La memoria RAM ha jugado siempre un papel fundamental en el mundo de la informática por tres grandes razones: puede limitar en gran medida el rendimiento del sistema y su vida útil, puede afectar al correcto funcionamiento de otros componentes (cuello de botella) y delimita, además, la carga de trabajo que podemos afrontar de manera simultánea.

Antes de nada vamos a ver qué es exactamente la RAM y cómo funciona, ya que nos servirá de base para todo lo que vamos a exponer más adelante. Se trata, como dijimos, de un componente que junto a otros como el procesador y la tarjeta gráfica determinan el potencial de un PC. La memoria RAM almacena (forma no persistente) datos e instrucciones que han pasado previamente por otros componentes, como el procesador, y los mantiene para que cualquier componente que los necesite pueda acceder a ellos sin tener que repetir ningún ciclo de trabajo.

Sé que a simple vista puede parecer un tema complicado, pero la verdad es que resulta muy sencillo de entender si lo ilustramos con ejemplos apropiados. Piensa, por un momento, en un PC equipado con 4 GB de memoria RAM. Este equipo podrá ofrecer una buena experiencia de uso con aplicaciones no muy pesadas, y también con juegos de la generación anterior y con aquellos que llegaron durante la primera etapa de la transición que marcaron Xbox One y PS4, pero no podrá mover de forma fluida títulos triple A actuales, de hecho algunos ni siquiera llegarán a arrancar.

Ese ejemplo nos permite ver la primera razón que hemos dado, la limitación del rendimiento del sistema y su vida útil, tendríamos que actualizar como mínimo a 8 GB de memoria RAM para disfrutar de una buena experiencia de uso. La segunda razón tampoco es complicada, un PC con una memoria RAM muy lenta, o con una cantidad insuficiente, será incapaz de desarrollar todo su potencial. Por ejemplo, un equipo con 4 GB de RAM a 2.133 MHz acompañado por un Ryzen 3 1200 tendrá dos problemas si queremos jugar a títulos actuales: la capacidad de la RAM es insuficiente, lo que significa que el sistema tendrá que realizar cargas de trabajo redundantes por los ciclos de vaciado y rellenado de la RAM, y además el procesador verá penalizado su rendimiento por la velocidad tan baja que tiene esa memoria RAM. Sí, dicho componente es, en este ejemplo, un cuello de botella claro.

En tercer lugar hemos hablado de la carga de trabajo en multitarea. Esto es algo que depende también de otros componentes, como el procesador por ejemplo, pero tampoco es complicado. Cuando abrimos una aplicación, ejecutamos un juego o abrimos varias pestañas en el navegador estamos consumiendo memoria RAM (todos los procesos abiertos ocupan una determinada cantidad de RAM). Si contamos con 4 GB tendremos una limitación clara comparado con un equipo que sume 8 GB. Recuerda, además, que en equipos con GPUs integradas el sistema recurre a parte de la RAM para utilizarla como memoria gráfica, lo que significa que la cantidad total que queda libre puede reducirse de manera significativa.

Podemos sacar en claro muchas cosas de los ejemplos que hemos puesto, de hecho desmienten por sí solos algunos de los mitos más importantes que todavía se asocian a la memoria RAM, pero no os vamos a dejar a medias. Ahora que tenemos claro qué es y cómo funciona la memoria RAM podemos entrar de lleno a ver cinco cosas falsas que todavía hoy se dan por hecho cuando hablamos de la RAM.

1.-Cuanta más memoria RAM mayor rendimiento

Es uno de los mitos más extendidos, aunque como vamos a ver a continuación tiene una parte de verdad. La memoria RAM es un componente que se mide y se valora principalmente por su capacidad. No debe sorprendernos, al fin y al cabo contar con una memoria muy rápida pero no tener suficiente cantidad se traducirá en una experiencia que puede llegar a ser terrible, mientras que una cantidad mayor a una velocidad inferior puede ofrecer una experiencia óptima.

Con esto quiero decir que sí, que tener más memoria RAM importa no solo en términos de rendimiento, sino también a la hora de determinar qué aplicaciones y juegos podremos ejecutar y cuáles no. Por ejemplo, si un juego pide 8 GB de RAM y tienes 4 GB quizá puedas arrancarlo, pero notarás tirones constantes y problemas de carga continuada que interrumpirán la acción y no te permitirán jugar de una manera fluida.

Tener más memoria RAM importa hasta el momento en el que llegamos al nivel óptimo que recomiendan las aplicaciones y juegos que vamos a utilizar, ¿pero qué ocurre después? ¿Tener más memoria se traduce en un mayor rendimiento? Pues no, es aquí donde entra en juego el mito. Dos PCs con las mismas especificaciones diferenciados únicamente por la cantidad de memoria RAM, por ejemplo uno con 16 GB y otro con 32 GB, ofrecerán el mismo rendimiento en juegos.

Existen aplicaciones que se benefician de una mayor cantidad de RAM, pero para un usuario medio contar con más de 16 GB a día de hoy no representa un beneficio real, ya que la mayoría de las aplicaciones y juegos no llegan a consumir más de 10 GB.

2.-La capacidad es lo único que importa

Tras lo que hemos dicho en el apartado anterior es fácil darle solidez a este otro mito y pensar que la capacidad de la RAM es lo más importante, pero esto tampoco es del todo cierto. Es verdad que lo primero que determina la experiencia de uso, el pilar central sobre el que debemos centrar la elección de la memoria RAM, es la capacidad de la misma, pero debemos equilibrar este aspecto y ponerlo en consonancia con la latencia y la velocidad de trabajo.

La velocidad se mide en MHz y determina, junto al bus de datos, el ancho de banda de la memoria. Una frecuencia mayor permite realizar transferencias de datos a una velocidad superior, lo que significa que las operaciones básicas de lectura y escritura tardan menos tiempo en completarse, pero es un valor que debe ir unido a la latencia, porque ésta determina el retraso, medido en ciclos de reloj, que se produce cuando el procesador intenta acceder a datos almacenados en distintas celdas de la memoria RAM, es decir, representa la espera que acontece desde que se realiza la petición de acceso hasta que se produce la entrega de los datos. De nada sirve, por tanto, una memoria muy rápida con unas latencias elevadas, y a la inversa.

Bien, la conclusión que debemos sacar es muy sencilla, la velocidad y las latencias también afectan al rendimiento de la memoria RAM, y por tanto debemos tenerlas muy en cuenta, sobre todo cuando hayamos alcanzado o superar el nivel óptimo de capacidad que vamos a necesitar. ¿No sabes cuánta RAM necesitas o tienes dudas sobre el nivel al que deberías llegar? Pues tranquilo, puedes tomar el siguiente guión como referencia y acertarás:

  • Ofimática, contenidos multimedia, tareas sencillas y gaming ligero: 4 GB de RAM.
  • Juegos actuales y aplicaciones no muy exigentes: 8 GB de RAM.
  • Títulos triple A exigentes y aplicaciones profesionales avanzadas: 16 GB de RAM.

3.-Más velocidad siempre es mejor

Ya hemos dicho que la velocidad de la memoria RAM importa, pero no es el único aspecto que determina su rendimiento. Además de la capacidad tenemos que tener en cuenta el papel que juegan las latencias, y el motivo es muy sencillo: si estas son muy elevadas acabarán lastrando el rendimiento al generar tiempos de espera demasiado elevados.

Lo ideal, en este caso, es buscar siempre el equilibrio. Por ejemplo, a simple vista podemos pensar que un kit de 8 GB de RAM DDR4 con latencias CL15 funcionando a 3.000 MHz son peores que otras CL16 funcionando a 3.200 MHz, pero la realidad es que ofrecen un rendimiento prácticamente idéntico, gracias a la diferencia que marca la latencia a favor de la primera y la frecuencia a favor de la segunda.

No quiero entrar en complicadas explicaciones, ya que el objetivo de este artículo es que sea asequible y útil para todo el mundo, de hecho tampoco es necesario ya que la idea se entiende de una manera muy sencilla: una memoria RAM con menores latencias podrá compensar frecuencias menores, y lo mismo ocurrirá a la inversa. Siguiendo con el ejemplo anterior una memoria con latencias CL15 a 3.600 MHz sí ofrecería un rendimiento superior.

Aclarado esto debemos profundizar en otra cuestión importante, y es que más velocidad y menores latencias no siempre se traducen en un mayor rendimiento, y no siempre representan una inversión que merezca realmente la pena. Es un tema que puede ser un poco complicado, ya que depende de las particularidades de cada equipo, pero podemos dar una serie de claves generales que os servirán, como en el caso anterior, de guión:

  • Procesadores Ryzen: tienen una dependencia considerable de la frecuencia y la latencia de la RAM. A partir de los CL15 y 3.000 MHz nos movemos en niveles óptimos. No merece la pena pasar de 3.600 MHz porque la relación rendimiento por euro gastado baja en gran medida.
  • Procesadores Intel: su dependencia de la memoria RAM es mucho menor, tanto que a partir de los 2.666 MHz ya disfrutamos de una experiencia óptima. No merece la pena pasar de 3.200 MHz

4.-La memoria RAM no mejora el rendimiento de una GPU integrada

A la hora de configurar un PC o de elegir un portátil con una GPU integrada la mayoría de los usuarios no suelen prestar atención a la memoria RAM, y especialmente a la configuración que utiliza, es decir, si viene montada en «single channel» (canal único) o en «dual channel» (doble canal). Esto tiene una explicación, y es que todavía hay gente que cree que no afectará al rendimiento de la GPU.

En realidad ocurre todo lo contrario. Cuando utilizamos una GPU integrada esta viene con una cierta cantidad de memoria integrada, pero suele ser una cantidad muy pequeña que sirve únicamente para darle una autosuficiencia mínima. Para realizar su trabajo recurre a la memoria RAM del sistema, reservando una parte que será utilizada como memoria gráfica durante un periodo de tiempo concreto.

El consumo de RAM para ser utilizada como memoria gráfica depende de cada carga de trabajo en concreto. Por ejemplo, en tareas básicas puede que no llegue al gigabyte, mientras que en juegos esa cifra puede multiplicarse por dos fácilmente. Una GPU necesita disponer de una memoria rápida para poder realizar las operaciones asociadas a sus diferentes cargas de trabajo, así que el ancho de banda de aquella es fundamental.

No es un tema baladí. Pensad, por ejemplo, que una modesta GTX 1050 utiliza memoria GDDR5 a 7 GHz con un bus de 128 bits. Pues bien, ahora imaginad el rendimiento que podría perder si la unimos a un bus de 64 bits y a memoria funcionando a 2.133 MHz. Sí, sería un mazazo tremendo.

Con las GPUs integradas ocurre exactamente eso. Acompañar una solución de este tipo con un módulo de memoria RAM a 2.133 MHz presenta dos grandes problemas: tenemos una configuración de canal único (bus de 64 bits) y una frecuencia muy baja, lo que se traduce en un ancho de banda muy pobre. Esto limitará en gran medida el rendimiento de la GPU. Por contra, si la unimos a dos módulos de 4 GB funcionando a 3.200 MHz tendremos activado el modo de doble canal (bus de 128 bits) y una velocidad de trabajo elevada, lo que redundará en un ancho de banda superior que ayudar a mejorar el rendimiento.

Por ejemplo, una Intel UHD 630 puede mejorar su rendimiento hasta en un 50% cuando se acompaña de memoria en doble canal a más de 3.000 MHz, y las Radeon Vega de AMD, utilizadas en las APUs Ryzen, también mejoran significativamente su desempeño en casi todos los escenarios posibles.

5.-Solo podemos utilizar memoria RAM de la misma capacidad y velocidad

Es otro mito que mantiene una importante presencia. No es cierto, podemos utilizar módulos de memoria RAM con una capacidad distinta e incluso con velocidades diferentes, pero no resulta para nada recomendable, ya que quedamos expuestos a problemas y errores que pueden comprometer por completo la estabilidad del sistema.

Cuando configuramos dos módulos de memoria RAM del mismo tipo, capacidad y velocidad nos aseguramos de que trabajarán de forma óptima y a la misma frecuencia, ya que integran los mismos elementos y tienen los mismos valores en términos de latencia y frecuencia. Por contra, si utilizamos dos módulos diferentes puede que no tengamos problemas de estabilidad a corto plazo, pero sí que surjan otros problemas que afecten a aspectos tan importantes como la velocidad y las latencias.

En caso de que instales un módulo a unas frecuencias bajas (2.666 MHz por ejemplo) y otro a unas frecuencias altas (3.600 MHz por ejemplo) ambos trabajarán a la velocidad del más lento. Podrás intentar subir las frecuencias a través de la BIOS, pero solo podrás llegar al nivel del más lento.

Resumiendo, es mentira que no podamos utilizar RAM de distinta capacidad y velocidad en una misma configuración, pero no es para nada recomendable, y hablo desde la experiencia. Hace unos cuantos años, cuando cambie de PC (un Pentium 4 con 1 GB de RAM) me montaron dos módulos de 512 MB de fabricantes diferentes con latencias distintas a la misma frecuencia y tuve problemas de estabilidad importantes.

Si no tenéis  más remedio que utilizar módulos distintos para salir del paso perfecto, pero con vistas a disfrutar de una experiencia perfecta a largo plazo lo mejor es montar módulos idénticos.

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