A Fondo
‘El irlandés’ y la muerte del cine
Si sigues nuestra sección de estrenos Novedades VOD, ya sabes que El irlandés y Netflix se llevaron los laureles esta semana. Y no es para menos. Incluso aunque la película fuese un bodrio -que no lo es, todo lo contrario- se llevaría la cabecera, simplemente por venir de quien viene: Martin Scorsese, uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos.
Tras su presentación en festivales y un paso por taquilla previo de apenas un par de semanas, requisito indispensable para poder competir por premios, El irlandés (The Irishman) se estrenaba en Netflix, el gigante del VOD que del visionado multiplataforma ha hecho bandera: puedes ver Netflix en la tele, en el ordenador, en el móvil, a través de consolas… Sin embargo, Scorsese no está de acuerdo. Para él no todo vale.
«Si alguna vez quieres ver una de mis películas, o cualquier otra película, por favor, no la veas en un teléfono, por favor. En un iPad, un iPad grande, tal vez«, ha comentado el director durante una entrevista para ABC News. Como no podía ser de otra manera, tras estas palabras no han faltado la guasa en las redes sociales con gente viendo El irlandés en un teléfono móvil y hasta en un reloj inteligente.
¿Cuán nostálgica es la visión de Scorsese? O para el caso, la de aquellas personas -industria aparte- que se aferran a los viejos dogmas de cuando era sinónimo exclusivo de un único proceso que comenzaba de manera similar a la de ahora, pero que siempre terminaba de un modo diferente: frente a la gran pantalla de una sala de cine.
Cabe recordar que El irlandés sale en Netflix porque difícilmente podría haber salido en cines. Según se cuenta Scorsese llevaba moviendo el proyecto desde 2008 y lo que en un principio estaba bajo el ala de Paramount Pictures acabó en las manos de Netflix. Uno de los retos, lo costoso de la producción: más de cien millones de dólares para filmar una película de autor -eso son las películas de Scorsese, por más relevancia y grandes repartos que tengan- en los tiempos en los que las superproducciones de fantasía se lo comen todo.
Pero es obvio que El irlandés era oro en bruto y Netflix apostó por ello. Lo último que se supo es que el presupuesto de la película podría llegar a superar los 140 millones de dólares; seguro: 125 millones, más otros 105 millones por sus derechos. ¿Le habrá sido rentable a la cadena? Nunca lo sabremos. De lo que no hay duda, es de que Netflix ha conseguido algo que parecía inalcanzable hace tan solo un par de años, más teniendo en cuenta la reticencia de la industria tradicional del cine para hacerle un hueco a nuevos jugadores con sus propias reglas.
Lo que ha conseguido Netflix es, por segunda vez, lanzar una película por streaming -aunque haya tenido un visionado en cines más largo que otras que salieron antes, ha sido reducido- que todo apasionado del séptimo arte quiere ver; una película digna de los Oscar y de algún premio más, que si no se lleva será por el mencionado recelo del lobby butaquero. La primera fue la genial Roma y se lo llevó, pero… La presión en contra no es poca.
Yo, hablando por mí, puedo decirte que El irlandés es un peliculón de toda la vida; el colofón perfecto para cerrar la trilogía gangsteriana que Scorsese inició con Uno de los nuestros (Godfellas) y continuó con Casino, aunque le percibo más el espíritu del primero que del segundo. Así lo puse en Novedades VOD: es lo mejor del año. En todo caso, no es solo mi opinión: cuando escribo esto, la nota media en Metcritic ronda el 94 y en Rotten Tomatoes el 96/86. La vi en mi PC.
Vi El irlandés en mi pantalla de 1080p, en lo profundo de la noche, en solitario y con auriculares. La disfruté mucho. Ahora bien, ¿podría haberla visto en mi tele, que también es Full-HD, pero mucho más grande? Podría, y la hubiese disfrutado igual. ¿Y me hubiera gustado verla en un megapantallón de cine con el volumen a todo trapo y gente alrededor mío comiendo palomitas y sorbiendo refrescos, cuando no hablando o tosiendo que diría aquel? Pues… No te digo que con cosas como Los Vengadores y similares no resulte entretenido, pero El irlandés no es ese tipo de película. Por no mencionar que dura casi tres horas y media.
¿Y la habría visto en el móvil? También es Full-HD, así que… No. O sea, quizás, si solo pudiese verla por ahí. Quienquiera que vea El irlandés o cualquier otra cosa por el móvil, es porque no puede permitirse verlo en mejores condiciones. Ya sea porque no dispone de mejores condiciones o porque ni siquiera tiene tiempo como para aprovecharse de ellas. El tiempo es criminal.
En tono un poco malicioso podría incluso recomendar ver esta película en el móvil. A pesar de lo que he dicho -y mantengo- de El irlandés, no es una obra perfecta y una de sus flaquezas entronca directamente con el mundo de la tecnología, además de ser el principal motivo del excesivo coste de un largometraje que cuenta con estrellas de la talla de Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel y un largo etcétera de caras bien conocidas en Hollywood. Ese motivo es el rejuvenecimiento digital, sobre todo, del personaje al que interpreta De Niro.
El irlandés transcurre a través de cuatro décadas y ofrece escenas en las que se remonta hasta los años cuarenta, y el personaje de De Niro, el protagonista de la historia, aparece en todas ellas. Y no en modo fogonazo lleno de efectos visuales, sino con largos primeros planos y en conversaciones. Pues bien, hay que reconocer que Thanos quedó muy chulo, pero al joven Hank Pym ya se le notaba algo raro… Y es que la tecnología aún no ha llegado a ese nivel, te gastes lo que te gastes. Gemini Man de Will Smith ha sido otra muestra reciente de que todavía no vivimos en Matrix.
Pero hay más, porque no solo cometería, sino que he cometido, otro pecado -que reconozco- viendo El irlandés: no la vi en una sola noche. No he sido el único. Hay quien hasta se ha puesto a la faena de anotar tiempos y sugerir lo que podría haber sido una miniserie de cuatro capítulos de cincuenta intensos minutos cada uno.
Sin embargo, el maestro Scorsese tampoco está de acuerdo… «Porque el objetivo de esta película es la acumulación de detalles. Es un efecto acumulativo acumulado al final de la película, lo que significa que puedes verla de principio a fin si estás interesado. Una serie es genial. Es maravillosa. Puedes desarrollar personajes y trazar líneas y recrear mundos, pero esto no era lo correcto para esto«, ha declarado Scorsese. Y tiene razón. Pero, de nuevo, los tiempos no siempre acompañan.
Por si acaso, no te preocupes si aún no has visto El irlandés, porque el defecto tecnológico no empaña la gran labor cinematográfica que han desempeñado una vez más Scorsese y compañía. Algo que debería comenzar a ser normalizado por la vieja guardia del séptimo arte es que el término cine significa más cosas que una gran sala llena de butacas y gente y una gran pantalla.
Cine es también la técnica, arte e industria de la cinematografía y el conjunto de películas cinematográficas, según las definiciones de la la RAE, cuya tarea no es inventarse las palabras, sino recoger el significado que se les aplica. Cine es películas como El irlandés, se vea por donde se vea; pero también lo que despectivamente llaman películas para televisión… E incluso las series son cine, aunque el formato sea diferente. En serio: ¿qué diferencia hay entre estar frente al televisor viendo El irlandés o un capítulo de Juego de tronos?
I created a viewing guide for everyone who thinks THE IRISHMAN is too damn long for one night. You’re welcome! #scorsese #netflix #theirishman pic.twitter.com/sH06AxJ7he
— Alexander Dunerfors Kardelo (@dunerfors) November 28, 2019
Por supuesto que la visión del creador tiene que ser tenida en cuenta y lo ideal es consumir un producto como fue diseñado. Lo ideal. Pero la realidad es tozuda. Por edad yo no pude ver los clásicos de Scorsese en el cine. Los descubrí en VHS, en DVD… y en teles de todo tipo y condición. La mayoría me encantaron y cuando pude fui -mucho- al cine. Ahora, eso de poder ver una película prácticamente de estreno como El irlandés donde te dé la gana… Eso es la bomba y ha costado conseguirlo.
Lo increíble del asunto es que actualmente compartimos el mundo generaciones de personas que han vivido cambios como nunca antes: las hay que nacieron con el cine y la radio como máximos exponentes tecnológicos de entretenimiento, y las hay que han nacido con una pantalla plana de mano conectada a Internet con la que pueden ver, jugar, informarse, comunicarse…; y todos los que estamos en medio. Y esto es imparable.
Ergo, el cine está muerto. Salvo que cine signifique más cosas o, como también comentó Scorsese al ser preguntado por las películas de Marvel, que asistir al cine se convierta en una mera reunión social para ver parques de atracciones. Es decir, superproducciones. Nos acercamos a eso, pero el refugio de las buenas historias cada vez está más claro.
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