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Xbox One y PS4 son máquinas viejas y obsoletas, según el co-creador de Halo

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Marcus Lehto, co-creador de Halo, ha explicado en una reciente entrevista que desarrollar juegos para Xbox One y PS4 es como programar para maquinaria antigua, una expresión clara y contundente que confirma lo que ya hemos dicho en otras cosas, que ambas consolas han tenido un ciclo de vida demasiado largo y que están «obsoletas» desde hace bastante tiempo.

Ambas consolas tienen las especificaciones de hardware propias de un PC de gama media de 2012, con la particularidad de que su procesador, un AMD Jaguar de bajo consumo, no encajaría en ninguna configuración gaming de aquella época por tener un IPC inferior, incluso, a los procesadores FX Bulldozer de primera generación.

Desarrollar para Xbox One y PS4 es como programar juegos para máquinas de la Edad de Piedra, según Marcus Lehto, y la verdad es que, como vemos, no le falta razón. La optimización, los desarrollos centrados en consolas y el uso de técnicas como la resolución dinámica o la duplicación de archivos en las instalaciones ha permitido «maquillar» las limitaciones de ambas consolas, pero todo tiene un límite, siempre hay un punto en el que por mucho que «estires el chicle se rompe», y ese punto ya se alcanzó hace años.

Xbox Series X y PS5 estarán en otro nivel frente a Xbox One y PS4

Y no solo por las mejoras inherentes al nuevo hardware, sino porque además partirán de una construcción interna mucho mejor equilibrada que la Xbox One y PS4.

Lehto ha centrado sus ideas alrededor de la importancia que tendrá el SSD a la hora de facilitar la supresión, casi total, de los tiempos de carga, y también de cara a ofrecer mundos más amplios sin parones continuados y sin tener que esconder tediosos procesos de carga tras cinemáticas que acaban ralentizando la acción, pero creo que el punto clave está en ese equilibrio al que he hecho referencia.

Xbox One y PS4 cumplirán siete años a finales de 2020, eso es mucho tiempo para un sistema dedicado a mover videojuegos, pero este no es su único problema, y tampoco es el más importante. Desde el momento en el que Sony y Microsoft diseñaron Xbox One y PS4 partieron de una base desequilibrada que ha lastrado a toda la generación actual, y a todos los desarrollos de juegos que hemos visto en los últimos años.

Combinar un procesador AMD Jaguar con una GPU Radeon serie 7000 personalizada con 1.152 shaders (PS4) equivale a montar un PC con un procesador Intel Atom de 2012 con una tarjeta gráfica Radeon HD 7870. Sí, es un despropósito, ya que tenemos un importante cuello de botella en la CPU que ha obligado a los desarrolladores a simplificar aspectos tan importantes como las animaciones y la inteligencia artificial.

No debemos olvidar, además, que la poca potencia de los procesadores Jaguar de AMD, utilizados tanto en Xbox One y PS4 como en Xbox One X y PS4 Pro, ha convertido a todas esas consolas en la generación de los 30 FPS.

Con Xbox Series X y PS5 este problema cosa del pasado, gracias a la utilización de un procesador Zen 2 de AMD, cuyo IPC está a años luz del AMD Jaguar que monta la generación actual, y que obviamente encaja mucho mejor con la GPU RDNA 2 de gama media-alta que montarán ambas consolas.

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