Conecta con nosotros

Noticias

Metaverso e interoperabilidad de juegos, tan atractivo como poco probable

Publicado

el

Metaverso e interoperabilidad de juegos, tan atractivo como poco probable

No empieza bien el año el proyecto del metaverso de Mark Zuckerberg. Y es que si ayer mismo hablábamos del hipotético rechazo de Apple a esta plataforma, hoy podemos confirmar algo que ya era fácil suponer anteriormente, pero que prácticamente podemos dar por confirmado. Y es que, a diferencia de la visión idealizada que tienen y/o venden las personas implicadas y algunos entusiastas del concepto teórico, la poca solidez de algunas de sus propuestas han provocado, como no podía ser de otra manera, respuestas que vienen a discutir dichos puntos.

El primer gran golpe al metavers en este sentido vino dado por Intel, que como respuesta a ese universo digital que tanto nos recordaría a Ready Player One o, si vamos a la fuente, al metaverso planteado por Neal Stephenson en Snow Crash (que de tanto hablar de esta novela últimamente me están entrando unas ganas enormes de volver a leerla), respondió con un argumento tan solido que es indiscutible: no contamos, ni contaremos a corto y medio plazo, con la capacidad de cómputo necesaria para que lo que nos cuenta Meta se pueda convertir en una realidad.

Pero bueno, seamos optimistas,  a este respecto, pensemos que en los próximos meses se produjera un inesperado salto cualitativo y que podamos alcanzar la capacidad de cómputo necesaria para que el metaverso pueda ser una realidad. Aún así, con esa limitación superada, nos encontramos con otras limitaciones que podrían ser incluso más complejas de superar. Y cuando digo complejas probablemente estoy siendo generoso.

Con el metaverso, una de las propuestas que se han planteado es la interoperabilidad de los juegos, más concretamente que los activos digitales de los mismos sean intercambiables entre diversos juegos. Por ejemplo, que la skin que he comprado para Fornite pueda emplearla, si quiero, en Minecraft, en Counter Strike o en Phasmophobia. El concepto es, sin duda, muy atractivo, y a mayor desarrollo, todavía más interesante. Por un momento me he imaginado con las armas de Doom en Minecraft, o con la armadura de netherita de Minecraft en Call of Duty. La idea es genial.

Metaverso e interoperabilidad de juegos, tan atractivo como poco probable

Es una idea tan especial que, como podemos leer en Business Insider, los creadores de juegos dicen que es una fantasía poco realista y que, muy probablemente, nunca sucederá. Y es que lo que, para los profanos (rol de muchas de las personas que hablan de ese futuro ideal) es simplemente un conjunto de píxeles con, en todo caso, alguna mecánica puntual, y que debería poder emplearse sin limitaciones en el metaverso, en realidad es algo mucho más complejo, y diseñado para encajar correctamente en un desarrollo concreto.

Existe un error, bastante común, que consiste en entender que lo digital consiste solo en lo que se ve, infravalorando «las tripas». El problema es que esto no se puede hacer, pues el resultado sería, en la inmensa mayoría de los casos, tan nefasto como intentar hacer lo mismo en el mundo físico. Aunque sean motores, no puedes tomar el de un camión e instalarlo en una moto, realizar la adaptación sería un trabajo de ingeniería bastante complejo, verdad? Pues debemos pensar en el mismo modo cuando hablamos del traspaso de activos digitales entre juegos.

Esta propuesta irrealizable se ha producido, claro, en el boom de los NFT, que según sus defensores serían el tipo de activo que podría compartirse entre diversos juegos en el metaverso. Y el problema es que ni desde un lado ni desde otro parece que se hayan tenido en cuenta las disquisiciones técnicas a la hora de «vender» un concepto que, claro, de ser realista, sería positivo tanto para el metaverso como para los NFT, dos propuestas cuyo futuro, a día de hoy, sigue en cuestión.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

Lo más leído