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Cómo responderá Apple ante el cargador único en Europa

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cargador único en Europa

[Opinión] El cargador único en Europa es una victoria para el sentido común. No solo ahorrará centenares de millones de euros a los consumidores, sino que permitirá mejorar la usabilidad de todo el ecosistema al extenderse a ordenadores portátiles y los dispositivos electrónicos móviles más comunes y reducirá el gravísimo problema de residuos electrónicos.

Casi una década llevamos esperándolo y por fin ha llegado. Una vez comprobado que las «recomendaciones» no han surtido el efecto deseado, la Unión Europea ha tenido que adoptar medidas más «drásticas» a modo de legislación que obligue a todos los fabricantes a usar un cargador único en Europa mediante el puerto USB Tipo C. Llega muy tarde y no será obligatorio hasta el otoño de 2024, pero era una medida que había que tomar sin más dilación.

Apple y el cargador único en Europa

Apple está en el centro de las editoriales que se están escribiendo sobre este asunto por su resistencia a usar conectores estandarizados para carga y datos en sus móviles iPhone y en algunos de sus tablets iPad. Hay que decir que no es el único fabricante que usa conectores propietarios. Microsoft usa un Surface Connect, completamente innecesario, que deberá pasar también a mejor vida.

La apuesta de Apple por el conector propietario Lightning es comercial y no técnica como nos ha intentado vender la compañía. USB-C es un puerto avanzado, cuenta con prestaciones sobradas en rendimiento de carga y transferencia de datos, cada vez está más extendido y su cableado es barato y sencillo de comprar y usar.

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Que no te equivoquen. Simplemente, Apple tiene un negocio adicional enorme en torno a Lightning. Se pueden contar más de mil millones de iPhones los vendidos desde 2012 cuando estrenó este puerto y relacionado tiene a la venta cargadores, cableados, dongles y accesorios que suman unos ingresos que no quiere perder. El cuento se acabó… Apple tendrá que cumplir con la legislación si quiere vender móviles en la Unión Europea, pero, ¿qué estrategia seguirá?

La acción más directa sería reemplazar Lightning por USB Tipo C, aunque ello implique el rediseño de una parte de los terminales. No debe costar demasiado a una compañía como Apple (salvo la pérdida de ingresos comentados) y de hecho ya se ha ido preparando para ello. Ya usa USB en sus portátiles MacBook, en la mayoría de tablets iPad y hay rumores de que ya está probando USB Tipo C en iPhone para realizar la transición a partir de 2023.

La segunda estrategia es más radical e implicaría eliminar directamente cualquier puerto de carga y apostar por la recarga inalámbrica. No lo descartes teniendo en cuenta la obsesión de Apple con el diseño y el minimalismo, y que todos los iPhones modernos tienen soporte para carga inalámbrica. Aclarar en este sentido que la legislación del cargador único también tiene como objetivo resolver (posteriormente) la complicada situación de la carga inalámbrica, especialmente por la diversidad de protocolos existentes.

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Resumiendo. Aunque el portavoz de la Unión Europea dejó claro en el anuncio que la medida no apunta a Apple y que se aplicará a todas las marcas cuyos productos se encuadren en la Directiva de Equipos de Radio que se va a actualizar, los de Cupertino son los más afectados, al ser el único entre los grandes del sector del móvil que usa conector propietario. Los cambios serán obligatorios si quiere permanecer en un mercado de 500 millones de consumidores.

Costes… y medio ambiente

La estandarización de USB Tipo C como cargador único en Europa no solo afecta a móviles y se extiende a tablets, eReader, auriculares, cámaras digitales, auriculares, consolas, altavoces, ordenadores portátiles y en general a todo dispositivo móvil con baterías.

Además de la rebaja de costes y la mejora de uso al poder recargar de energía cualquiera de ellos con el mismo cargador, es una gran noticia para el medio ambiente. Un informe oficial de ONU de 2014 describió el problema de los residuos electrónicos como «un tsunami sin precedentes» al calcular que la basura electrónica y su tratamiento costó a la economía global la friolera de 52.000 millones de dólares y se acumularon 42 millones de toneladas a las existentes.

Y se han ido acumulando. El mundo generó en 2018 más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos. Para ponerlo en perspectiva, sería el equivalente a tirar a la basura 125.000 aviones jumbo o 4500 torres Eiffel y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan. Si no se toman medidas, ONU calcula que la cantidad de residuos se duplicará con creces para 2050, llegando a 120 millones de toneladas anuales.

A ellos hay que sumar que los desechos electrónicos del presente no son solo aquellos que utilizamos actualmente, todavía hay muchos productos del pasado que no han sido procesados. Hay millones de tubos de rayos catódicos de televisores y monitores antiguos, cintas VHS y reproductores de DVD que contienen compuestos tóxicos como el plomo, el cadmio y el mercurio, que los convierten en peligrosos y problemáticos.

Una lección que nos debería servir para los productos nuevos. También combatiendo las mafias ya que se calcula que el 90 por ciento del mercado de residuos es ilegal y millones de toneladas de basura electrónica se declaran falsamente como productos de segunda mano y son exportados desde los países desarrollados al tercer mundo. Decir que el planeta está perdiendo una cantidad significativa de recursos, como los metales de tierras raras, cobre, oro, coltán… Se impone coherencia legislativa, medidas de prevención más robustas y un refuerzo de la normativa que prive a los delincuentes (de guante blanco y de los otros) de la millonada que ganan con la basura electrónica poniendo en riesgo la salud y el medioambiente.

Concluir insistiendo que el sistema económico actual es una amenaza para el planeta si no somos capaces de cambiar a un consumo responsable en todos los sentidos. Y los fabricantes de electrónica tienen mucho que aportar además de cumplir con la legislación, utilizando materiales reciclados, abandonando la estrategia de obsolescencia programada (que esa es otra) y permitiendo el derecho a reparar para restringir los productos de un solo uso, abordar la «obsolescencia prematura» y prohibir la destrucción de bienes duraderos no vendidos para que los productos sostenibles se conviertan en norma.

Todo está relacionado y el cargador único en Europa es un buen comienzo. Una pequeña victoria para el sentido común que esperamos se extienda a otros ámbitos tecnológicos que también necesitan mayor estandarización.

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