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La basura espacial vuelve a darnos un buen susto

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La basura espacial vuelve a darnos un buen susto

Desde que el ser humano empezó a explorar el espacio, la basura espacial ha sido un daño colateral de dicho desafío. Durante sus primeras décadas, cuando el número de lanzamientos anuales podía enumerarse con los dedos de una mano este problema era de pequeño calado, pero a medida que se fue intensificando la actividad, y que los remanentes de tiempos anteriores seguían orbitando alrededor de nuestro planeta, el problem empezó a crecer en volumen.

Este es un asunto del que ya hemos hablado en otras ocasiones, y uno de esos puntos en los que hay que reconocer la gran aportación hecha por SpaceX, con su política de hacer que las fases de los lanzamientos de sus naves sean recuperables. Esto es algo que debería adoptar toda la industria aeroespacial o, en su defecto, al menos establecer los medios necesarios para que esos elementos, una vez empleados, tomen de nuevo rumbo a nuestro planeta para desintegrarse al intentar cruzar la atmósfera.

Esta es, a día de hoy, la principal medida que se puede tomar para combatir el problema de la basura espacial, ya que durante los últimos años se han estudiado varios medios para intentar recogerla, pero ninguno se ha mostrado efectivo hasta el momento. Y, mientras tanto, ésta ya ha provocado multitud de incidentes, el más reciente el de la cápsula Soyuz atracada en la Estación Espacial Internacional, pero también  uno relacionado con la Estación Espacial Internacional y unos restos de basura espacial,un tercero en el que los protagonistas fueron la Estación Espacial China y un satélite de Starlink que no actuó para salir del rumbo de colisión y un cuarto en el que la basura espacial casi colisiona con un satélite chino.

No cabe duda alguna, el problema de la basura espacial va a peor y, con una órbita baja cada vez más poblada de satélites, el salto de incidente a accidente parece escribirse con más claridad a cada día que pasa. El último ejemplo de ello tuvo lugar el pasado 27 de enero cuando LeoLabs, una empresa privada que rastrea satélites y objetos abandonados en órbita terrestre baja, detectó la casi colisión de un satélite y una fase  de lanzamiento, ambas de los tiempos de la Unión Soviética.

Los dos objetos pasaron, según sus métricas, a tan solo seis metros el uno del otro, una distancia aterradoramente baja y que nos recuerda que la pregunta que debemos hacernos no es si ocurrirá, sino cuándo ocurrirá. En este caso, además, hablamos de dos objetos bastante grandes, por lo que el volumen de restos que se podría haber generado por su colisión resulta igualmente escalofriante, y una señal más de que es necesario hacer algo cuanto antes o, de lo contrario, es posible que la órbita baja acabe tan poblada de basura espacial que esto dificulte todos los futuros lanzamientos al espacio.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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