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Análisis

Panasonic Lumix DMC-GF1

MuyComputer ha tenido la oportunidad de tomar contacto con la esperada cámara DMC-GF1 de la familia Lumix de Panasonic con tecnología de lentes intercambiables y formato micro cuatro tercios. Tras la comercialización del modelo EP-1 de Olympus dentro de su gama PEN, le toca el turno a Panasonic para mover ficha en un segmento donde ya cuenta con dos modelos: G1 y GH1, este último con la posibilidad de grabar vídeo HD en formato AVCHD. Estas son nuestras primeras impresiones.

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MuyComputer ha tenido la oportunidad de tomar contacto con la esperada cámara DMC-GF1 de la familia Lumix de Panasonic con tecnología de lentes intercambiables y formato micro cuatro tercios. Estas son nuestras primeras impresiones.

Tras la comercialización del modelo EP-1 de Olympus dentro de su gama PEN, le toca el turno a Panasonic para mover ficha en un segmento donde ya cuenta con dos modelos, G1 y GH1, este último con la posibilidad de grabar vídeo HD en formato AVCHD. De todos modos, se trata de propuestas que no aprovechan la ventaja estratégica del formato micro cuatro tercios a la hora de ahorrar tamaño en la construcción del cuerpo de la cámara.

El modelo GF-1 está llamado a subsanar esta circunstancia gracias a su menor tamaño que en cierto modo se asemeja bastante al del modelo LX3 en cuanto a líneas, pero con mayor ancho, alto y grosor. De todos modos, mantiene su cualidad de compacta, sobre todo cuando se combina con el objetivo de 20 mm (40 mm equivalente en 35 mm) y abertura de 1.7, todo un récord de luminosidad para un objetivo muy compacto y bien hecho. El enfoque manual es progresivo y suave, y el automático rápido y silencioso. La grabación de vídeo también está sumamente lograda, con capacidad para grabar hasta 1.280 x 720 en formato AVCHD Lite con un algoritmo de autofoco en grabación de vídeo muy rápido y preciso.

Nos ha gustado en esta toma de contacto el tacto del grip, que aunque sigue siendo mínimo, proporciona un agarre correcto y mejor que el del modelo de Olympus (PEN EP-1). El enfoque manual está muy bien implementado, de modo que sólo accionando el anillo de enfoque en el objetivo se abre el asistente con una zona ampliada x5 o x10 para conseguir un ajuste fino. Además, en una pantalla auxiliar se puede ver exactamente la zona de la escena sobre la que se realiza el enfoque asistido con zoom, de modo que no se pierde el encuadre.

El flash, a pesar de su elaborado mecanismo, es robusto y está bastante elevado respecto al cuerpo para minimizar el efecto de ojos rojos. Y, al menos, está presente.

La calidad de imagen, en una primera y cualitativa aproximación, es elevada. Cuando menos, más elevada que la obtenida por una cámara compacta, sobre todo cuando se necesita recurrir a ISOS altas. En una cámara donde la estabilización no está presente en el cuerpo se depende de los objetivos, pero si no están estabilizados tampoco es preciso recurrir al aumento de la sensibilidad ISO, de modo que cuanto mayor sea la calidad a sensibilidades elevadas, mayores velocidades de obturación se podrán usar incluso con poca luz.

Otro elemento que ha resultado de nuestro agrado es el objetivo macro (90 mm equivalente a 35 mm) con abertura F2.8. Todo un todoterreno para los aficionados a la foto macro o a los retratos.

El acabado es de elevada factura, tanto en calidad como en robustez, y mantiene la compatibilidad con todos los objetivos micro cuatro tercios, así como con los cuatro tercios si se usa un adaptador, o como con los de montura Leica M para los nostálgicos.

Los precios estarán a la par con los del modelo PEN de Olympus, o lo que es lo mismo, se prevé una competencia muy fuerte entre los dos modelos compactos micro cuatro tercios con un tamaño compacto. De todos modos, salvo por la presencia de un estabilizador de imagen en el cuerpo de la PEN, así como por la estética tan personal de esta propuesta de Olympus, la balanza tecnológica se inclina a favor del modelo de Panasonic.

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