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30 años de Chernóbyl, el desastre de lo nuclear

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30 años de Chernóbyl

 

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Reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbyl. En construcción el segundo sarcófago

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Pripyat. Ciudad muerta y hogar de la mayoría de personal de la planta nuclear.

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La piscina pública de Pripyat.

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Casa abandonada en Pripyat, como otras miles de la ciudad.

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Feria de atracciones que debía inaugurarse 5 días después de la explosión e icono del desastre.

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Jardín de infancia abandonado, como todo en la zona de exclusión.

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La orden de evacuación de Pripyat no llegó hasta 36 horas después de la explosión, añadiendo miles de víctimas a la tragedia.

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Pabellón de deportes de la próspera ciudad industrial. Hasta que llegó el horror.

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A los evacuados solo se les permitió llevar las mínimas pertenencias. Muchos juguetes, hoy radiactivos, quedaron atrás.

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Una muestra hoy corroída de lo que era Pripyat como ciudad icónica del eslogan «Átomo Pacífico», impulsado por la Unión Soviética.

 

En un par de semanas se cumplen 30 años de Chernóbyl, el mayor desastre nuclear civil de la historia cuyo origen y consecuencias reales aún hoy se desconocen en su totalidad, porque miles de expedientes sobre el accidente desaparecieron tras la caída del telón de acero y las decenas de informes publicados son altamente contradictorios.

Sí hay consenso al asegurar que la tragedia se debió a una sucesión de incidentes y errores en una prueba en el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbyl realizada el 26 de abril de 1986, que pretendía averiguar durante cuánto tiempo continuaría generando energía eléctrica la turbina de vapor después de la pérdida de suministro de energía eléctrica principal del reactor. El sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear resultó en una explosión del hidrógeno acumulado en su interior que dejó al descubierto el núcleo, emitiendo una gigantesca nube hacia toda Europa con una cantidad de materiales radiactivos y/o tóxicos que se estimó en 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima.

Las autoridades soviéticas ocultaron, encubrieron y minimizaron en su inicio uno de los mayores desastres medioambientales de la historia y el suceso más grave en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, el primero calificado como accidente mayor, nivel 7. Fueron los suecos los que dieron la voz de alarma internacional cuando al día siguiente encontraron partículas radiactivas en las ropas de los trabajadores de la central nuclear de Forsmark, a unos 1100 km de la central de Chernóbil. Solo al tercer día del accidente se dio la orden de evacuación de la ciudad de Pripyat, situada a tres kilómetros de la central nuclear.

Las consecuencias reales de la tragedia varían totalmente según quién las ha ido realizando (y sus intereses) desde los 30 años de Chernóbyl. Según organizaciones independientes como Greenpeace, hasta 400.000 personas podrían morir por los efectos de la contaminación radiactiva sin contar las alternaciones genéticas que sufrirán varias generaciones en Ucrania. La asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear AIMPGN, realizó un informe que asegura que entre 50.000 y 100.000 liquidadores han muerto hasta 2006 y que sólo en Bielorrusia, más de 10.000 personas han sufrido cáncer de tiroides desde la catástrofe.

El estudio Radiation-Induced Cancer from Low-Dose Exposure (Cáncer inducido por exposición a bajas dosis de radiación) estima que el accidente de Chernóbil causará 475.368 víctimas mortales por cáncer. El ministro de Sanidad ucraniano afirmó en 2006 que más de 2.400.000 ucranianos, incluyendo 428.000 niños, sufren problemas de salud causados por la catástrofe. Por no hablar de los cientos de miles de evacuados cuya vida se partió en dos y la zona de exclusión real que organizaciones no-gubernamentales cifran hasta en 150.000 kilómetros cuadrados, la extensión de Grecia.

A la ciudad de Pripyat, la más cercana a la central, va dirigida nuestra galería semanal como muestra de una zona muerta eterna ya que elementos radiactivos liberados en la explosión como el Xenon-133 estará activo durante 600 años y el Plutonio-239 actuará la friolera de 24.000 años.

Cercano el trágico aniversario de los 30 años de Chernóbyl, vaya nuestro recuerdo a las víctimas y el homenaje a bomberos, militares y al millón de “liquidadores” que sin preparación ni protección suficiente fueron enviados a limpiar la zona de la central, muchos de ellos dando su vida para minimizar el mayor desastre nuclear civil de la historia. Imágenes recientes de la zona muerta | Lynn Hilton.

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