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Los smartphones flexibles deben aportar valor más allá de la pantalla si quieren triunfar

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El sector smartphone se encuentra en una situación complicada. Los ciclos de renovación se han alargado y la innovación se ha estancado, dos problemas que los grandes del sector esperan poder resolver con el lanzamiento de los smartphones flexibles.

No es la primera vez que hablamos de los smartphones flexibles, ¿pero tenemos claro realmente este concepto? Para evitar dudas es importante concretarlo: un smartphone flexible es aquél que cuenta con una pantalla que puede plegarse total o parcialmente, sin tener que recurrir a una bisagra o a una sección diferenciada como ocurre por ejemplo en el Axon M de ZTE. Este sería un ejemplo de un auténtico smartphone flexible.

La tecnología necesaria para lanzar smartphones flexibles no es nueva. Los grandes del sector ya cuentan con ella desde hace años y se comenta que tenían prototipos funcionales que podrían haber lanzando al mercado, ¿pero por qué no lo hicieron? Simple, el precio y el impacto sobre el usuario.

Partimos de una base simple: para que un nuevo producto tenga éxito debe tener un precio competitivo y llamar la atención del usuario, ya sea a través nuevas funciones que supongan un valor añadido o a través de un diseño llamativo y realmente innovador. Si alguno de esos puntos se cumple las probabilidades de que el producto fracase son muy altas.

Pues bien, ese era el problema que tenían los smartphones flexibles en sus primeras etapas, que no contaban con un diseño verdaderamente atractivo y que tenían un coste de fabricación muy elevado, lo que hacía que el precio de venta se disparase. Con esto en mente podemos entender a la perfección que gigantes como Huawei y Samsung hayan preferido ir posponiendo de forma gradual el lanzamiento su primer smartphone flexible.

Una pantalla plegable no será suficiente

Según un estudio de la firma Display Supply Chain Consultants el mercado de los smartphones flexibles estará dominado en una primera etapa por Samsung y Huawei. Se espera que los dos gigantes lancen sus primeros terminales en algún momento de 2019 (T1 según varias fuentes), y que posteriormente otros vendedores vayan subiéndose al carro.

Los primeros smartphones flexibles tendrán un precio muy elevado. No hay cifras oficiales, pero se estima que rondará los 2.000 dólares, una cifra que supera de largo el coste de cualquier terminal tope de gama actual. Si esto se confirma la presencia de una pantalla plegable no será suficiente para justificar de cara al consumidor ese alto precio, los vendedores necesitan marcar la diferencia a través de otras características y funciones, y francamente no lo tienen nada fácil.

Un smartphone flexible tiene que sorprender de verdad al usuario para que éste esté dispuesto a gastar 2.000 dólares, máxime si tenemos en cuenta que el precio actúa como una importante barrera psicológica en el consumidor, y que romper la franja de los 1.000 dólares supone un desafío muy grande que ni siquiera Apple pudo superar sin consecuencias.

En lo personal no puedo estar más de acuerdo. Hemos llegado a un punto en el que la línea que divide a la gama media y a la gama alta se encuentra más difuminada que nunca, y la presencia de smartphones como el Pocophone F1 ha llegado casi a borrarla en algunos extremos. Lanzar una serie de smartphones que cuestan hasta cuatro veces más que un terminal de gama alta y justificar ese aumento de precio solo con la presencia de una pantalla plegable sería un error de proporciones épicas, y condenaría a dicha serie al fracaso absoluto.

Smartphones flexibles: ¿el camino a seguir?

El estudio que citamos anteriormente confirma que sí. Display Supply Chain Consultant asegura que en 2021 los smartphones flexibles representarán un mercado valorado en 8.900 millones de dólares y que se habrán vendido unos 63 millones de unidades.

No hay duda de que la integración de una pantalla flexible representa una innovación interesante y que realmente puede marcar la diferencia. Poco a poco el sector se está quedando sin ideas, y ahora mismo la mejor estrategia es lanzar terminales con una buena relación precio-prestaciones, aunque algunos vendedores (como Apple) pueden permitirse el lujo de marcar su propio camino.

La estandarización de los smartphones flexibles acabará siendo una realidad, muy a largo plazo. El motivo principal es el que ya hemos visto anteriormente, los costes de producción. Para que este tipo de dispositivos se pongan al alcance de la mayor parte de los consumidores tienen que comercializarse a un precio inferior a los 1.000 dólares, y para que eso ocurra el coste de materiales y de fabricación tiene que reducirse de forma notable.

¿Os atraen los smartphones flexibles? ¿Qué funciones creéis que deberían incorporar para marcar la diferencia y justificar su alto precio?

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