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Descubre la evolución del gaming en PC con dos equipos estrella de 2012 y 2018 frente a frente

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El gaming en PC ha experimentado una evolución notable durante los últimos años que se ha dejado notar, sobre todo, a nivel de hardware. Por ejemplo, en 2012 lo más potente que podíamos encontrar en el sector de procesadores de consumo general era un Core i7 2700K, un chip que sumaba cuatro núcleos y ocho hilos, y hoy tenemos a nuestro alcance procesadores de ocho núcleos y dieciséis hilos.

La cantidad de memoria RAM necesaria para disfrutar de una buena experiencia gaming en PC no ha cambiado demasiado, 8 GB son suficiente pero lo ideal son 16 GB. Sin embargo, el tipo de memoria y sus frecuencias de trabajo sí ha cambiado, y de una manera bastante clara. Por ejemplo, un PC para juegos de gama alta de 2012 venía acompañado normalmente de 16 GB de DDR3 a una velocidad aproximada de 1.600 MHz, mientras que un equipo actual mantiene esa cantidad pero incorpora DDR4 a una velocidad de 3.000 MHz o más.

Otro aspecto que ha evolucionado enormemente ha sido la tarjeta gráfica. Sí, la mayoría de los jugadores sigue apostando por la resolución 1080p, pero en 2012 el estándar en potencia gráfica dentro de la gama alta estaba en un nivel que hoy posiciona en la gama media-baja, ya que una GTX 680 equivale en rendimiento bruto a una GTX 1050-Radeon RX 560. La memoria gráfica también ha vivido un punto de inflexión, tanto que el estándar en la gama alta ha pasado de los 2 GB a los 8 GB.

A pesar del estancamiento que han marcado los ciclos de desarrollo centrados en las consolas de nueva generación los requisitos de los juegos experimentaron una evolución notable durante los años posteriores a la llegada de PS4 y Xbox One, y todavía hoy es posible encontrar títulos que, bien por introducir mejoras gráficas o bien por tener una optimización pésima, son muy exigentes.

Los chicos de Benchmark han cogido todos estas estas claves y las han unido para dar forma a una interesante comparativa en vídeo que muestra la evolución del gaming en PC a través de dos grandes configuraciones, un equipo de gama alta de 2012 y otro de 2018. Antes de entrar a ver el vídeo os dejamos un resumen completo con la configuración de cada equipo:

PC Gaming 2012

  • Core i7 2600K con cuatro núcleos y ocho hilos a 4,2 GHz.
  • 16 GB de RAM DDR3 a 1.600 MHz.
  • Tarjeta gráfica GTX 680 con 2 GB de GDDR5.

PC Gaming 2018

  • Core i7 9700K con ocho núcleos y ocho hilos a 4,7 GHz.
  • 16 GB de RAM DDR4 a 3.200 MHz.
  • Tarjeta gráfica RTX 2080 con 8 GB de GDDR6.

El resultado de la comparativa es claro, el equipo de 2012 todavía aguanta bastante bien trabajando con resoluciones 1080p y calidades medias o altas, según las exigencias de cada juego, pero muestra síntomas de agotamiento claro que se deben, principalmente, a la tarjeta gráfica.

Actualizar una configuración como esa a una tarjeta gráfica GeForce GTX 1660 o Radeon RX 580 nos permitiría darle una segunda vida sin tener que asumir el coste que supondría una renovación completa.

Por su parte el PC gaming de 2018 hace una demostración de fuerza bruta llegando a triplicar el rendimiento del PC de 2012. No hay duda de que esto se debe a la mayor potencia de la CPU y a la mayor velocidad de la RAM, pero la pieza clave que le permite marcar esa diferencia tan enorme es la RTX 2080.

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