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Tarjetas gráficas de bajo coste: ¿son realmente una buena opción?

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Las tarjetas gráficas de bajo coste se han convertido en una opción cada vez más interesante gracias a los esfuerzos que están poniendo la mayoría de los ensambladores en ampliar sus catálogos con modelos de este tipo. No son algo nuevo, de hecho llevan entre nosotros varias décadas, pero la creciente importancia que fue adquiriendo este componente con el paso de los años ha impulsado la creación de este tipo de productos.

Sé que muchos de nuestros lectores se pregunta si realmente son una opción que merezca la pena tener en cuenta, o si por el contrario debemos evitarlas a toda costa. No podemos dar una respuesta universal, y el motivo es muy sencillo: hay tarjetas gráficas de bajo coste que son una excelente opción y otras que no lo son, pero debemos tener en cuenta que esta idea también se extiende a modelos mucho más caros que presentan una calidad de construcción superior, al menos en teoría.

En este artículo vamos a profundizar en esta cuestión, veremos la importancia de la calidad de construcción y la pondremos en relación con cada tipo de configuración, algo fundamental ya que solo de esta forma adquiere todo su sentido y podemos explicar de forma realista si las tarjetas gráficas de bajo coste, con diseños simples y sistemas de refrigeración sencillos, merecen realmente la pena.

Como siempre os recuerdo que si tenéis cualquier duda podéis dejarla en los comentarios y os ayudaremos a resolverla. Sin más, empezamos, poneos cómodos.

Tarjetas gráficas de bajo coste: diseños personalizados y de referencia

Antes de entrar a hablar del valor que ofrecen las tarjetas gráficas de bajo coste debemos tener claro qué son y qué diferencias existen entre los modelos con diseños personalizados y de referencia. Las tarjetas gráficas de referencia son aquellas que siguen a rajatabla el diseño que ha dado NVIDIA o AMD de una determinada tarjeta gráfica.

Es importante tener en cuenta que los diseños de referencia no siempre apuestan por el enfoque de crear tarjetas gráficas de bajo coste, es decir, no buscan de forma constante reducir el precio a toda costa, de hecho podemos encontrar versiones que siguen precisamente el camino contrario. Por ejemplo, las RTX serie 20 Founders Edition presentan una alta calidad de construcción y tienen un acabado premium, y lo mismo ocurre con la Radeon VII, una tarjeta gráfica que tuve la oportunidad de analizar en su momento y que contaba con un diseño excelente que no tenía nada que ver con los que utilizó AMD en las Radeon RX Vega 56 y 64 de referencia.

Los diseños de referencia suelen presentar acabados más sencillos y sistemas de refrigeración menos potentes, salvo algunas excepciones, pero esto no quiere decir que no sean perfectamente funcionales, todo lo contrario, ya que de hecho se trata de diseños que han sido probados por AMD y por NVIDIA y que garantizan, por tanto, el correcto funcionamiento de cada tarjeta gráfica.

El problema está en que esos diseños son suficiente para garantizar el correcto funcionamiento del producto, pero nada más. La GTX 1080 Ti Founders Edition, por ejemplo, tiene un sistema de refrigeración apoyado en un ventilador de turbina que hace que la tarjeta gráfica supere sin problemas los 80 grados. Funciona, pero genera mucho ruido, alcanza temperaturas elevadas y tiene un margen de overclock prácticamente nulo.

Las Radeon RX 5700 y 5700 XT en su diseño de referencia son otros dos buenos ejemplos. Montan también un ventilador de tipo turbina y sí, funcionan, pero sus temperaturas de trabajo también son muy elevadas, hacen mucho ruido y su margen de overclock es prácticamente nulo, lo que significa que no podemos aumentar sus frecuencias de trabajo de forma considerable para mejorar el rendimiento.

Los diseños personalizados se distancian, en mayor o menor medida, de los diseños de referencia, y pueden utilizarse tanto para crear tarjetas gráficas de bajo coste como para crear modelos premium con un nivel de prestaciones superior y un precio acorde a ello. Por ejemplo, la serie ROG Strix de ASUS es conocida por ofrecer una calidad de construcción premium, un sistema de refrigeración de alta calidad, overclock de fábrica y por ofrecer un margen considerable para aumentar todavía más las frecuencias de trabajo.

Puntos de mejora y de diferenciación de las tarjetas gráficas personalizadas

Ya sabemos que los modelos personalizados se pueden utilizar para crear tarjetas gráficas de bajo coste, y también para dar forma a modelos premium, ¿pero en qué aspectos se diferencian de los modelos de referencia? A continuación vamos a compartir con vosotros un desglose sencillo donde veremos, punto por punto, las diferencias más importantes.

  • PCB personalizado: es la base sobre la que se asientan todos los componentes de la tarjeta gráfica. Esto puede suponer cambios estéticos, como por  ejemplo un color diferente al del modelo de referencia, permitir diseños de alimentación con diferentes fases y conectores adicionales y otras mejoras menores. Cada vez menos fabricantes cambian este componente por el coste que representa.
  • Conectores de alimentación: lo normal es que la mayoría de los fabricantes respeten los conectores de alimentación adicional para cada tarjeta gráfica que recomiendan NVIDIA y AMD, pero en los diseños personalizados de gama alta hemos visto modelos que pueden requerir un conector adicional (hay tarjetas gráficas personalizadas que requieren tres conectores de alimentación en lugar de dos). Esta práctica es poco frecuente, lo más normal es que se aumente el número de pines de uno de los conectores (por ejemplo, modelos que utilizan 8 + 6 pines en el modelo de referencia y que pasan a 8 + 8 pines en algunos modelos personalizados).
  • Puertos de conexión: me refiero a las salidas HDMI, DisplayPort y otros conectores de imagen. Ahora mismo la mayoría de los ensambladores se ha limitado a mantener los HDMI y los DisplayPort, lo que hace que cada vez sea más raro encontrar tarjetas gráficas con salidas DVI. La cantidad de conexiones disponibles puede variar de forma considerable entre los modelos de referencia y los modelos personalizados, aunque para un usuario normal no es demasiado importante.
  • Frecuencias en GPU y VRAM: buena parte de los ensambladores que optan por diseños personalizados, aunque sea de forma parcial, añade un poco de overclock para crear valor y atraer al usuario. Una pequeña mejora de casa en las velocidades de trabajo de la GPU ayuda a que la tarjeta gráfica rinda más, y facilita al vendedor un aumento de precio sin coste real para él, y sin riesgos. En la mayoría de los casos el overclock de casa que traen es tan mínimo que podemos lograrlo nosotros manualmente sin esfuerzo, y gratis.
  • Memoria integrada: es una práctica que ha caído en desuso por las limitaciones y el control que han establecido NVIDIA y AMD. Ambas compañías limitan la cantidad de memoria que puede acompañar a sus tarjetas gráficas a unas cantidades determinadas, recortando un punto de personalización que anteriormente tenía un poco más de libertad. La memoria gráfica importa, pero siempre que esté acompañada de un buen núcleo gráfico. Así, comprar una Radeon RX 580 con 8 GB de memoria gráfica no es una mala opción, pero esta es menos potente que la GTX 1660 Super, que tienen 6 GB. Ya lo sabéis, la memoria no lo es todo.
  • Sistemas de disipación: este es, sin duda, uno de los puntos que más juego da a los ensambladores. Los modelos con diseños de referencia suelen venir con sistemas de disipación muy sencillos y no demasiado eficaces, ya hemos hablado de ello anteriormente y lo hemos ejemplificado con las GTX 1080 Ti FE y las Radeon RX 5700 y 5700 XT. Por contra, los modelos personalizados suelen contar con sistemas de refrigeración de mayor calidad y potencia, de hecho incluso la mayor parte de las tarjetas gráficas de bajo coste superan en términos de refrigeración a la mayoría de los modelos de referencia.
  • Placa metálica trasera: estamos ante un componente que antaño era una rareza reservada a las tarjetas gráficas más premium, y que con el paso del tiempo se ha popularizado de tal manera que ahora mismo podemos encontrarlo incluso en modelos de gama media y gama baja-media. Aporta solidez estructural, importante en tarjetas gráficas con sistemas de refrigeración muy grandes y radiadores voluminosos, y ayuda a disipar mejor el calor. No es imprescindible en la mayoría de los casos, pero representa un valor añadido. Las tarjetas gráficas de bajo coste suelen prescindir de ella.

Esas son las claves más importantes que diferencian a las tarjetas gráficas personalizadas de los modelos de referencia, pero también pueden darse otros cambios de menor importancia, como por ejemplo la integración de elementos decorativos, como la iluminación LED, y la presencia de herramientas de software que ayuden a controlar dicha iluminación o que nos permite monitorizar las temperaturas de la tarjeta y hacer overclock de forma sencilla.

Una RX 5700 XT de referencia. Imagen cortesía de ComputerBase.

Tarjetas gráficas de bajo coste: ¿cuándo son una buena opción?

Es la pregunta que debemos hacernos después de todo lo que hemos expuesto hasta ahora. Hay modelos que tienen diseños muy sencillos que apuestan por utilizar ventiladores de turbina o radiadores muy limitados. Estos modelos suelen funcionar de una manera muy «justa», es decir, alcanzan temperaturas elevadas y pueden dar problemas a medio y largo plazo, así que no merecen la pena salvo casos muy concretos.

Lo entenderemos mejor con un ejemplo. Una GTX 1660 Super de bajo coste con diseño mini ITX, como este modelo de GIGABYTE, funcionará a la perfección y no nos dará problemas de temperatura, ya que su consumo es muy bajo y se mantendrá sin problemas entre los 60 y los 70 grados trabajando a plena carga, siempre en función del chasis que utilicemos y de la temperatura ambiente. Por contra, una Radeon RX 580 dependerá mucho más del sistema de refrigeración que integre a la hora de desplegar todo su potencial, ya que tiene un consumo mayor y alcanza temperaturas más elevadas.

Por ejemplo, la Radeon RX 580 de 8 GB Sapphire Nitro+ Limited Edition, que presenta un ensamblado y una construcción equilibrada que prioriza el valor calidad-precio, ronda entre los 70 y los 75 grados de temperatura a plena carga, un valor que no está nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta los 84 grados que alcanzaban las RX 480 de 8 GB con los diseños de referencia (ventiladores de turbina). Sin embargo, la Radeon RX 580 de 8 GB con el acabado ASUS ROG Strix mantiene las temperaturas entre los 60 y los 65 grados. Su precio es, obviamente, mayor.

Como dijimos no hay una respuesta única a la hora de valorar si merece la pena o no comprar tarjetas gráficas de bajo coste. En algunos casos son una excelente opción, de hecho he utilizado soluciones gráficas de este tipo en los últimos años (una GeForce 6600 GT de Club 3D y una GeForce 9600 GT de XFX) y no he tenido ningún problema, pero debemos ser conscientes de sus limitaciones y de los problemas que pueden dar cuando se utilizan montajes de bajo coste en tarjetas gráficas tope de gama, o en modelos con consumos y temperaturas elevadas.

Para que tengáis una serie de referencias claras a la hora de tomar tan difícil decisión quiero compartir con vosotros una serie de criterios os servirán como guión y que os ayudarán a acertar:

Merece la pena comprar un diseño de bajo coste si:

  • Vamos a comprar una tarjeta gráfica de gama baja o de gama media, ya que suelen tener consumos moderados y es raro que den problemas de temperatura.
  • Esas gamas que hemos dicho son, además, en las que más notaremos la diferencia de precio entre un diseño de bajo coste y otro de alta calidad. Tened en cuenta que una RX 580 de bajo coste puede rondar los 130 euros y que esa misma tarjeta gráfica con un diseño de alta calidad puede subir hasta los 250-300 euros.
  • Cuando nos movemos en la gama media-alta también podemos buscar modelos con diseños económicos, pero sin hacer sacrificios importantes y teniendo siempre en cuenta sus temperaturas de trabajo. Mirar análisis antes de comprar es una buena idea.
  • Las tarjetas gráficas de bajo coste son una buena forma de ahorrar, y no debemos descartarlos salvo casos en los que tengamos claro que tienen un diseño que no es capaz de permitir que la tarjeta desarrolle de forma óptima todo su potencial sin que las temperaturas de trabajo sean problema.

Si tenemos previsto comprar con modelo de gama alta lo ideal es buscar diseños personalizados que prioricen el valor calidad-precio. En este sentido prácticamente todos los ensambladores conocidos ofrecen soluciones interesantes con precios contenidos. Si buscamos modelos tope de gama, o que ocupen una posición muy cercana a ese nivel, como las RTX 2080 Super o RTX 2080 Ti, debemos evitar los diseños de bajo coste y los ventiladores de tipo turbina.

Os ilustro este último punto con un ejemplo sencillo, la RTX 2080 Super de GIGABYTE modelo «Turbo», que trae un ventilador de turbina, supera sin problemas los 80 grados cuando trabaja a plena carga, lo que afecta al modo turbo y reduce las frecuencias máximas. Su nivel de ruido también es considerablemente alto. Sin embargo, la RTX 2080 Super con sistema Windforce 3X de GIGABYTE se mantiene casi siempre por debajo de los 70 grados.

Las tarjetas gráficas de bajo coste pueden ser una excelente opción, siempre que elijamos con cabeza y no hagamos elecciones disparatadas. Por ejemplo, no tiene sentido ahorrase 50 euros en una RTX 2080 Super si nos vemos obligados a comprar un modelo con un ventilador de tipo turbina.

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