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¿Se acerca el fin del disco duro? ¿Ya ha llegado?
Seguro que, si nos ponemos a hacer memoria, muchos podríamos recordar el tamaño de los discos duros de nuestros primeros ordenadores, especialmente si somos de los que antes pasaron por ordenadores sin capacidad alguna de almacenamiento, que se apoyan en disquetes, cintas de casete y otros medios externos. Instalar sistema operativo y software en aquellos primeros discos era una comodidad a la que ya no quisimos renunciar.
El tamaño de aquellos discos duros fue evolucionando con el paso de los años, pasando de obligarnos a hacer filigranas para poder instalar y guardar todo aquello que queríamos, hasta llegar a un punto en el que podíamos dar salida a nuestro Diógenes Digital. Fue una evolución sensacional, aunque entre medias tuvimos que sufrir un poco con los compresores de archivos, e incluso, algún que otro susto con tecnologías como DoubleSpace, de doloroso recuerdo.
Todo iba bien para los discos duros hasta que, de repente, un nuevo soporte de almacenamiento empezó a ganarse el interés de las empresas tecnológicas y, de su mano, también de los usuarios. Las tarjetas de memoria y los sticks USB, de los que pronto salió la ramificación de los reproductores de MP3 USB nos acercaron a un nuevo soporte, la memoria flash no volátil, que ya en aquel momento resultaba increíblemente prometedora para otros usos.
El coste por mega, después por por giga, era desproporcionadamente más alto que el de los discos duros, por lo que estos siguieron siendo el soporte de almacenamiento interno de los PC, si bien es cierto que, como ocurre con toda nueva tecnología, poco a poco su precio va descendiendo y, en una relación más que conocida, su demanda se incrementa. A finales de la primera década de este siglo las primeras unidades SSD para uso interno en el PC empiezan a aparecer, y quienes las prueban se quedan con la boca abierta por el salto en rendimiento que suponen.
Y así llegamos a 2012, al 23 de octubre, cuando Apple anuncia su tecnología Fusion Drive, una unidad de almacenamiento que combina disco duro mecánico (el de toda la vida) y memoria flash NAND. Una propuesta innovadora que ofrece una capacidad de almacenamiento semejante a la de muchos discos duros de la época, un terabyte, pero con 128 gigas de altísimo rendimiento (en comparación). El propio sistema operativo elegía qué se almacenaba en la parte mecánica y qué iba a la memoria flash. Para bastantes personas, fue la primera toma de contacto con el almacenamiento flash en un PC.
Desde entonces la carrera de las SSD empezó a sumar mucha más velocidad, y los discos duros empezaron a ver cómo su demanda iba menguando. Seguían (y siguen, a día de hoy) ofreciendo la mejor relación precio/capacidad, además de ofrecer capacidades muy superiores a las de las unidades SSD, pero la diferencia de rendimiento supuso un salto cualitativo que permitió incrementar sustancialmente el rendimiento de los sistemas en determinadas tareas.
Desde entonces hemos ido presenciando como estas nuevas velocidades ofrecían inicios prácticamente instantáneos, gestión de grandes volúmenes de datos muchísimo más rápida y juegos con una calidad de imagen espectacular en los juegos (sí, lo sé, esto no solo depende del almacenamiento, pero sí que es un factor clave). Poco a poco, empezamos a ver cómo muchos sistemas empezaban a montar unidades SSD de capacidad media, complementadas por discos duros de gran capacidad.
A día de hoy todavía es posible encontrar ese tipo de combinaciones en ordenadores de sobremesa, pero no así en portátiles, donde los discos duros ya son prácticamente inexistentes. Y es que para el diseño de los mismos, al rendimiento de las SSD se suma la carencia de elementos móviles y un tamaño mucho más compacto.
En MuyComputer hemos seguido este cambio desde hace años. Ya en 2017 te contábamos cómo dar el salto, y cuando os preguntamos cuál era vuestra opción, las SSD ya le habían ganado bastante terreno a los discos duros. Hace solo unos días te contamos que Microsoft quiere dejar atrás definitivamente los discos duros y hoy sabemos, por WccfTech, que el estudio independiente de videojuegos Ebb Software, ha puesto como requisito técnico para su esperado juego Scorn, el uso de una unidad SSD.
Esto, en realidad, no es algo nuevo, otros muchos títulos o lo exigen o, al menos, lo recomiendan de manera muy, muy encarecida. Y es lógico, no quiero ni imaginarme lo que sería, por ejemplo, Microsoft Flight Simulator con discos duros mecánicos. El cuello de botella sería, sencillamente, insostenible. Lo llamativo es que ya veamos también desarrollos de estudios independientes que descartan los discos duros como medio para la instalación de su sofware.
Ahora bien, ¿significa esto que los discos duros están muertos? Lo cierto es que no. Algunos fabricantes siguen innovando en este campo, con unidades más rápidas, más fiables y con unas capacidades impensables en SSD. Desde estaciones de trabajo en las que se procesan ingentes volúmenes de datos hasta servidores, el disco duro mecánico todavía tiene vida por delante, y de manera indirecta, seguramente seguiremos dependiendo de él a corto y a medio plazo.
Distinto es hablar del presente, y todavía más del futuro, de los discos duros en los ordenadores que empleamos la mayoría. Ya comentaba antes que si hablamos de portátiles, el salto ya esta prácticamente completado, y solo en el caso de necesitar una enorme capacidad de almacenamiento en los de sobremesa, y que ésta no se pueda suplir mediante medios de almacenamiento externo, la nube, etcétera, tiene sentido emplear un modelo híbrido, es decir, una SSD como unidad principal, y un disco duro mecánico como unidad secundaria.
Y sí, a día de hoy es posible montar un PC que se apoye exclusivamente en un disco duro mecánico, el problema es que son tantas las limitaciones (más las que están por venir), que hacerlo sería un error que, sin duda, pagaríamos muy, muy caro.
¿Qué opinas tú? ¿Ya diste el salto y solo empleas almacenamiento SSD, o todavía empleas discos duros mecánicos? Y si es así, ¿los usas como complemento a una SSD o como unidad principal del sistema? Y en clave un poco más nostálgica, ¿recuerdas la capacidad de tu primer disco duro? ¿Algún ingenio para aprovechar al máximo su capacidad? ¿Algún problema que te hiciera desear tirarlo por la ventana?