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NVIDIA ya trabaja en Hopper, la arquitectura que sucederá a Ampere
Ampere es el nombre con el que se conoce, de forma provisional, a la nueva arquitectura que utilizará NVIDIA en sus tarjetas gráficas GeForce RTX serie 30, así como en las Tesla y Quadro de próxima generación.
Su lanzamiento está previsto para mediados de 2020 y marcará, según las primeras informaciones, un salto importante gracias a las mejoras a nivel de arquitectura, que permitirán un mayor rendimiento a través de las optimizaciones que veremos en los motores de geometría, de trazado de rayos y de inteligencia artificial, y también supondrá un avance claro en términos de eficiencia, que vendrá dado por el uso del proceso de 7 nm de TSMC.
Todavía faltan unos cuantos meses para que NVIDIA presente Ampere, pero una interesante filtración asegura que la compañía ya está trabajando en Hopper, su sucesora, un nombre que hace honor a Grace Murray Hopper, una científica dedicada a la computación y militar estadounidense que fue una de las grandes pioneras del sector, no en vano fue la primera programadora que utilizó el Mark I y desarrollo el primer compilador para un lenguaje de programación.
NVIDIA ha utilizado nombres de científicos importantes en varias generaciones gráficas, y no hay duda de que Grace Murray Hopper hizo méritos más que de sobra para ser elegida, ¿pero qué hay detrás de esa nueva arquitectura gráfica? Por desgracia la información es bastante escasa, pero las primeras informaciones apuntan a un posible salto a las configuraciones MCM.
¿Os habéis perdido? Pues tranquilos, que os traigo de vuelta. El uso de configuraciones MCM (módulo multichip) ya lo hemos visto, por ejemplo, en los procesadores Ryzen de AMD, y su adaptación al sector gráfico seguiría exactamente las mismas directrices: agrupar bloques de núcleos gráficos en diferentes pastillas de silicio que estarían comunicadas entre sí por un sistema concreto y que permitirían crear una GPU que sería imposible bajo la arquitectura de núcleo monolítico, o inviable económicamente.
Lo entenderemos mejor con un ejemplo. La RTX 2080 Ti suma 4.352 shaders y tiene un diseño de núcleo monolítico, es decir, todos los elementos de la GPU se integran en una pastilla de silicio. Pues bien, bajo la arquitectura MCM podríamos agrupar dos, tres o cuatro pastillas de silicio para crear una GPU «monstruosa» con 17.408 shaders.
Impresiona, ¿verdad? Este tipo de diseños tiene sus ventajas, pero también sus desventajas. Al tener varias pastillas de silicio separadas que se comunican a través de una interfaz concreta es fácil que surjan problemas de sincronización y de latencia, y también se complican otros aspectos como la estabilización de las frecuencias de trabajo en frecuencias elevadas.
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