A Fondo
Así de profundo es el rastreo de ubicación que realizan nuestros móviles
Después del reciente revuelo que causó en España el poco advertido estudio y rastreo de ubicación que está realizando el Instituto Nacional de Estadística en el groso de teléfonos móviles localizados dentro del territorio Español, ahora el New York Times nos muestra la verdadera repercusión y cantidad de datos que esto puede suponer.
Recopilados de manera similar a la propuesta por el INE, el llamado «The Times Privacy Project» ha mostrado la facilidad en la que estos datos «anónimos y privados» pueden ser extraídos de nuestros teléfonos, con más de 50 mil millones de pings de ubicación de los teléfonos de más de 12 millones de estadounidenses localizados en las principales ciudades como Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, o la propia Washington DC, lugar donde se encuentran la casa presidencial o el Pentágono.
Y es que aunque quizás muchos piensen que la ubicación por sí sola puede no es suficiente para identificar a una persona, sí que se puede interpolar con demasiada facilidad con otros datos disponibles públicamente, principalmente, provenientes de las redes sociales.
«Después de pasar meses revisando los datos de rastreo de ubicación y los movimientos de personas en todo el país y hablando con docenas de compañías de datos, tecnólogos, abogados y académicos que estudian este campo, sentimos la misma sensación de alarma» declaraba el propio medio.
De esta manera nos damos cuenta de que, más allá del control y vigilancia reconocidos por algunos regímenes autoritarios como el de China, todavía estamos lejos de encontrarnos en un entorno de libre albedrío. Aunque aparentemente controlado por la mayoría de sistemas legales de los países, parece que en todo el mundo existen ciertas «fallas» que permiten esta violación de la privacidad dentro de un marco legal.
Pero realmente lo más preocupante de este asunto es la propia indiferencia y colaboración de los usuarios (entre los que me incluyo yo mismo), que tendemos a no ser conscientes de la gran cantidad de datos y concesiones que ofrecemos a miles de compañías, e incluso a otros individuos.
Desde el registro en las tiendas de aplicaciones como la App Store o Google Play Store, pasando por los derechos concedidos a propias las aplicaciones, y hasta las estadísticas y mediciones del propio terminal, toda la recopilación de datos cuenta con nuestra previa aprobación.
Afortunadamente, los sistemas operativos de los smartphones actuales nos presentan facilidades para reducir, incluso después de haber sido concedidos, para la administración o revocación de los datos y servicios que se recopilan por cada una de las aplicaciones, entre los que se incluye el propio rastreo de ubicación.
Desde la cultura corporativa hasta el desarrollo legal lento, los usuarios deben valerse por sí mismos en lugar de depender de aquellos que deberían tener en cuenta su bienestar.
Aunque no tendremos tanta suerte de cara a otros servicios en línea como Google y Facebook, también culpables de almacenar nuestros datos de ubicación, funcionando incluso en segundo plano. Y es que aunque legalmente están obligados a ofrecernos el acceso para borrar o configurar la no cesión de nuestros datos, estas empresas suelen presentar unos accesos bastante tediosos, y en muchas ocasiones incluso oculto, para su acceso.
¿Qué puedo hacer para mantener mi privacidad?
Como bien decíamos, Con unas corporaciones que buscan beneficiarse de nuestra privacidad a nuestra costa, y unos gobiernos que no logran mantenerse al día con este desarrollo acelerado de las tecnologías, por el momento los usuarios tenemos bastante pocas opciones para tratar de proteger nuestra información.
Más allá de tener que emigrar al monte y aislarnos de toda tecnología, el paso fundamental reside en generar consciencia con respecto a nuestros datos.
Nuestra recomendación es tratar de leer y revocar tantos de estas permisos «no necesarios» como nos sea posible dentro de las aplicaciones de nuestro teléfono.
De igual manera, también es recomendable tratar de evitar compartir excesivos datos personales en la red, siendo más selectivos a la hora de crear nuevos registros o cuentas. Para ello, un buen método es crear una cuenta secundaria, por ejemplo de Google, con la que realizar el registro automático en el resto de aplicaciones o webs compatibles, pudiendo controlar en mayor medida la cantidad de datos personales en circulación.
Por último, y quizás la más difícil para muchos, estaría la difusión de contenidos en redes sociales, siendo recomendable obviar el uso de datos adicionales como los añadidos de ubicación u hora, o el compartido de estas publicaciones a tiempo real.
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