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El día que Microsoft salvó a Apple

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El día que Microsoft salvó a Apple

Apple es una compañía tremendamente exitosa. Sus acciones en bolsa son consideradas una inversión bastante segura, algunos de sus dispositivos son la referencia en sus respectivos mercados y, además, ha conseguido construir a su alrededor una imagen indudablemente atractiva. Es cierto que hay bastantes personas que reniegan de ella, no digo que haya calado de manera universal, pero sí que para muchas personas es una referencia, y que eso cubre a sus dispositivos de una pátina de atractivo extra. Como una pizza cuando la pides con extra de queso.

Microsoft, por su parte, durante décadas arrastró una imagen más… ¿cómo decirlo? ¿Quizá gris? Es cierto que en Redmond llevan mil años haciendo esfuerzos por tener una imagen más «cool», más en la línea de la de Apple, pero durante décadas muchos usuarios asociaban la imagen de Microsoft (y no pocos lo siguen haciendo a día de hoy) con ordenadores beige de oficina (¿se siguen fabricando ordenadores de ese color?), mientras que en el imaginario colectivo Apple es sinónimo de iPhone, de dispositivos de colores y de modernidad. Y eso que la campaña de lanzamiento de Windows 95 contó incluso con banda sonora de los Rolling Stones.

Por su parte, la relación entre ambas empresas siempre ha sido agridulce. Se suele recordar, por ejemplo, que Microsoft se inspiró en los trabajos de Apple en lo referido a las interfaces de usuario, algo que le fue duramente reprochado por Apple. Sin embargo, lo cierto es que ambas compañías se inspiraron en los trabajos llevados a cabo en el Palo Alto Research Center de Xerox. La historia de la visita del personal de Apple a ese centro de investigación merece capítulo aparte: fue autorizada por los ejecutivos de Xerox en Nueva York, que subestimaban constantemente el trabajo llevado a cabo por el equipo de California. La historia se encargaría de acreditar su error.

En contra de una extendida creencia, los anuncios «1984» y «Lemmings» de Apple, no estaban dedicados directamente a Microsoft, sino a IBM, aunque claro, el ataque también se dejó sentir en Microsoft, ya que el sistema operativo de estos era un elemento clave para el IBM-PC y todo lo que vendría después.

El día que Microsoft salvó a Apple

El último gran momento de gloria de Steve Jobs en su primera época en Apple, la presentación y lanzamiento del Macintosh.

El abismo de Apple

Los éxitos de Apple son muy recordados, y lo mismo ocurre con sus productos más icónicos: Apple I, Apple Lisa, Macintosh, etcétera, y los más jóvenes que no conozcan la historia, pueden pensar que esto siempre ha sido así, que Apple siempre ha triunfado y que su posición en el mercado nunca se ha visto comprometida… craso error. A finales del siglo pasado, la situación de la compañía era tan, tan compleja, que su supervivencia se vio muy comprometida. Para ello es necesario recordar algunos precedentes.

Apple presenta el Macintosh en 1984, y logra que se convierta en un absoluto fenómeno de ventas… al principio. Su alto precio, 2.495 dólares de la época, sumado a algunas limitaciones importantes, como que solo contaba con 128 kilobytes de RAM, ocasionó que el volumen de ventas descendiera sustancialmente pocos meses después e su lanzamiento. Esto, sumado a otros problemas internos de la compañía, ocasionó el gran enfrentamiento entre Steve Jobs y John Sculley, CEO de la compañía (que había sido elegido y contratado para tal cargo, precisamente, por Jobs), terminó con una enorme explosión.

Y es que, en 1985, Jobs urdió un plan para que la junta directiva despidiera a Sculley, pero para su sorpresa, se encontró con una reunión convocada por el CEO en la que los directivos se pusieron del lado de éste, dejando a Jobs con una mano delante y otra detrás. No fue despedido, pero perdió todas las funciones operativas y fue desplazado a un centro de  trabajo secundario, apartado de la primera línea. Harto de dicha situación, Steve Jobs renunció a Apple en septiembre de 1985.

El día que Microsoft salvó a Apple

John Sculley, el hombre que firmó la salida de Steve Jobs de Apple en 1985 y que capitaneo Apple hasta 1993, uno de los momentos más bajos de la compañía. Imagen: Web Summit

Durante algunos años, tras la salida de Jobs, las medidas adoptadas para mejorar la situación fueron efectivas. Desde la mejora en las prestaciones del Macintosh hasta su inteligente posicionamiento en el mercado de la autoedición, permitieron que Apple se consolidara como la plataforma de los diseñadores, una etiqueta que, durante la sequía que estaba a punto de llegar, sería determinante para que Apple no se hundiera por completo.

La de los noventa, hasta prácticamente la mitad de su segundo lustro, fue la peor época para Apple. Por una parte veía como el ya eclosionado ecosistema de los PC compatibles se hacía con la mayoría del mercado a pasos agigantados. Y aunque intentó dar primeros pasos en otros mercados, estos fueron totalmente infructuosos. Aunque la compañía empezó esa década con algunos aciertos, como el Macintosh Classic , el Macintosh LC y el Macintosh IIsi de 1990 y, sobre todo, el PowerBook de 1991, la apuesta por modelos de bajo coste tuvo una gran incidencia en las ventas de los equipos más caros.

La diversificación del catálogo con las familias Quadra (gama alta), Centris (gama media) y Performa (consumo) tampoco ayudó, pues la compañía llegó a ser capaz de comunicar claramente la diferencia entre ellos. Así, el que un día fuera al artífice de la «salida» de Steve Jobs de Apple, un más que quemado  John Sculley, terminó saliendo de Apple en 1993. Desde ese momento y hasta 1997, la dirección de la compañía pasó por las manos de Michael Spindler y de Gil Amelio.

El regreso de Steve Jobs

En las revueltas aguas en las que Apple tuvo que navegar entre principios de la década y 1997, uno de los proyectos que se eternizaban en Apple era el diseño de un sistema operativo totalmente nuevo. Fueron varios los intentos, desde 1988, pero siempre con resultados decepcionantes. Así, tras determinar su incapacidad, Apple decidió comprar un sistema operativo por la vía de adquirir la empresa que lo hubiera desarrollado. Todo parecía cerrado en 1996, con el proceso de compra de BeOS (creado por un ex empleado de Apple) hasta que las aspiraciones económicas de éste superaron el umbral del presupuesto de Apple, dando al traste con la operación.

Mientras tanto, NeXT, el proyecto de Steve Jobs tras su salida de Apple, rubricó su final al declarase en bancarrota. Apple necesitaba un sistema operativo, NeXT tenía un sistema operativo y a Steve Jobs, y Gil Amelio, CEO en aquel momento, unió la línea de puntos. Poco después, a finales del 96, NeXT y su propiedad intelectual (incluido su sistema operativo) pasaba a ser propiedad de Apple, y Steve Jobs volvía, por la puerta grande, a la empresa que había fundado en 1976 y de la que había salido, de manera bastante traumática, ocho años después. Una de las primeras decisiones tomadas por Jobs fue despedir a Amelio.

La situación económica era, en aquel momento, poco menos que insostenible, el precipicio de la bancarrota estaba muy, muy cerca. Así, cuando finalmente recobró el control de la compañía, Jobs tuvo que hacer algunas llamadas telefónicas en busca del apoyo para garantizar la viabilidad de Apple. Y lo consiguió, aunque no hay que esforzarse demasiado para imaginar que fue a costa de tener que tragarse algunos sapos.

El día que Microsoft salvó a Apple

Histórico del precio de las acciones de Apple. Días antes  de la keynote de agosto de 1977, las acciones e vendían por 15 centavos de dólar. Pocos días después del anuncio, su precio ya había subido hasta los 25 centavos de dólar por acción. Fuente: Google

La vuelta de Jobs a Apple fue recibida con enormes dosis de triunfalismo por la comunidad de usuarios de Apple. Tras unos años bastante erráticos, el padre fundador había vuelto y sería capaz de devolver el norte a una compañía que parecía haberlo perdido años atrás. Sin embargo, no estaban preparados para lo que estaba a punto de ocurrir.

Anteayer se cumplieron 25 años desde el 7 de agosto de 1997. Y ahora, cuando recordamos las keynotes protagonizadas por Steve Jobs, lo que nos viene a la cabeza son eventos llenos de aplausos, loas y un Jobs exultante y capaz de comerse el mundo. No fue así, sin embargo, en la presentación que tuvo lugar el 7 de agosto de 1997 en la Macworld que  tuvo lugar en Boston. Aquel día Jobs recibió aplausos, sí, pero también una enorme cantidad de abucheos. Abucheos muy injustos, pues acababa de salvar a Apple.

Steve Jobs en el escenario, una enorme pantalla tras él y el texto Meaningful Partners en la misma. Jobs empieza a hablar de la importancia de los partners, camina hacia su estrado, situado en un lateral del escenario, bebe un trago de agua (con el que seguramente intentó tragar parte de lo que estaba a punto de pasar) y afirma que las relaciones destructivas no aportan nada. Plantea que durante las últimas semanas ha estado analizando las relaciones de Apple con otras compañías y que hay una, mala en ese momento, que podría ser muy positiva para ambas partes. En ese momento la densidad del ambiente se puede cortar con un cuchillo. Pero Jobs no se amilana, sigue hablando. Tiene que hacerlo.

Entonces llega el bombazo, anuncia que ya se ha llegado a un acuerdo con esa compañía y, al tiempo que menciona su nombre, el mismo se muestra en la gran pantalla. Ese nuevo partner es Microsoft, y tras unos segundos de desconcierto inicial, aplausos, silbidos y abucheos se solapan entre sí. Finalmente parecen ganar los primeros, pero solo lo parece, pues pocos segundos después, la grada vuelva a los abucheos. Todo parece serenarse un poco cuando se produce el anuncio de la llegada de Microsoft Office a los ordenadores de Apple, pero el anuncio de que Internet Explorer se convertiría en el navegador web por defecto en Mac.

Durante los siguientes minutos se produjeron más anuncios, pero el momento más revelador se produjo cuando Jobs contó que Microsoft había invertido nada menos que 150 millones de dólares en Apple (abucheos), garantizando mantener esa inversión un mínimo de tres años, y sin que eso diera voz a la compañía de Gates en la junta directiva de Apple (aplausos). A día de hoy puede no parecer mucho dinero, pero en julio de 1997 el valor de una acción de Apple era de 0,15 dólares.

Pero todavía quedaba lo mejor, no en términos de negocio, sino de espectáculo, y es que tras revisar los términos de la colaboración, Jobs anunció un invitado especial en el evento. Segundos después, Bill Gates aparecía en la gran pantalla, a modo de observador omnisciente. Ese momento quedó clavado, como una dolorosa espina, en la memoria de no pocos de los asistentes.

Sin embargo, y visto con el tiempo, los términos de dicha colaboración terminaron jugando un papel clave en la supervivencia de Apple. Quizá con distintas motivaciones, no lo niego, pero con el propósito común de salvar una marca tan histórica (ya en aquellos entonces) de desaparecer, Steve Jobs pidió ayuda y Bill Gates la ofreció. Aquel fue el día en el que Microsoft salvó a Apple y, aunque hoy ya quede muy lejano en el tiempo, y la relación entre ambas compañías vuelva a ser tirante (recordemos que se ha llegado a acusar a Microsoft de estar detrás de la demanda de Epic Games contra Apple), merece la pena recordar que en aquel momento, y por un tiempo, trabajaron mano a mano para que Apple no cayera.

Bonus track: ¿la imagen de Bill Gates en la MacWord Expo de 1997 te recuerda a algo? En aquel momento, para parte de los asistentes, fue una especie de fotograma invertido de lo que, paradójicamente, había sido la mejor herramienta de imagen algunos años atrás:

El día que Microsoft salvó a Apple

Fotograma del comercial «1984» de Apple, en el que se anunciaba el lanzamiento del Macintosh.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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