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Tesla y otro cliente «poco satisfecho»

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Tesla y otro cliente "poco" satisfecho

La propuesta de Tesla es, para muchas personas, de lo más tentadora. Un vehículo 100% eléctrico, con una autonomía bastante decente, un montón de tecnología integrada y que da lugar a múltiples sistemas automáticos y un diseño atractivo (aunque, claro, esto va en gustos). Además, sería injusto negar que ha sido no la precursora, pero sí la gran catalizadora para que la industria se pusiera las pilas tanto en la electrificación como en los sistemas autónomos. Así, no niego que, durante bastante tiempo, me sentí bastante fascinado (no tentado, pues presupuestariamente se me escapa) por los vehículos de Tesla.

Con el tiempo, sin embargo, hemos ido viendo que no es oro todo lo que reduce, que aunque es cierto que en muchos aspectos son punteros, en otros pesa mucho la mala costumbre de Elon Musk de vender humo. Y si a esto le sumamos una atención al cliente cuanto menos mejorable, que no cesen (aunque sean un goteo, no una riada, siendo sinceros) las noticias sobre accidentes y que, por motivos más que diversos a lo largo de los años, hemos visto a la compañía escatimar, en ocasiones, en elementos básicos, pues al final nos encontramos con un cómputo global un tanto alejado de la espectacular valoración con la que contaba Tesla hace unos años.

A este desgaste, además, debemos sumarle otro, igual o incluso más importante, este físico, y que afecta a un componente fundamental de los Tesla: las baterías. Y es que debemos ser honestos, aunque la posibilidad de generar un impacto menor en el medio ambiente es, sin duda, un gran valor para muchos usuarios, lo que finalmente hace que muchos se decanten por el eléctrico es la gran reducción de costes que supone la carga eléctrica frente al repostaje con gasolina o gasoil. Un ahorro que puede llegar a ser de miles de dólares, con el paso de los años, y que vendría a compensar el sobrecoste de un eléctrico, en la actualidad, frente a su homólogo con motor de combustión.

Tesla y otro cliente "poco" satisfecho

El ahorro en combustible compensaría el sobrecoste del eléctrico… siempre y cuando la vida de las baterías fuera la del vehículo pero, desgraciadamente, no es así. Ya te contamos, a finales del año pasado, el caso del finés que, ante la tesitura de pagar o no pagar 20.000 euros para cambiar las baterías de su Tesla, optó por una opción menos común, más sorprendente e, indiscutiblemente, mucho más divertida. Y es que, con la ayuda de profesionales y de 30 kilos de dinamita, redujo su Tesla Model S a cenizas.

Y por lo que podemos leer en TechSpot, menos espectacular, pero seguro que con parecidos sentimientos, se debió enfrentar Mario Zelaya, ciudadano canadiense, a la «muerte» de las baterías de su Tesla, por el que pagó 140.000 dólares canadienses en 2013, y que 11 años y 77.000 millas después (Elon Musk se jactaba de una vida media de las baterías de entre 300.000 y 500.000 millas o entre 21 y 25 años) se ha encontrado con que han llegado al final de su vida.

Pese a que la velocidad de degradación de las baterías se debe, según Zelaya, a un defecto de fabricación, Tesla no le ha ofrecido otra solución que sustituir las baterías, por 26.000 dólares canadienses, unos 19.600 euros, con el plus de que, de no sustituir la batería, ni siquiera haya podido acceder al interior de su vehículo, ni siquiera para recoger los documentos de propiedad que se encontraban en su interior. ¿La solución de Tesla a este punto en particular? Pagar 26.000 dólares para cambiar las baterías. Finalmente, Zelaya tuvo que pagar por los duplicados de la documentación que se encontraba en el interior del Tesla, solo para poder vender el coche, despidiéndose para siempre de la marca.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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