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Cinco cosas que no debes hacer a un procesador

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El procesador es uno de los componentes más importantes de cualquier PC. A su cargo corren las operaciones y el cómputo de propósito general, un concepto sencillo que nos permite entender a la perfección por qué podemos considerarlo como un pilar básico que acaba afectando, en mayor o menor medida, al rendimiento bruto del resto de componentes.

Es un tema que, como sabrán nuestros lectores habituales, ya hemos tocado en otras ocasiones. Por ejemplo, un procesador con un bajo IPC o un número insuficiente de núcleos puede ser incapaz de trabajar al ritmo que necesita una tarjeta gráfica de gama alta, y también impedirá a una unidad SSD de última generación desplegar todo supotencial.

La elección del procesador determina, además, la plataforma que vamos a utilizar, y por tanto afecta de forma indirecta a nuestras posibilidades de expansión y al soporte de determinadas tecnologías. De nuevo lo ilustramos con un ejemplo, si compras un Ryzen serie 3000 podrás montarlo en una placa base X570, que es compatible con el nuevo estándar PCIE Gen 4, pero si compras un Core serie 9000 tendrás que optar por una placa base con chipset serie 300, que solo soportan PCIE Gen 3.

En otros tipos de procesadores, como los HEDT, las diferencias a nivel de plataforma son más abultadas, debido principalmente al soporte de configuraciones de RAM más complejas y a la presencia de un mayor número de líneas PCIE disponibles.

Todo lo que hemos dicho es solo una breve explicación de la importancia que tiene el procesador en nuestros días, pero nos ayuda a entender de una manera sencilla y directa por qué debemos tener tanto cuidado al elegirlo.

No hay duda de que la elección  es importante, pero una vez que hemos decidido y hemos montado un procesador determinado debemos ser conscientes de que este requiere de una serie de cuidados mínimos que debemos llevar a cabo de forma periódica, y que son imprescindibles para que ofrezca un funcionamiento óptimo y para que tenga una larga vida útil.

En este artículo queremos profundizar en ese tema con un enfoque original e interesante. Para ello analizaremos a fondo cinco cosas que no debemos hacer a un procesador, os contaremos sus efectos, veremos por qué debemos evitarlas y os daremos consejos para hacer un buen uso de vuestra CPU. Sin más preámbulos entramos en materia, poneos cómodos que empezamos.

1-.Montar el procesador en una placa base inadecuada

No nos estamos refiriendo a la idea de montar una CPU en una placa base incompatible, obviamente sería un absurdo, sino al hecho de montar un procesador en una placa base que no nos permita aprovecharlo correctamente o que pueda, incluso, poner su integridad en peligro.

Sobre este tema debemos hacer dos grandes distinciones. Por un lado tenemos el tema de aprovechar adecuadamente una CPU, en este sentido entra en juego el chipset de la placa base que vayamos a utilizar y resulta bastante sencillo de explicar.

Ahora mismo tanto Intel como AMD han adoptado una postura clara en lo que respecta a sus procesadores si queremos hacer overclock. La serie Ryzen permite hacer overclock en todas sus versiones, es decir, tanto los procesadores serie «X» como las versiones estándar permiten subir las frecuencias de trabajo, y de una manera sencilla y segura gracias a la herramienta Ryzen Master, pero debemos utilizar una placa base que soporte esta función.

Hoy por hoy todas las placas base serie B350 y superiores nos dan la posibilidad de hacer overclock, así que solo nos veríamos limitados en este sentido con las placas base A320.

Con Intel ocurre algo similar, aunque hay un matiz que debemos tener claro. Solo soportan overclock los procesadores serie «K», y como en el caso anterior necesitamos una placa base con chipset serie «Z» (por ejemplo Z170, Z270 y Z370) para poder subir la frecuencia de la CPU.

Bien, si compras por ejemplo un procesador Ryzen 5 2600 y lo montas en una placa base con chipset A320 no podrás hacer overclock, y lo mismo ocurre si compras un Core i7 9700K y lo instalas en una placa base H370. Estarás desaprovechando una característica que puede ayudarte a alargar la vida útil del procesador, y en el segundo caso habrás tenido que pagar, además, un extra para acceder a ella, ya que los procesadores serie «K» son más caros que las versiones con multiplicador bloqueado.

Pero esto no es todo, debemos tener en cuenta también el tema de la alimentación. Montar un procesador muy potente en una placa base con un VRM incapaz de mantenerlo puede acabar dándonos problemas de estabilidad y de rendimiento, y llegar a dañar el procesador en casos extremos.

2.-Mantener el máximo overclock posible a toda costa

Sabemos que el overclock es una excelente manera de exprimir al máximo el rendimiento del procesador, y puede que nos sintamos tentados a utilizar siempre los máximos valores posibles, pero debemos tener en cuenta que la estabilidad es un factor que siempre debemos priorizar.

Hoy en día las posibilidades de que un PC se estropee debido a un valor de overclock inestable son mucho menores gracias a los avances que se han introducido en materia de seguridad y de protección contra fallos de alimentación. Apagar a la fuerza el PC o sufrir un reinicio espontáneo no tiene porque producir ningún daño, pero la experiencia de uso puede ser un auténtico desastre.

¿Vale la pena mantener un overclock inestable para ganar unos pocos FPS a cambio de quedar expuestos a bloqueos y reinicios constantes? Es una pregunta que se responde sola.

Lo ideal, si piensas subir las frecuencias de tu procesador, es que subas la velocidad hasta el nivel medio que es fácil de alcanzar con el modelo que estés utilizando, y que a partir de ahí vayas realizando pequeños incrementos en franjas de 25 MHz y realizando pruebas de estabilidad. Cuando llegues a un punto en el que el sistema muestre un leve síntoma de estabilidad vuelve al nivel inmediatamente anterior y listo, habrás llegado al punto óptimo.

Ten en cuenta que hay algunas aplicaciones y juegos que pueden dar problemas con componentes overclockeados, incluso aunque tu sistema funcione normalmente de forma estable. Por ejemplo, The Division me dio algunos problemas al overclockear mi Ryzen 7 1800X y Destiny 2 muestra errores «Broccoli» cada pocos minutos al hacer overclock en mi GTX 980 Ti. Solo me ocurre con esos juegos, así que el problema no era mio.

En esos casos la única opción es reducir o eliminar el overclock para poder ejecutarlos de forma óptima. En el caso de The Division entraba en Ryzen Master y aplicaba el perfil estándar, y en Destiny 2 basta con utilizar el modo de depuración en GPUs NVIDIA.

3.-Descuidar la temperatura y el voltaje del procesador

Voltaje y temperatura van de la mano. Cuando utilizamos una CPU a sus velocidades de referencia lo normal es que no tengamos problemas de voltaje y tampoco de temperatura, aunque esto último puede cambiar si no realizamos una serie de mantenimientos mínimos, como veremos más adelante.

En este apartado queremos centrarnos en el problema que representa una temperatura y un voltaje elevado cuando se asocian a un overclock mal hecho. Sí, se puede overclockear mal un procesador y que el mismo funcione de forma estable durante un tiempo, pero el chip se irá degradando y puede acabar reduciendo su vida útil de forma drástica.

Un caso de overclock mal hecho que resulta estable pero que dañará la CPU es aquel que supera los valores de voltaje máximos y que mantiene el chip en temperaturas que llegan al límite fijado por el fabricante (normalmente más de 90 grados).

Cuando hacemos overclock a un procesador tenemos un margen al que podemos llegar sin tener que tocar los voltajes, pero a partir de ese límite es necesario empezar a subirlos. Es un proceso que debemos llevar a cabo con mucha cautela, siempre teniendo claro el límite fijado por el fabricante y poniéndolo en conjunto con las temperaturas de trabajo del procesador.

Tanto las frecuencias de trabajo como el voltaje tendrán un impacto considerable en la temperatura de trabajo del procesador. Si subimos ambos valores la temperatura puede desmadrarse cuando la CPU trabaja a plena carga y acabar produciendo daños a corto plazo.

Para evitarlo lo ideal es, como dijimos, hacer overclock poco a poco y con pruebas de estabilidad, monitorizando siempre las temperaturas de trabajo a plena carga durante periodos sostenidos de varios minutos y no superar el voltaje recomendado por el fabricante.

Por ejemplo, en mi Ryzen 7 1800X tengo un overclock de 4 GHz y un voltaje de 1,4V con temperaturas máximas de 75 grados cuando el chip se somete a un estrés del 100% durante varios minutos. Ese es un valor adecuado, ya que está en un nivel seguro y no supera el voltaje máximo recomendado por AMD, que es de 1,45V.

Tened en cuenta que cada procesador tiene unos valores óptimos a nivel de temperatura y de voltaje, así que en caso de duda consultad la ficha técnica de vuestra CPU en la web oficial de Intel o de AMD.

4.-No cambiar nunca la pasta térmica

Para mantener el procesador bien refrigerado es fundamental que la pasta térmica se encuentre en buen estado. La pasta térmica es un material de contacto que se aplica sobre el IHS (difusor de calor) del procesador, es decir, sobre la parte metálica en la que se coloca la base del radiador del sistema de disipación que vayamos a utilizar.

Por ejemplo, si vamos a utilizar un ventilador estándar la pasta térmica hará contacto con la base de cobre del radiador sobre el que éste viene montado. Dicho material acelera la trasferencia de calor al radiador, donde éste queda acumulado y se va disipando poco a poco gracias al trabajo de refrigeración activa que lleva a cabo el ventilador.

Bien, ¿qué pasa cuando utilizamos una pasta térmica que vieja que se ha degradado con el paso del tiempo? Pues que esta habrá perdido sus propiedades y la transferencia de calor entre el IHS y la base de contacto del disipador ya no será tan efectiva, lo que hará que parte del calor quede acumulado durante más tiempo en la CPU y que las temperaturas de trabajo sean cada vez más altas.

El cambio de pasta térmica es algo que es recomendable hacer cada uno o dos años, aunque en función de la calidad y de la vida útil de la pasta térmica que hayamos utilizado puede que aguante sin problema hasta cinco años.

Podemos utilizar un PC sin cambiarle la pasta térmica durante largos periodos de tiempo, ya que las consecuencias más graves que se producen cuando empieza su degradación no tienen lugar de forma inmediata. Lo normal es que notemos que la CPU tiene temperaturas cada vez más elevadas, y en casos más extremos podemos experimentar una perdida de rendimiento debido al «thermal throttling», que es una reducción de las velocidades de trabajo para bajar la temperatura del chip.

Una vez que hemos llegado a ese punto la siguiente fase son bloqueos y reinicios que pueden derivar en un daño irreversible del procesador.

5.-Utilizarlo con un disipador inadecuado

Comprar un procesador de alto rendimiento conlleva un requisito importante, debemos acompañarlo de un sistema de disipación apropiado, sobre todo si tenemos pensado hacer overclock.

La importancia del sistema de refrigeración está fuera de toda duda. Si este es incapaz de mantener bajo control las temperaturas de trabajo del  procesador se acabará produciendo una acumulación de calor de forma gradual que acabará haciendo que suframos el temido «thermal throttling», y que, como en el caso anterior, puede derivar en un daño permanente que inutilice nuestra CPU.

Los procesadores son muy sensibles al voltaje y al calor. Una vez que se produce la degradación en las puertas lógicas de los transistores debido a la confluencia de ambos factores podemos empezar a pensar en comprar un nuevo chip, así que no vale la pena arriesgarse por ahorrar un poco en el sistema de disipación.

De nuevo tened en cuenta que cada procesador necesita un sistema de refrigeración determinado para ofrecer un buen rendimiento sin que las temperaturas sean un problema. El overclock influye, y mucho, en este sentido, y también las particularidades de nuestro equipo (el flujo de aire y el espacio).

Antes de terminar este punto os recuerdo que además de utilizar un disipador adecuado en lo que a capacidad de enfriamiento se refiere también debéis aseguraros de que ofrece una compatibilidad total con el socket de vuestro procesador. Esto es muy importante, ya que aunque la mayoría de los fabricantes incluyen adaptadores para la mayoría de los socket actuales siempre hay excepciones y puede que el nuestro no esté incluido.

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