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Chernóbyl, 25 años del desastre nuclear con Fukushima amenazante

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Hoy se cumplen 25 años del accidente de Chernóbyl, el mayor desastre nuclear civil de la historia. Trágico aniversario cuando siguen los temores que la planta japonesa de Fukushima sea un ‘Chernóbyl a cámara lenta’.

Aunque tras el cuarto de siglo tras la tragedia en Ucrania coexisten hasta 110 versiones diferentes de lo que ocurrió y organizaciones no gubernamentales denuncian que tras la caída del telón de acero miles de expedientes sobre el accidente desaparecieron, la versión más extendida dice que, una sucesión de incidentes y errores en una prueba de seguridad en el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbyl, provocó una explosión que dejó al descubierto el núcleo emitiendo una gigantesca nube radiactiva hacia toda Europa con una cantidad de material cifrado en 200 bombas atómicas como la de Hiroshima.

Era el 26 de abril de 1986, por lo que hoy millones de personas en todo el mundo conmemoran el trágico vigesimoquinto aniversario de la tragedia, comenzando por los presidentes ucraniano, Viktor Yanukovich, y ruso, Dimitri Medvedev, que han recordado a las víctimas en la zona y a los héroes que colaboraron (muchos dieron su vida) por minimizar el desastre.

Nada hay que celebrar y mucho que lamentar ya que las consecuencias del mayor accidente nuclear son a día de hoy imposibles de evaluar ya que las cifras ofrecidas por diversas fuentes difieren radicalmente. Para el Comité científico de la ONU, UNSCEAR, los efectos de la radiación ‘sólo’ incidieron en la muerte de 31 operadores y bomberos y quizá la de 19 «liquidadores» fallecidos antes de 2006. Cifras realmente imposibles de creer teniendo en cuenta que la Unión Soviética envió en cuatro años a 600.000 «liquidadores», sin preparación ni protección suficiente para limpiar la zona de la central.

El balance total de la ONU según estimaciones de 2005, cifra en 4.000 la cantidad de personas muertas por las radiaciones. Frente a ellas, organizaciones como Greenpeace estima que hasta 400.000 personas podrían morir por los efectos de la contaminación radiactiva sin contar las alternaciones genéticas que sufrirán varias generaciones en Ucrania.

En todo caso un altísimo número de víctimas, unido al enorme coste económico y tecnológico para controlar el incontrolado reactor número cuatro de Chernóbyl que necesita imperiosamente un segundo sarcófago que nos proteja de sus mortíferas entrañas y para el cual todavía no hay financiación. Por no hablar de los cientos de miles de evacuados cuya vida se partió en dos y la zona de exclusión real que organizaciones no-gubernamentales cifran hasta en 150.000 kilómetros cuadrados (la extensión de Grecia) con la ciudad de Pripiat, la más cercana a la central, como muestra de una zona muerta que así seguirá eternamente ya que elementos radiactivos liberados en la explosión como el Xenon-133 estará activo durante 600 años o el Plutonio-239 actuará la friolera de 24.000 años.

Así estaban las cosas cuando el 11 de marzo sucedió un terremoto y tsunami en Japón que ha acabado con la vida de al menos 27.000 personas, provocado pérdidas económicas incalculables, la mayor crisis de Japón desde la II Guerra Mundial y la parada de varias centrales nucleares.

Centrales como la de Fukushima para la que hace apenas quince días la agencia atómica japonesa elevó al máximo el grado de la catástrofe, situándola en el nivel 7 del INES el alcanzado por la catástrofe nuclear de Chernóbil, además de extender el radio de la zona de exclusión, lo que confirma que las autoridades han minimizado el alcance de Fukushima desde el principio.

A pesar de las diferencias con Chernóbyl (principalmente la evacuación inmediata), que los reactores estuvieran parados durante el accidente o los mayores niveles de contención de los reactores de Fukushima, no son poco los que piensan que nos encontramos con otro ‘Chernóbyl a cámara lenta’.

La emisión de yodo radiactivo ha sido de decenas de miles de terabequerelios, de momento un diez por ciento de las de Chernóbil pero la misma empresa propietaria Tepco, afirma que la cantidad de radiación liberada en el futuro podría exceder la emitida tras el accidente de Chernobil, si no logran frenar las emisiones ya registradas de yodo, cesio, plutonio y estroncio.

Las informaciones que siguen llegando de Japón son intranquilizadoras y las consecuencias del accidente como el producido en Ucrania son impredecibles aunque peligrosamente comunes. Si ya de por sí era triste el 25 aniversario de Chernóbyl, Fukushima pone un nuevo punto de incertidumbre al tiempo que alimenta un gran debate a nivel mundial sobre el uso de la energía nuclear.

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