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Análisis

Mountain Graphite 20, análisis

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En muy poco tiempo la firma española Mountain se ha posicionado como uno de los ensambladores de hardware de alta calidad más relevantes de nuestro mercado. Este año han renovado toda su gama, ampliando considerablemente el catálogo y ofreciendo productos tan equilibrados como el nuevo Mountain Graphite 20, protagonista de nuestro análisis de hoy.

El Mountain Graphite 20 se presenta como un equipo de factura clásica, dimensiones compactas y una dotación de hardware sobresaliente, capaz de afrontar tareas exigentes sin la mayor dificultad. En cualquier caso, conviene advertir que estamos ante un producto que ni puede ni quiere competir en portabilidad con los cada vez más populares Ultrabook, proponiendo en su lugar una combinación de potencia y conectividad que puede resultar muy interesante para determinado perfil de usuarios.

La versión que hemos probado incorporaba un potente procesador Intel Core i5 4310M a 2,7 GHz, 4 Gbytes de memoria RAM y un disco duro híbrido de 500 Gbytes de capacidad (8 Gbytes en NAND). La pantalla es un panel LED IPS con acabado mate (muy apreciado en ámbito profesional) que ofrece una resolución nativa de 1.920 x 1.080 píxeles. De los gráficos se encarga la solvente NVIDIA GTX 860M, con 2Gbytes de memoria exclusiva y que se combina con la Intel HD4600 integrada en el micro cuando necesitamos mayor autonomía.

En lo relativo a conectividad y a pesar de su pequeño tamaño el Mountain Graphite 20 ofrece cuatro puertos USB (tres de los cuales son USB 3.0), salidas de vídeo HDMI y VGA, lector de tarjetas de memoria y una toma Ethernet RJ-45. El equipo soporta redes WiFi 802.11 b/g/n y Bluetooth 4.0, además de incluir una webcam con sensor de un megapíxeles en el marco de la pantalla.

 

Probamos el equipo con Windows 8.1 y las sensaciones fueron fantásticas. El ordenador mueve el sistema operativo y prácticamente cualquier aplicación (incluyendo algunos de los últimos videojuegos del mercado) con total soltura, se maneja en escenarios multitarea con fluidez y ofrece gran estabilidad. En lo relativo a autonomía se pueden alcanzar sin problemas las cinco horas de uso real, casi siete si mantenemos bajo control el brillo y no tiramos de la gráfica dedicada. Números aceptables teniendo en cuenta el hardware que monta.

La combinación de GPU dedicada y micro potente da como resultado una plataforma válida tanto para jugar al máximo (títulos como Battlefield 4, Bioshock Infinite o TitalFall se mueven en 1080p con detalle alto y más de 30 frames) como para trabajar con aplicaciones de edición de imagen o vídeo, algo impensable en la mayoría de soluciones con esta diagonal. Quizás un uso más exigente demande más RAM y un SSD pero, como veremos a continuación, es un problema que se puede solucionar con una pequeña inversión.

Ficha técnica

Como es habitual, el fabricante propone una configuración de base totalmente ampliable a precios realmente competitivos. En este caso concreto, pensamos que el salto hacia el modelo PRO (315 euros) es un gran idea si tenemos en cuenta que mejora el micro hasta un Core i7, incluye el doble de RAM, un SSD de 240 Gbytes, 250 Gbytes adicionales de disco duro y un espectacular panel de 3.200 x 1.800 píxeles de resolución.

Si no queremos estirar tanto nuestro presupuesto sí pensamos que resulta casi obligatorio ampliar la configuración de base con un SSD Crucial de 240 Gbytes, disponible por 37 euros más. Notaremos como mejora notablemente el rendimeinto del ordenador, especialmente en arranque y con aplicaciones que hagan uso intensivo de las unidades de almacenamiento.

Entre otros detalles interesantes merece la pena destacar el sistema de sonido firmado por Onkyo, que ofrecen volumen y una calidad de sonido notable, siempre teniendo en cuenta de las limitaciones físicas de un dispositivo de este tipo. El teclado resulta cómodo pero el trackpad nos parece demasiado pequeño como para aprovechar las posibilidades de la interfaz multitáctil. Por otro lado el sistema de refrigeración se hace notar en cuanto llevamos el equipo al límite, algo que esperábamos y que supone el precio a pagar por tener tanta potencia en tan poco espacio.

Conclusiones

Resulta complicado encontrar un equipo de estas dimesiones y con mejor configuración que este Mountain Graphite 20 en la franja de los mil euros. Si a esto le sumamos el mimo que aporta el fabricante a la hora de ensamblar y probar, los dos años de garantía in-situ y la posibilidad de personalizar la configuración a la medida de nuestras necesidades nos encontramos con un ordenador ideal para profesionales y usuarios avanzados que necesiten una máquina portátil pero que no estén dispuestos a renunciar a la potencia que podrían encontrar en un sobremesa o una workstation. Además, si lo acompañamos de una buena pantalla y un juego de ratón y teclado externos podemos tener lo mejor de los dos mundos.

Como punto mejorable y aunque se percibe gran evolución respecto a los modelos de hace unos meses, Mountain sigue un peldaño por debajo de algunos gigantes de la informática en lo relativo a la estética de sus equipos (no confundir con diseño o calidad de construcción). Detalles como un cargador de gran tamaño y algún remate en plástico que no nos termina de convencer afean a un conjunto que, en general, resulta brillante.

Desde nuestro punto de vista el mayor rival para este equipo es su hermano mayor, el Mountain Graphite 20 PRO que ofrece mucho más por poco menos. En cualquier caso, las opciones siempre son una buena noticia para el usuario final que tiene más donde elegir. En definitiva, un producto de calidad, bien terminado y que siempre debería ser una alternativa a la hora de comprar un portátil potente en este rango de precios.

Me encargo de traer innovación y nuevo negocio al grupo TPNET. Además colaboro en varios de nuestros sitios como MC y MCPRO.

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