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COP26: muchas buenas palabras, pocas acciones concretas

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COP26

COP26 es la nueva conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Aplazada por la pandemia del COVID, se está celebrando en la ciudad escocesa de Glasgow y espera reunir a representantes de 200 gobiernos. Y también a la gente de la calle que llegada de todas partes del mundo están protestando ante la falta de acciones concretas que superen una situación de emergencia global.

La conferencia es la vigésima sexta de su tipo y también incluirá la 15.° reunión de las partes del Protocolo de Kioto (CMP16) y la segunda reunión de las partes del Acuerdo de París (CMA3). Cuántas reuniones más harán falta es la pregunta del millón. Se celebra bajo el lema «Uniendo al mundo para hacer frente al cambio climático» y teniendo en cuenta que no participan dos de los mayores contaminadores mundiales, China y Rusia, y que otros como India están en la reunión, pero se han puesto objetivos para -mínimo- 2070, se puede entender que la reunión nace coja como las anteriores. 

En paralelo, también se está celebrando un grupo de sesiones que bajo el nombre de «diálogo: de la granja al plato«, reúne a representantes de comunidades agrícolas, ciudades, estados y regiones diversos, para facilitar conversaciones constructivas sobre la alimentación y el cambio climático. También se espera conseguir una declaración de alto nivel sobre la necesidad de políticas alimentarias integradas que ayuden a hacer frente a la emergencia climática.

Definitivamente, tenemos muy pocas esperanzas de que los mismos tipos que nos han llevado hasta aquí sean los que nos saquen del precipicio. Como para poner al zorro (hambriento y presionado por intereses multimillonarios) a cuidar a las ovejas. Se puede entender que no se puede suprimir de un plumazo nuestro sistema económico y de vida, pero teniendo en cuenta los avisos de «al borde del abismo» o el «código rojo» que citan todos los informes científicos, sería deseable ponernos de acuerdo en acciones concretas para atender la mayor emergencia global humana, proteger la misma existencia de nuestra especie y el planeta que nos acoge. Dejaremos abierto un hilo de esperanza por si nos sorprenden.

COP26

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El gran objetivo de esta conferencia es avanzar hacia una economía neutra en emisiones de carbono y acelerar la acción climática para el cumplimiento del Acuerdo de París. Seguramente la conferencia de su tipo más importante y ambiciosa de las celebradas hasta ahora, pero que ha quedado en muy poco por el incumplimiento de objetivos, incluso los pactados.

Los principales mensajes para este COP26 los firmaríamos cualquier persona preocupado por estos asuntos:

  • Se debe aprobar un paquete de medidas equilibrado y negociado que cumpla con el Acuerdo de París y permita avanzar hacia los objetivos climáticos de la ONU.
  • Para asegurar el éxito, es necesario que todos los países se comprometan a alcanzar las emisiones netas nulas lo antes posible, realizando recortes significativos ya para 2030 y estableciendo marcos regulatorios orientados a crear entornos que fomenten las inversiones en soluciones climáticas en todos los sectores.
  • Hay que ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático, especialmente a las más vulnerables, para garantizar una transición justa.
  • Es fundamental sustituir las fuentes de energía contaminantes por sistemas energéticos limpios, aprovechando la oportunidad que ofrece la rápida caída de los costes de las renovables y el almacenamiento energético.
  • Hay que acelerar la transición hacia el transporte sin emisiones de carbono, eliminando gradualmente los motores de gasolina y diésel.
  • Para que todo esto sea posible, es imprescindible la transformación verde del sistema financiero, de manera que todos los países puedan impulsar inversiones limpias y resilientes. Para ello será esencial llevar adelante el trabajo sobre financiamiento climático.
  • La descarbonización de la economía mundial requiere de innovación y del compromiso de todos: ciudadanos, inversores, empresas, países, regiones y ciudades.

El problema es que los pocos acuerdos que se firman no son globales, o son para dentro de décadas o directamente no se cumplen. Y también conseguir otro aspecto imprescindible contra el cambio climático: que los países ricos ayuden a financiar la acción climática de los países en desarrollo.

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Acuerdo por el metano

De lo poco destacable hasta ahora podemos destacar un acuerdo para reducir en esta década un 30% de las emisiones de metano. Es otro gas de efecto invernadero como el dióxido de carbono al que se hace responsable del 30% del calentamiento global desde la Revolución Industrial. El metano es hasta 80 veces más destructivo que el CO2 y es totalmente responsable de 0,5 grados del calentamiento de 1,1 ºC que tenemos hoy, según citan.

«Es uno de los gases que podemos cortar más rápido. Y haciéndolo se ralentizará inmediatamente el cambio climático«, explicó en la presentación de la iniciativa la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que junto a Estados Unidos ha liderado un compromiso que finalmente firmarán 100 países. Cumplir ese objetivo permitiría limitar el aumento de las temperaturas en 0,2 ºC para 2050 y evitar 200.000 muertes prematuras, cientos de miles de ingresos hospitalarios de emergencia por asma y la pérdida de 20 millones de toneladas de cosechas al año, según la propuesta.

El problema, de nuevo, es la falta de garantías en su cumplimiento y especialmente que no hayan suscrito el acuerdo Rusia, India y China. Aún así, los países firmantes acumulan el 70% de emisiones de metano, por lo que como decía el otro: «algo es algo».

Más, más concreto y más rápido

Esperamos mucho más. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU con referencias a 6.000 estudios científicos pone de relieve un consenso abrumador de que ya hemos alcanzado un punto de inflexión crítico y que eran necesarios «cambios rápidos y de gran alcance» que no hemos realizado. Prácticamente ningún país ha cumplido los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París.

Realmente hace falta poco estudio científico para confirmar que las actividades humanas y nuestro sistema económico y de vida, son directamente responsables de una buena parte del incremento de los niveles de dióxido de carbono y otros gases que generan el efecto invernadero y cuyo resultado comprobamos en un aumento de temperaturas de consecuencias desastrosas.

El impacto va mucho más allá de un aumento de temperatura corporal. Ya hemos perdido del 79 al 90% de los arrecifes de coral en todo el mundo, una buena parte del hielo marino ártico y descenso del Fitoplancton, base de la cadena alimenticia en los océanos. Las temperaturas del mar y la acidificación de los océanos han seguido aumentando sin control, al igual que los muertos y millones de desplazados por inundaciones. Por no hablar de las sequías en otras regiones o los incendios, cada vez más numerosos y problemáticos.

Nos estamos cargando el planeta desde hace décadas y poniendo en peligro la supervivencia futura de sus seres vivos, en el caso de los humanos afectando directamente a su salud, a su sistema económico y a las condiciones de vida con especial incidencia en los que menos tienen. COP26 es una nueva oportunidad y cada vez nos quedan menos.

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