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Apple y la rentabilidad de sus políticas sostenibles

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Apple y la rentabilidad de sus políticas sostenibles

13 de octubre de 2020, 13.00 (hora del Pacífico en EEUU), alguien pulsa el botón Play y da comienzo una nueva presentación de Apple, la del iPhone 12 en todas sus variantes. Un evento esperado (sobre todo tras el retraso que provocó que no pudiera presentarse en septiembre). No decepcionó la nueva iteración del smartphone de Apple, que recuperaba parte el icónico diseño del iPhone 5, con un rediseño que se mantiene en la generación actual.

Sin embargo, la compañía realizó un anuncio que no pasó indiferente, y del que ya se habían filtrado unos apuntes días antes: Apple dejaría de incluir cargador y auriculares con cada nuevo iPhone. Una medida que, en principio, parecía apuntar exclusivamente a la nueva generación, pero que poco después descubrimos que, en realidad, se extendía a todos los smartphones de la compañía. La polémica, como recordarás o, si no es así, como podrás imaginar, no fue pequeña.

La razón esgrimida por Apple para este cambio, que posteriormente fue adoptado por otros fabricantes, era la sostenibilidad. Al eliminar esos componentes se generarían menos residuos, y además el empaquetado del teléfono sería más pequeño. Una medida con la que los de Cupertino mostraban su compromiso con el planeta y en la lucha contra el cierto y acuciante problema de la basura electrónica, un problema contra el que urge encontrar soluciones.

No obstante el problema, y ya lo planteamos aquí, era que sí, parecía una medida tomada «pensando en verde», pero no tanto en el verde de las copas de los árboles, como en el de los billetes de dólar, otro tono de verde que suele estar muy, muy presente en la toma de decisiones de las compañías. Ya lo contamos entonces, Apple se podía estar ahorrando, de media, unos 44 dólares por cada iPhone vendido, y si multiplicamos esa cantidad por las ventas del último año y medio, podemos ver que hablamos de mucho dinero.

Apple y la rentabilidad de sus políticas sostenibles

También planteamos, en aquel momento, que Apple tenía una vía muy, muy sencilla, para demostrar que esta medida se tomaba exclusivamente por sostenibilidad: reducir el precio de los nuevos iPhone, en consonancia con el ahorro que suponía para la compañía el dejar de entregar cargador y EarPods con cada teléfono. De esta manera, más que de ninguna otra, habrían podido demostrar qué tono de verde es el que motivó dicha decisión.

Ni que decir tiene que el precio del iPhone no vio reflejada esta medida, que además se tuvo que enfrentar a acciones por parte de determinados países, como Francia o Brasil, que se opusieron a la venta del iPhone sin cargador. Hace solo unos meses, Apple enfrentaba una nueva demanda al respecto, en este caso en China, donde además estaría priorizando sus opciones de carga inalámbrica frente a las cableadas, lo que supone un mayor coste para los usuarios.

¿Y qué pasó al final? Pues que ganó el verde dólar, como podemos leer en Gizchina, donde nos cuentan que Apple habría ingresado unos 6.500 millones de dólares extra con esta medida, cantidad a la que habría que sumar otros 293,4 millones de dólares que habrían gastado los usuarios en comprar los accesorios que, hasta la llegad del iPhone 12, se incluían con cada dispositivo. Si sumamos, son casi 6.800 millones de dólares.

Desde hace ya tiempo, en cada presentación de Apple se nos cuenta alguna medida adoptada en favor del medio ambiente, y muchas de ellas son estupendas, y pueden servir para crear conciencia. Sin embargo, adoptar una medida para mejorar la cuenta de resultados pone en tela de juicio, para muchos, la conciencia ecológica que nos vende la compañía. Apple debería haber renunciado a ese margen extra de beneficios para demostrar que pensaba en verde… en verde árbol, quiero decir. Ahora, con estos números, que las dudas y las críticas se arremolinen alrededor de los de Cupertino es lo más comprensible del mundo.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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