Análisis
Toyota RAV4 2019, confiado
«Sí, doc, me has enviado al futuro, pero he vuelto…. He vuelto desde el futuro.» Marty McFly (Regreso al futuro, 1985)
«No me hables del silencio, el silencio me aterra». Una vez terminada la pintada Julieta se sentó como siempre, manchada y agotada, frente a la pared que acababa de mancillar para reflexionar sobre el significado de lo que acababa de escribir sobre ella. Entonces cerrando los ojos respiró hondo unas cuantas veces y mantuvo la respiración. Para escuchar. Se zambulló en el callejón deslizándose sobre el sonido de algún animal rebuscando en la basura, en el viento que estaba agitando alguna puerta metálica, en el sonido del agua de algún desague vertiendo quién sabe qué sobre el pavimento. Intentó evitar la tentación de hacer caso al calor del sol que se proyectaba sobre su piel, el olor de la basura, la caricia del viento sobre su pelo corto y despeinado. Y poco a poco consiguió subir por las paredes y asomarse a las casas para escuchar.
Un gato perezoso maullando mientras se restregaba cerca de la ventana, alguien cocinando de forma torpe, cortando demasiado lento, salpicando demasiado, quejándose con maldiciones en un idioma que no logró reconocer. En la ventana de al lado un ventilador zumbando y girando que hace caer un bote o un recipiente que rueda por el suelo durante un segundo para detenerse. El sonido de la televisión donde alguien cuenta algo que a nadie le importa y que en cualquier caso no se logra distinguir. Luego un portazo y el comienzo de una pelea. Unos gemidos, unas palabras dichas con rabia, el sonido de alguien que es arrojado al suelo y un llanto. Julieta no puede evitarlo, se levanta y se da la vuelta para observar las ventanas. Todas iguales.
Tradicionalmente los SUV y todoterrenos se identificaban con grandes motores que inevitablemente suponían un problema de contaminación ya que mover sus grandes masas a base de quemar combustible de forma ineficiente va en contra de la tendencia de racionalización en la movilidad que estamos viviendo. Desde luego que los fabricantes se han puesto las pilas y gracias a los nuevos avances en diseño de motores se consigen desarrollar propulsores más eficientes capaces de mover estos grandes coches.
Ficha técnica
En la vanguardia de esta racionalización está Toyota con su apuesta por las motorizaciones híbridas con modelos como el Rav4 que hemos tenido la ocasión de probar. Curiosamente Toyota comenzó su propuesta híbrida con un coche de tamaño medio como el Prius, que llegó a ser símbolo de ciertas actitudes hacia el planeta en países como estados unidos, y con el tiempo ha ido extendiendo su filosofía a lo largo de su gama no solamente en SUVs como el RAV4 sino también en coches más pequeños como el Yaris (que tendremos ocasión de probar en un futuro próximo).
Toyota RAV4 2019, Evolución
El RAV4 que probamos es una evolución del modelo del que ya desarrollamos un artículo hace tres años por lo que el primer paso es el de identificar los posibles cambios exteriores que ha sufrido este todoterreno de la marca japonesa. Uno de los cambios más importantes es imperceptible a la vista y es la adopción de una nueva plataforma llamada TNGA GA-K que baja el centro de gravedad del coche lo que le confiere sobre el papel mayor estabilidad y un manejo en curva superior. Además se ha aumentado la distancia entre ejes para buscar más espacio interior.
Dentro de los cambios que sí se pueden ver hay una tendencia general a utilizar formas geométricas en línea con su hermano el C-HR alejándose un poco más de la estética de todoterreno. Una parrilla delantera más grande y agresiva, los espacios para las luces antiniebla más hundidos empujados por formas poligonales, grupos ópticos delanteros en los que se ha eliminado la curvatura para que luzcan más agresivos… pero a pesar de todo el frontal sigue teniendo el mismo aire que el RAV4 anterior pero como si se hubiera sometido a «un rayo poligonizador».
Este efecto también se nota en la parte de atrás donde al igual que en los faros delanteros la forma es más recta y se encuentran en posición más elevada y unidos por una moldura de color metálico. El spoiler trasero ahora además de estar sobre el cristal lo rodea en los laterales también. La luna es más inclinada y también parte desde más arriba y el protector de la parte inferior de la carrocería es más grande y le da un toque más todoterreno.
Geométrico
Si miramos al nuevo RAV de perfil se nota aún más esta transformación geométrica y mucho más agresiva sobre todo en la línea de la parte trasera que en la versión anterior era más vertical y ahora tiene una mayor inclinación y le da un aspecto mucho más dinámico. También el cristal de la parte trasera, a la derecha de la luna de la puerta trasera, ha cambiado de forma.
En el interior de este modelo Toyota también ha sufrido cambios y algunos muy positivos como la racionalización de algunos elementos como la pantalla del sistema de información y entretenimiento que ahora sobresale del salpicadero en la parte superior para que el conductor no tenga que apartar tanto la mirada de la carretera. Las líneas son más rectas y geométricas también aquí dentro, por ejemplo en el caso de las salidas de ventilación que en la versión anterior eran redondas.
El acceso a las plazas es algo menos cómodo que en la versión anterior porque el espacio para entrar es ligeramente más pequeño, pero sigue siendo muy cómodo. Los asientos son realmente cómodos y sujetan bien, aunque están diseñados más pensando en el confort que en las prestaciones deportivas. El del conductor dispone de regulación eléctrica según los acabados.
Toyota RAV4 2019: novedades interiores
En lo que respecta a los indicadores tras el volante también se han modernizado lo cual se traduce en una ventaja y un inconveniente (desde un punto de vista personal). La ventaja consiste en que la pantalla colocada entre los dos diales se ha ampliado y es de mayor calidad por lo que dispondremos de mayor y mejor información, Sin embargo perdemos el indicador de velocidad de la parte derecha ya que la velocidad instantánea se muestra de forma digital en la parte superior.
Nos ha gustao mucho el que Toyota haya optado por una palanca de cambios más «elegante» que oculta el recorrido de la misma con el clásico fuelle en imitación de piel. Más elegante aunque perdamos la posibilidad de comprobar de un vistazo la posición de la palanca, aunque podremos comprobarlo en el display frente a nosotros. Bueno el espacio para dejar el móvil delante de la palanca que dispone además de carga inalámbrica.
Los acabados sí que nos han parecido de la misma calidad que de la generación anterior, con plásticos blandos que imitan a tejido con sus costuras en lugares a la vista y en los que apoyamos habitualmente las manos o los brazos. En lo que respecta al volante se ha optado en esta ocasión por cambiar los mandos que en esta ocasión no sobresalen tanto como en el RAV anterior.
Buena habitabilidad
Las plazas traseras son amplias y permiten sentar hasta tres personas de cierta altura, aunque como en las plazas anteriores el acceso es ligermente más pequeño sigue siendo suficientemente amplio. Hay espacio de sobra para las piernas incluso para pasajeros de cierta estatura. La inclinación del respaldo de los asientos traseros se puede variar y abatir para aumentar el espacio del maletero.
El tamaño de éste es bastante mayor que en la generación anterior, en este caso 580 litros, y da la impresión que se han cuidado más los interiores con una superficie de plástico duro con pinta de resistente que nos permite cargar objetos sin temor a rayar o estropear la tapicería. El portón es muy amplio y la apertura del maletero es eléctrica como en muchos modelos de la competencia.
En carretera
En el apartado de las prestaciones Toyota ha revisado el motor del RAV para proporcionar un aumento de 25 caballos sobre la motorización híbrida anterior, aunque en aceleración sobre el papel apenas ganamos dos décimas de segundo en la aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora. El comportamiento en ciudad se asemeja mucho al de la generación anterior, con una suavidad muy grande al arrancar y un funcionamiento realmente silencioso. Además los consumos son contenidos, unos 7 litros a los cien.
El cambio más importante lo hemos notado en carretera y en autopista. Nos da la impresión de que se ha ajustado también el cambio automático para que el RAV tenga más brío y eso se nota en los adelantamientos y para acelerar con el coche en marcha. Sin embargo el cambio sigue teniendo el defecto de revolucionarse demasiado cuando se exige con el acelerador y eso se traduce además en mayor ruido y un menor confort en el habitáculo cuando pedimos prestaciones.
En lo que respecta al manejo Toyota también lo ha mejorado. Da la sensación de tener un mayor control en curva y la salida de las mismas es mucho más suave y sin titubeos del chásis. La dirección es algo más precisa lo cual junto a lo expuesto anteriormente y el aumento de potencia se traduce en un aumento sensible en la agilidad con la que se pueden afrontar los terrenos virados. Vamos, que es más divertido, y no sólo porque sea más potente sino porque en parte la filosofía del coche ha cambiado.
Conclusiones
El Toyota Rav4 ya era uno de los SUV más equilibrados y ecológicos del mercado, con espacio de sobra y un buen confort de marcha que se mantienen en esta nueva actualización que ha realizado la marca japonesa. Los cambios más profundos han venido de dos aspectos interesantes: el aspecto exterior modernizado y más geométrico y las prestaciones, no solamente por un motor más potente y de mejor respuesta sino por un tacto de conducción más dinámico que en el modelo anterior.
El único pero que podemos poner a este RAV4 es el tacto del cambio, que sigue yendo por libre cuando subimos de revoluciones y le falta aún recorrido para que pueda considerarse un cambio deportivo y de respuesta rápida. Es excelente en ciudad y bueno en autopista, pero si queremos diversión resta un poco de sensaciones. En cualquier otro aspecto este nuevo SUV de Toyota es un perfecto exponente de la evolución de sus modelos híbridos, cada vez más competitivos y una respuesta muy válida a la legítima preocupación por las emisiones.
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