¿Cómo será el final de la Estación Espacial Internacional?

La Estación Espacial Internacional es uno de los mayores hitos de la historia de la humanidad. Y sí, sé que normalmente esa frase se suele completar circunscribiéndolo a la ingeniería, a la ciencia, a la exploración espacial, etcétera, pero lo cierto es que, en verdad, trasciende de las mismas para convertirse en algo de lo que toda la humanidad debería sentirse orgullosa, y que debería servir de ejemplo de lo lejos que se puede llegar cuando se avanza en la dirección adecuada.

Con la puesta en órbita del módulo Zaryá en noviembre de 1998 se daba el primer paso en la construcción de un proyecto colaborativo nunca visto hasta el momento, y solo dos años después entraba en servicio por primera vez. Durante todos estos años se han ido produciendo produciendo muchos momentos destacables y, aunque con problemas, a día de hoy sigue en órbita, a una altura de 408 kilómetros sobre la superficie terrestre y desplazándose a una velocidad de 7,66 kilómetros por segundo (27.600 kilómetros por hora).

En los últimos meses hemos sabido de múltiples problemas, en general relacionados con objetos externos, desde los cambios de posición que se han tenido que llevar a cabo para evitar colisiones, hasta el accidente sufrido por la Soyuz MS-22, que ha puesto en serio peligro a parte de la tripulación al dejarlos sin «bote salvavidas». Sin embargo, no todos los problemas están relacionados con lo que hay en el exterior de la Estación Espacial Internacional, lo cierto es que este mes de noviembre se cumplirán 25 años desde la puesta en órbita del módulo Zaryá, y la instalación ya empieza a acusar la edad.

Todavía no hay una fecha definitiva de retirada de servicio, pero dado que ésta será una operación bastante compleja por razones obvias, las agencias espaciales ya están trabajando para definir el modo en el que la Estación Espacial Internacional vivirá sus últimas horas. Como es evidente, no se puede permitir que la instalación siga orbitando una vez que deje de estar en servicio, pues los riesgos que podría ocasionar un objeto con su tamaño orbitando sin control son, sencillamente, inasumibles.

Así, según podemos leer en Space, la NASA ya se plantea cómo desorbitar la Estación Espacial Internacional, con un plan que plantea 2030 como fecha hipotética. Para tal fin, el proyecto contempla la creación de un remolcador, con un coste de 180 millones (se estima que el coste completo de la operación será de alrededor de mil millones de dólares), que una vez acoplado a la Estación se encargaría de hacer decaer su órbita en una trayectoria previamente definida De este modo, la reentrada en la atmósfera ya se encargaría de destruir parte de la Estación Espacial Internacional, que de todos modos caerá en el océano, en algún lugar especialmente alejado de cualquier zona poblada.