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Xbox Scarlett superará el gran cuello de botella de la generación actual

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Xbox Scarlett Mini

En una reciente entrevista Phil Spencer, jefe de la división Xbox en Microsoft, ha comentado que el streaming de videojuegos todavía está muy lejos de convertirse en el estándar del sector, y ha aprovechado para ofrecer algunos detalles interesantes sobre Xbox Scarlett, la sucesora de Xbox One S-Xbox One X.

Con Xbox One X el gigante de Redmond llevó a cabo un movimiento muy curioso, amplió la memoria unificada, mejoró la unidad gráfica y subió las frecuencias de trabajo de la CPU Jaguar, pero ésta última era, en esencia, la misma que estaba presente en Xbox One S, lo que significa que hubo un importante aumento de potencia gráfica, de memoria unificada y de ancho de banda, pero el procesador actuaba como un enorme cuello de botella.

Por si alguien tiene dudas os recuerdo que la arquitectura Jaguar de AMD es el equivalente a la arquitectura Atom de Intel, lo que significa que el corazón de las consolas de nueva generación es un procesador de bajo consumo con un IPC muy pobre que trabaja, encima, a unas frecuencias muy reducidas. Sí, tiene ocho núcleos, pero son muy «débiles».

Esto explica por qué Xbox One X se centró en mover juegos en resoluciones 4K y 30 FPS, porque con ese procesador era prácticamente imposible lograr 60 FPS estables en juegos con resolución 1080p. Como sabrán nuestros lectores (ya lo hemos explicado en varias ocasiones) a menor resolución mayor dependencia de la CPU, y a la inversa. Al jugar en resoluciones elevadas la dependencia del procesador se reduce y la carga de trabajo recae principalmente sobre la tarjeta gráfica

Xbox Scarlett será un sistema equilibrado

En general podemos definir a Xbox One X como un sistema descompensado. Su procesador no estaba a la altura de su unidad gráfica ni de  sus 12 GB de memoria GDDR5 unificada, una realidad que no es exclusiva de esta consola, también aplica a PS4 Pro e incluso a PS4 y Xbox One.

Cuando movemos un juego una parte importante del trabajo se realiza en la GPU, pero la CPU también juega un papel fundamental, no solo en las operaciones de cálculo general, sino también en lo que respecta a las animaciones y la inteligencia artificial, por poner dos ejemplos sencillos. Si la CPU no da la talla lastrará el potencial real de la GPU, un problema que, como anticipamos, se «suaviza» subiendo la resolución de pantalla.

El 4K forzado en Xbox One X y PS4, aunque fuese con reescalado, fue la excusa perfecta para maquillar el dominio de los 30 FPS, motivado por una CPU de bajo rendimiento, un problema que no se repetirá con Xbox Scarlett.

Phil Spencer ha confirmado que con dicha consola se centrarán en ofrecer juegos en resolución 4K nativa y mantener 60 FPS, algo que ya os adelanté en su momento en este artículo. No, no soy adivino, fue una simple conclusión tras analizar con sensatez la estimación del hardware que iba a montar Xbox Scarlett, una APU Ryzen con CPU basada en Zen 2 de tercera generación y una GPU Radeon RX Navi de gama media.

Microsoft va a priorizar el rendimiento en su consola de nueva generación. Para ello hará que los 60 FPS se conviertan en un auténtico estándar, y también reducirán de forma significativa los tiempos de carga, algo que será posible gracias a una conjunción de tres elementos clave: el procesador Zen 2, el SSD y la memoria GDDR6.

Antes de terminar os recuerdo que Xbox Scarlett llegará al mercado a finales del próximo año, y que compartirá buena parte de sus especificaciones con PS5, una consola que también estará basada en una APU Ryzen de AMD con CPU Zen 2 y GPU Radeon RX Navi.

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