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Análisis

Alfa Romeo Giulia 200CV, vitalidad

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“Espere amo, puede ser peligroso, usted primero.” Igor (el Jovencito Frankenstein, 1974)

Las manos de Giovanni son fuertes y a pesar de su avanzada edad aún son capaces de una gran precisión que ahora desperdicia sujetando las cartas en el bar de un pueblo del centro de Italia. Mientras tanto las horas pasan lentas moviendo con pereza las manecillas del reloj de Martini colgado sobre los posters de Farina, Fagioli y Fangio que llevan amarilleando en la pared de detrás de la barra desde los años 50. Giovanni mira una buena mano de cartas con resignación, pero su mente no está en la jugada y mira sus manos con nostalgia, como quien mira la foto de un antiguo amor de juventud.

Y esas manos viajan en el tiempo bajo la mirada de Giovanni y ahora sujetan un destornillador incrustado en el corazón de un seis cilindros mientras con precisión de relojero ajusta la cadencia del árbol de levas. Cierra los ojos y nota la vibración del motor mientras mueve los dedos para girar sutilmente ese destornillador imaginario escuchando ese bramido inolvidable arropado por el olor a aceite y gasolina con el que ha convivido durante más de cuarenta años. Entonces un golpe en el hombro le saca de su ensoñación y abre los ojos. Sigue en el bar bajo la mirada divertida de sus compañeros de juego. Saben dónde ha viajado, no es la primera vez.

En 1976 Alfa Romeo, empujada por la crisis del petróleo y la demanda de coches más austeros y ahorradores, tuvo que añadir a su línea de producción de automóviles una versión diesel de la Giulia, un modelo que entonces contaba con 14 años de historia de éxitos y uno de los coches más populares de la marca de todos los tiempos. Pero para muchos fieles aficionados de la marca y aunque la historia de los motores diesel de la marca de Arese ha sido prolífica y exitosa, la verdadera personalidad de un coche Alfa se encuentra en las motorizaciones de gasolina.

Ficha técnica

En MuyComputer ya tuvimos la ocasión de probar otro Alfa Giulia, una berlina elegante y deportiva que equipaba un eficaz motor de gasóleo de 180 caballos y 2.2 litros, pero nos quedamos con las ganas de ver cómo respondía este modelo con una motorización de gasolina y hemos tenido la suerte de conseguirlo. Y por si fuera poco y para redondear la personalidad Alfa del modelo la unidad de prueba que pudimos tener en nuestras manos había sido pintada con un rojo inconfundible, equipaba unas llantas «en turbina» y pinzas de freno en color rojo.

Combinación llamativa

El resultado de esta combinación es que frente a la Giulia que probamos en aquella ocasión, esta tiene un aspecto mucho más deportivo y agresivo, menos tranquilo y quizás más acorde con la historia de Alfa, aunque la línea es idéntica menos los detalles ya apuntados de las llantas y las pinzas de freno. Por lo demás sigue siendo uno de esos coches que llaman la atención, y con este color y esos detalles mucho más.

En el interior tampoco hay cambios salvo que en esta ocasión la unidad equipa un cambio automático de ocho velocidades, idéntica al que nos encontramos en nuestra prueba del Stelvio y por lo tanto la palanca es distinta. Nos encontramos con el mismo volante deportivo que en esta ocasión al incorporar cambio automático lleva las levas de tipo deportivo además del botón de encendido incorporado en el mismo. La pantalla de 8,8 pulgadas de diseño peculiar y el resto de acabados que econtrábamos en el Giulia que probamos están a buen nivel aunque algunos detalles se pueden mejorar.

Los asientos también son los mismos que vimos en el modelo que probamos la vez anterior, con un diseño envolvente y deportivo con buen compromiso entre comodidad y sujección, preparados para que el conductor se desmelene en trayectos virados y que el acompañante no sufra las consecuencias. Detrás el espacio es más para dos que para tres personas pero en línea con otras berlinas deportivas de tracción trasera de tamaño similar por culpa del túnel de la transmisión. Como también apuntamos en la otra ocasión los 480 litros de capacidad del maletero están por encima de la media de lo que encontramos en la competencia.

Giulia por dentro

Pero además del aspecto algo retocado lo que nos interesa de este Alfa es cómo se porta ese motor de dos litros turbo que se esconde bajo el capó. Se trata de un propulsor en aluminio con inyección directa y turbo con Intercooler que rinde 200 caballos y unor respetables 330 Nm de par que sobre el papel es capaz de llevar al Giulia de 0 a 100 en 6,6 segundos y alcanzar los 230 kilómetros por hora. El ronroneo del motor al encenderlo es sin duda más inspirador que el diésel de la otra versión pero aún así bastante silencioso y agradable.

El primer contacto con este motor de gasolina sobre el asfalto urbano ha sido una experiencia agradable, la elasticidad del propulsor y la contribución del excelente cambio automático hacen que la conducción sea muy suave y que en caso de necesidad los caballos están a disposición de forma inmediata, incluso si no tenemos seleccionado el modo Dynamic en el selector del comportamiento del coche. Eso sí, el consumo en ciudad de este motor es bastante superior que el diesel superando los ocho litros a los cien en cuanto nos descuidemos en el arranque de algún semáforo.

Pero donde este Alfa encuentra su hábitat natural es en carretera. Se trata de un coche ligero (100 Kg menos que la versión de 280 caballos o 25 menos que el BMW serie 3 de potencia similar) y eso se nota en aceleración y recuperación incluso con respecto a coches con cifras de potencia más elevadas que la de este Giulia. La diferencia entre las distintas opciones de funcionamiento del coche al seleccionar en el selector DNA no se nota demasiado si no buscamos los límites del tacómetro. El chásis y las suspensiones, tal y como describíamos en la prueba de la otra motorización, proporcionan una adherencia y control en curva sobresalientes dignos de deportivos de pura raza.

La sensación no es tanto esa «patada» de potencia al alcancar la aguja del cuentarevoluciones la zona del turbo sino un empuje progresivo sin titubeos que sin embargo se corta quizás demasiado pronto por parte del cambio automático, incluso en modo Dynamic. Es posible exprimir un poco más de jugo utilizando el cambio manual pero no demasiado y en cualquier caso empuje de sobra para disfrutar de sensaciones deportivas. Con respecto el diesel mucho más suave y un despliegue de potencia mayor aunque el comportamiento en el asfalto es prácticamente idéntico a pesar de la diferencia de peso.

Conclusiones

A falta de probar las versiones de gasolina más potentes del Giulia este motor de 200 caballos nos ha parecido una motorización ideal tanto para la filosofía del coche como para disponer de un propulsor lo suficientemente racional como para conducir en el día a día y a la vez con personalidad de sobra como para poner a prueba la excelente predisposición de este coche para… ir deprisa. Un conjunto de elementos como la tracción, chásis, suspensión, reparto de peso, dirección, cambio que está tan conseguida que parece producto de la selección natural más que del trabajo de ingenieros.

En el apartado estético los elementos añadidos a este Alfa acompañan de forma natural su personalidad llamando especial atención las llantas de diseño muy original y que dejan al descubierto las pinzas en color rojo que marcan pinceladas de dinamismo realmente notables. El Giulia en esta versión sigue siendo un coche más divertido que práctico ya que la habitabilidad trasera y los consumos algo elevados le delatan, pero como berlina divertida en este rango de precio es difícil encontrarle rival (sobre todo con este motor).

Valoración Final
7.7 NOTA
NOS GUSTA
Pocas berlinas con un aspecto más deportivo
Comportamiento dinámico impecable
Motor progresivo y potente
Excelente tacto del cambio
A MEJORAR
Algo justo en habitabilidad trasera
Algún acabado mejorable
RESUMEN
En esta versión de gasolina de 200 caballos el Giulia es puro espíritu Alfa
Prestaciones8.5
Diseño9
Consumo7
Confort7
Sistema de infoentretenimiento7

 

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