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¿Agotado de las videoconferencias? No estás solo

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¿Agotado de las videoconferencias? No estás solo

Las videoconferencias, videollamadas, reuniones digitales, calls o como prefieras llamarlas no son algo nuevo, existen desde hace ya bastantes años, y empezaron a cobrar cierta popularidad con la llegada de las primeras cámaras web y, claro, también las conexiones a Internet con en ancho de banda y una latencia lo suficientemente baja como para que fuera posible realizar este tipo de encuentros digitales de una manera, como mínimo, razonablemente fluida.

No obstante, si hay un punto que marcó un antes y un después en la proliferación de las videoconferencias tanto en el entorno profesional como en el personal sin duda ese empezó a escribirse a principios de 2020 cuando, prácticamente de un día para otro, nos vimos confinados en nuestros hogares, sin la posibilidad de encontrarnos en persona con nuestros seres queridos (familia, amigos, etcétera) y muchas empresas tuvieron que desplegar, a la carrera, operativas de teletrabajo. De repente, y a la fuerza, prácticamente todos nos convertimos en usuarios habituales de este sistema de comunicación.

Desde ese momento, y de manera creciente a medida que ha ido pasado el tiempo, se ha ido volviendo más y más común encontrarse con personas que, tras mantener varias videoconferencias, se encuentran especialmente cansadas-fatigadas, mucho más de lo que cabría esperar con una actividad que, si bien sí que entraña trabajo mental, físicamente es una actividad de lo más relajada, ya que en la inmensa mayoría de las situaciones se lleva a cabo cómodamente sentado.

Así, la pregunta que surge es si, por alguna razón, este tipo de comunicación incide de algún modo en nuestras constantes vitales. Y, aunque puede parecer sorprendente, parece que sí ya que, según un estudio publicado en Nature, más concretamente en Scientific Report, la fatiga por videoconferencia es real y mesurable mediante electroencefalografía (EEG) y electrocardiografía (ECG). Este estudio ha sido llevado a cabo por investigadores austriacos y, eso sí, hablamos de una prueba a pequeña escala, pues se ha llevado a cabo con un total de 35 estudiantes universitarios.

¿Agotado de las videoconferencias? No estás solo

Según afirman los investigadores, hasta ahora todos los informes sobre este efecto de las videoconferencias se basaban, exclusivamente, en autovaloraciones llevadas a cabo por las personas que lo experimentaban, por lo que esta prueba supone un interesante primer paso para la obtención de datos no subjetivos, aunque éstos también fueron tomados en cuenta a la hora de extraer conclusiones sobre los resultados.

La metodología de la prueba fue sencilla: se llevó a cabo una videoconferencia a la que asistieron los 35 estudiantes mencionados anteriormente y, como grupo de control, otras personas presenciando en vivo el mismo contenido. Para ambos grupos, se midieron las constantes antes mencionadas y, además, también se les asignaron tareas de atención cognitiva y se les pidió autoinformes sobre sus estados de ánimo.

El resultado no podría ser más concluyente. En su autoevaluación, los asistentes en vivo se sentían más animados, felices y activos, y menos cansados y somnolientos que los participantes en la videoconferencia, y las mediciones refrendaron esas percepciones, con electroencefalogramas que apuntaban a una mayor actividad cerebral y electrocardiogramas que señalaban también una mayor «carga de trabajo» para quienes participaron de manera remota.

Los propios investigadores señalan en el informe que nos encontramos frente a un experimento a pequeña escala y que no contempla otros aspectos externos que pueden incidir tanto en las videoconferencias como en los encuentros en persona (como el estrés ocasionado por los desplazamientos que se pueden evitar con las videollamadas), y recomiendan más investigaciones en este sentido. No obstante, sí que parece una primera aproximación interesante, y que nos confirma que ese cansancio es más que una percepción subjetiva.

Si me dieran una cana por cada contenido que he escrito relacionado con la tecnología... pues sí, tendría las canas que tengo. Por lo demás, música, fotografía, café, un eReader a reventar y una isla desierta. ¿Te vienes?

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