Conecta con nosotros

Noticias

Wikileaks en un búnker nuclear

La presión sobre Wikileaks -el portal web independiente que publica informes anónimos y documentos filtrados con contenido sensible en materia religiosa, corporativa o gubernamental- provoca noticias como la que nos ocupa: una parte de los servidores que soportan el portal ha sido trasladado a un búnker subterráneo nuclear ‘a prueba de bombas’, donde el proveedor sueco de banda ancha Bahnhof tiene un centro de datos. Lo que hay que hacer para mantener la libertad de expresión en pleno siglo XXI

Publicado

el

La presión sobre Wikileaks -el portal web independiente que publica informes anónimos y documentos filtrados con contenido sensible en materia religiosa, corporativa o gubernamental- provoca noticias como la que nos ocupa: una parte de los servidores que soportan el portal ha sido trasladado a un búnker subterráneo nuclear ‘a prueba de bombas’, en las montañas “Pionen” White donde el proveedor sueco de banda ancha Bahnhof tiene un centro de datos. Lo que hay que hacer para mantener la libertad de expresión en pleno siglo XXI.

Wikileaks sigue en el ojo del huracán de los gobiernos y organizaciones que están haciendo todo lo posible para que la opinión pública no conozca los trapos –muy sucios- como los últimos descubiertos a través de los documentos publicados que revelan la matanza de civiles o el doble juego de Pakistán en la lucha contra los talibanes en Afganistán. Operaciones encubiertas, secretas y confidenciales recogidas a lo largo de 90.000 documentos publicados, que dejan muy malparados a los gobiernos implicados que ocultaron y directamente mintieron sobre dichas operaciones.

Considerado como ‘la garganta profunda’ de Internet, Wikileaks lleva desde finales de 2006 publicando en la Red de redes documentos confidenciales, y aunque se centra en países con regímenes totalitarios también acoge filtraciones que desvelen comportamientos no éticos por parte de gobiernos y empresas occidentales.

Un altavoz muy incómodo al que están intentando silenciar con un juego tan sucio como inculpar –falsamente- al fundador del portal de diversos delitos sexuales o de hacerle responsable ante la sociedad de la muerte de soldados en zonas en conflicto como Afganistán.

Así las cosas, el Pentágono censuró Wikileaks a sus militares y ha iniciado una campaña a través del gobierno sueco (donde está alojado los servidores de la web) para frenar la filtración de nuevos documentos confidenciales.

Un extremo descartado por los responsables de Wikileaks que incluso cuentan con el ofrecimiento y apoyo del Partido Pirata sueco para alojar el portal en sus servidores protegidos en el Parlamento del país. No parece será necesario –por el momento- aunque Wikileaks toma precauciones y ha trasladado una parte de sus servidores nada menos que a un búnker nuclear subterráneo del proveedor sueco de banda ancha Bahnhof.

Malos tiempos para la libertad de expresión si un portal web como Wikileaks tiene que acabar en un agujero a ‘prueba de bombas’ aunque su futuro parece asegurado -si sus responsables quieren- tras el apoyo de los internautas y la publicidad del caso que sólo está consiguiendo que más gente conozca el portal y los documentos que ofrece.

Lo más leído