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Todo lo que debes saber para no equivocarte en la compra de una SSD

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La compra de una SSD para reemplazar/complementar discos duros (o instalar versiones más modernas y avanzadas) es una de las adquisiciones más rentables que en actualización/mantenimiento de PCs puede realizar un usuario que quiera mejorar o alargar la vida útil de su equipo.

Los beneficios son directos e inmediatos en términos de rendimiento, en el tiempo que tarda el sistema operativo en arrancar, en inicio de las aplicaciones, en transferencia de archivos en la propia unidad o hacia otras internas o externas y en la recuperación del equipo desde modos de suspensión. Sus ventajas son también apreciables en términos de consumo, emisión calorífica o del nulo ruido emitido. La mejora de su robustez y resistencia a fallos en las últimas generaciones supera hoy a la de los discos duros, mientras que los nuevos formatos más pequeños ha permitido a los fabricantes incluirlas en equipos ultradelgados.

Aunque en coste por GB los discos duros siguen brillando, las SSD han registrado una rápida y constante bajada de precios lo que ha añadido atractivos adicionales y finalmente convertirlas en el gran estándar para almacenamiento interno de consumo. Si la compra de una SSD es obligada ante cualquier actualización de un PC, su uso en el canal OEM es absoluto y no verás hoy un equipo nuevo que se lance sin ellas como vimos en el CES.

Hoy actualizamos otra de nuestras grandes guías de compra de una SSD revisando lo que ha llegado al mercado desde el pasado verano, una selección de la oferta actual y un repaso a todo lo que un usuario debería conocer sobre su funcionamiento interno, formatos, interfaces y posibilidades de uso.

¿Qué es, cómo funciona una SSD?

Las SSD (siempre en femenino si queremos hablar correctamente porque es el acrónimo de “unidades de estado sólido”) es un formato de almacenamiento con el mismo propósito que un disco duro: almacenar datos y archivos de manera persistente. De esta manera los datos en una SSD se mantienen aunque apeguemos el equipo. Al guardar datos en memorias no volátiles, no requieren ningún tipo de alimentación energética constante ni pilas para no perder los datos almacenados, incluso en apagones repentinos del PC.

El diseño de una SSD típica es mucho más sencillo que el de un disco duro. Consta de una placa electrónica (PCB) donde se sitúan un número indeterminado de chips de memorias tipo NAND flash, la base de estas unidades y donde se almacenan los datos. También necesitan un chip adicional que actúa como controlador y una interfaz que utilizamos para su conexión.

Frente a un disco duro que tiene placas magnéticas, platos giratorios y una aguja que para leer y escribir datos necesita que antes las placas giren a la ubicación correcta, la estructura de una SSD cambia por completo y de ahí parte sus grandes ventajas. No tiene partes mecánicas ni móviles y usa un sistema de celdas eléctricas para enviar y recibir datos. Estas cuadrículas están separadas en secciones llamadas «páginas» y estas páginas son donde se almacenan los datos. Las páginas se agrupan para formar «bloques».

Si quieres profundizar en la técnica de SSD y su posición entre el resto de memorias de la arquitectura de una computadora (RAM y caché), te recomendamos este especial con el funcionamiento de SSD donde lo explicamos a fondo. Sí debes saber que uno de los inconvenientes teóricos de estas unidades frente a los discos duros es que la memoria flash solo puede mantener un número finito de escrituras antes de finalizar su vida útil. En la práctica, su tiempo de uso sin errores es similar.

¿Que formato de SSD puedo comprar?

El formato más popular y versátil es el que utiliza los mismos estándares que los discos duros más pequeños, el de 2,5 pulgadas. Extendido masivamente, lo encontrarás en cualquier ordenador de sobremesa y en la mayoría de portátiles. Si lo vas a montar en un ordenador portátil tienes que asegurarte que su altura sea soportada, porque existen unidades de 9,5 mm y 7 mm de grosor. En una torre de PC te sirven todos los modelos existentes y se pueden montar en bahías de 2,5″ y también en las de 3,5″ con un adaptador.

El segundo formato a valorar en la compra de una SSD es el denominado M.2. Mucho más moderno y pequeño en tamaño que los anteriores de 2,5-3,5 pulgadas se comercializa en varias variantes aunque la más extendida es la 2280 que mide 80 x 22 y 3,5 mm. Otra variante es mSATA, aún más pequeña que la anterior (50,8 mm x 29,85 mm x 4,5 mm), pero menos extendida.

compra de una SSD

M.2 es el formato que se está imponiendo en la industria y el recomendado a utilizar en placas base que lo soporten. Sus desventajas frente a una SSD de 2,5″ es precisamente esa, su menor versatilidad porque hay millones de equipos más antiguos que no la soportan. El apartado de rendimiento es idéntico siempre que utilicen la misma interfaz SATA, aunque es muy superior al utilizar PCIe como luego veremos, algo que no pueden hacer las primeras.

Un tercer formato que podemos encontrar para equipos de sobremesa es el de tipo tarjeta pinchada directamente en un slot PCI de la placa base. En este formato se incluyen las unidades que montan sus chips directamente en la tarjeta o si ésta se utiliza como accesorios para poder montar las M.2 anteriores en placas que no tengan un conector especializado. Son muy rápidas al utilizar PCIe, pero suelen ser algo más caras y no son las más utilizadas, ya que la industria apuesta por las M.2, soportadas en el 100% de las placas base nuevas para PCs de sobremesas y en la mayoría de portátiles que están llegando al mercado.

SATA vs. PCIe

No debemos confundir el apartado anterior del formato con la interfaz, que trata del bus de conexión utilizado por una SSD. El más extendido y soportado es el conocido como SATA (Serial Advanced Technology Attachment), que lleva con nosotros desde 2003. La segunda interfaz usada en SSD es PCIe. Más moderna, ofrece mucho mayor rendimiento y todo indica que a medio plazo será el bus único para el futuro del PC. La unidades que emplean el formato de 2,5 pulgadas solo pueden conectarse a un bus SATA, mientras que las M.2 optan mayoritariamente por PCIe. También existen M.2 a puertos SATA, pero su adopción es mínima.

No todas las SSD ofrecen el mismo rendimiento incluso bajo el mismo bus de conexión, derivado de las memorias utilizadas y especialmente de su controlador. El usuario que compre hoy un SSD, no debería conformarse con menos de una unidad que no alcance los 500 Mbytes por segundo sobre SATA en velocidades de transferencia de datos tanto en lectura como en escritura. Hay SSDs muy baratas que rebajan este dato especialmente en escritura. Evítalas, no merecen la pena.

Las M.2 que utilizan PCIe son las unidades más rápidas que vas a encontrar en almacenamiento sólido de consumo. Utilizan la interfaz nativa PCI-e para disparar su rendimiento hasta un máximo teórico que llega a multiplicar por cinco el de las unidades de estado sólido conectadas a SATA y por quince el de los discos duros. Aunque en sus inicios su precio era prohibitivo para el gran consumo, las distancias frente a SATA se han reducido enormemente como verás al final en la oferta de compra de una SSD.

También conviene conocer que las nuevas generaciones de SSD M.2 PCIe soportan el estándar NVM Express, diseñada desde cero aprovechando la baja latencia y el paralelismo de los SSD PCI Express, ofrecen un rendimiento espectacular y convierten la unidad en arrancable, permitiendo prescindir completamente de otras unidades de almacenamiento. Si vas a comprar este tipo de SSDs para reemplazar por completo disco duros, asegúrate que tu placa soporta o puede ser actualizada para soportar el protocolo NVM y convertir la unidad en arrancable.

¿Cuánto dura una SSD?

Es una pregunta que se hacen los potenciales compradores y tiene una respuesta rápida: lo mismo que los discos duros. A pesar de sus componentes mecánicos, los discos duros han sobresalido por su resistencia y de ahí su uso masivo en centros de datos 24/7 donde prima la fiabilidad por encima de todo. Además, esos entornos requieren pruebas y certificaciones que pueden durar meses y años, y por ello la adopción de SSD en el segmento empresarial es bastante inferior al de consumo. Eso, sí, solo es cuestión de tiempo y terminarán imponiéndose también.

Además, las SSD son más propensos a fallos de energía eléctrica mientras que la unidad esté en funcionamiento, provocando corrupción de datos o incluso el fallo total de los dispositivos. Ello no quiere decir que una SSD dure menos que un disco duro porque las nuevas generaciones han mejorado muchísimo en fiabilidad y las pruebas de resistencia masiva han mostrado que soportan escrituras por encima de los 2 petabytes. Una cantidad de datos enorme que un usuario en condiciones reales (normales de uso) tardaría decenas de años en completar.

Además, todas las SSD modernas incluyen células de memoria adicionales libres para cuando las otras fallen (algo inherente es este tipo de memorias que tienen un número limitado de operaciones de escritura.) no perder capacidad ni sufrir errores, reasignando los sectores dañados.

Sí conviene señalar que en las últimas generaciones de SSD, los fabricantes están apostando por las memorias flash NAND TLC, de triple nivel por celda, y las QLC o cuádruple núcleo por celda serán las siguientes. Esta tecnología aumenta la densidad de almacenamiento y rebaja costes, pero reduce la resistencia de formatos anteriores como MLC y especialmente SLC, Single-Layer Cell, que solo almacena un bit por celda y que prácticamente ha desaparecido del mercado de consumo.

Para compensarlo, los mejores fabricantes han aumentado la garantía hasta 5 años en unidades de consumo, mientras que hay modelos profesionales con hasta 10 años de garantía. La vida media oficial de una SSD se estima entre 5 y 7 años.

Casos de uso

Las unidades de estado sólido ofrecen ventajas en cualquier tipo de equipo como hemos visto y pueden usarse tanto en portátiles como en sobremesas, sea reemplazando los discos duros o junto a ellos para mantener una mayor capacidad de almacenamiento de manera económica.

compra de una SSD

Uno de los casos de uso más habituales es su instalación en un portátil para reemplazar discos duros, pero también podemos combinarlos si el equipo ofrece compatibilidad para ello.

Lo mismo podemos decir para un sobremesa típico. En este tipo de equipos es más probable que tengamos tanto conectores PCIe como SATA y podemos jugar con ellos. A tener en cuenta que la SSD siempre tiene que ser la primera unidad de arranque para aprovechar sus ventajas de rendimiento. Instalaríamos en la SSD el sistema operativo y principales aplicaciones, dejando los discos duros como segunda unidad para almacenamiento masivo.

Las combinaciones son variadas y dependerá de las necesidades y presupuesto de cada usuario. Si es limitado se puede adquirir una SSD económica y de pequeña capacidad manteniendo los discos duros. Si el presupuesto es amplio, apostaríamos por las unidades PCIe de alta capacidad y diríamos adiós a los discos duros. Recuerda que los discos duros que retiremos podemos y debemos aprovecharlos. Por ejemplo como unidad de almacenamiento externa; para montaje en un NAS o conectado al router para distribución de contenido en la red local.

Compra de una SSD

Cualquiera de los grandes fabricantes (Samsung, Kingston, OCZ-Toshiba, SanDisk-WD, Crucial, Seagate…) nos van a ofrecer modelos interesantes, variados en formatos, rendimiento y capacidad. Hasta el año pasado, la bajada de precio había continuado hasta alcanzar un coste alrededor de 10 céntimos/GB. Si estás pensando en la compra, no tardes, porque todo apunta que el precio se va a disparar en 2020. De hecho, la subida de las memorias NAND flash ya están repercutiendo en el precio de venta final en el canal minorista.

En el último semestre hemos tenido novedades de todos ellos, especialmente en los formatos M.2 que se impondrán en el futuro. También interesantes los nuevos PCIe 4.0 que de momento solo soportan las placas base para los últimos Ryzen de AMD. Los separamos por los formatos SATA y PCIe que hemos visto en el artículo y añadimos las portables por si necesitas alguna. Y repetimos, no te vas a equivocar; hay mucha oferta de todos los fabricantes. Seleccionamos los más interesantes con precios actualizados.

SSD SATA

Kingston SSD KC600. Nueva serie que tuvimos oportunidad de analizar y es de lo más avanzado en SATA. Ofrece versiones de 256 GB, 512 GB y 1 Tbyte por 54, 90 y 167 euros.

Samsung EVO 860. Una serie que ofrece gran rendimiento y múltiples capacidades. La más interesante ahora mismo la de 500 GB por 81 euros. Tienes versiones de 1, 2 y 4 Tbytes por 145/297 y 590 euros respectivamente. La versión de 250 GB cuesta solo 57 euros.

– Kingston SUV500. Gran velocidad, cifrado y 5 años de garantía y un precio muy atractivo, con 480 GB de capacidad por 73 euros y 960 GB por 153 euros. Si necesitas más, la unidad de 2 TB cuesta 299 euros y está rebajada sobre el trimestre anterior.

– Crucial BX500. Ofrece versiones de 240 GB y 480 GB con precios sobresalientes: 37 y 58 euros. La unidad de 960 GB solo cuesta 109 euros. Si necesitas más, la unidad de 2 Tbytes tiene un recio de 216 euros.

– SanDisk SSD Plus. Otra de las grandes del sector, adquirida por WD, con una serie de consumo a muy buen precio, que ofrece versiones de 240 GB por solo 39 euros, 480 GB por 54 euros y la versión de 960 GB por 168 euros. La serie se ha ampliado con modelo de 2 TB por 260 euros.

– Toshiba TR200. Lo mismo podemos decir de la serie TR200, disponible en capacidades de 240, 480 Gbytes por 38 y 73 euros, respectivamente. La versión de 960 Gbytes cuesta 120 euros, también rebajada.

– WD Blue SSD. Muestra de la entrada de los grandes fabricantes en el sector de las SSDs son las nuevas unidades de Western Digital, con capacidades de 250 y 500 Gbytes por 55 euros (costana 92 euros el pasado enero) y 137 euros. La unidad superior con 1 Tbyte cuesta 181 euros.

– Seagate Barracuda. El otro gran fabricante de discos duros, vende esta serie con 250 GB por 58 euros; la de 500 GB por 106 euros y la de 1 TB por 144 euros. La versión de 2 TB cuesta 305 euros.

SSD PCIe – NVMe

– Samsung 970 EVO. De lo más vendido del segmento ofrece 3.200 Mbytes por segundo en modo lectura. Mantiene precios en la unidad de 250 GB por 79 euros, el modelo de 500 GB cuesta 116 euros y la versión de 1 Tbyte por 209 euros. La versión de 2 TB cuesta 496 euros.

Kingston KC2000. Otra de las más vendidas ofrece versiones de 250, 500 GB, 1 y 2 Tbytes con precios que comienzan en 71 euros.

– Samsung SSD 970 EVO Plus. Serie más rápida que la anterior. La versión con 500 GB ha bajado un 40% hasta 111 euros, mientras que la versión con 1 Tbyte cuesta 222 euros.

Corsair MP600 PCI3 4.0. La más rápida de esta selección con soporte para interfaz PCIe 4.0. La versión de 500 GB cuesta 156 euros y tienes opción de 1 y 2 TB.

– WD Black SN750. Otra de las grandes novedades de 2019 con versiones de 250 GB, 500 GB y 1 TB por 75, 94 y 189 euros, respectivamente. Como novedad, está a la venta una versión de 2 TB por 474 euros.

– WD Black NVMe SSD. De las mejores SSD PCIe que se pueden comprar. Con 256 Gbytes solo cuesta 76 euros y con 512 GB por 113 euros. Como novedad este trimestre, tienes la versión de 1 Tbyte por 244 euros.

– Kingston A2000. Otra de las series de M.2 recomendables (de menor rendimiento que las anteriores, pero más baratas) y que también analizamos. Tienes la versión de 250 GB por tan solo 50 euros. La de 500 GB cuesta 88 euros, mientras que la de 1 TB tiene un precio de 154 euros. Si tienes bastante con su rendimiento es una de las SSD PCIe más baratas.

Intel Optane H10. Otra que hemos analizado y es especial, porque combina la tecnología Optane con la capacidad de almacenamiento de una SSD. Tienes la versión de 512 Gbytes por 128 euros.

– Corsair MP500. Utiliza memorias de Toshiba y es muy rápida según nuestro análisis propio (3.000 / 2.400 MB/s). En formato M.2, ofrece versiones de 240, 480 y 960 Gbytes, con precios respectivos de 58, 93, 219 euros. La versión de 2 Tbytes cuesta 367 euros.

Adata XPG SX8200 Pro. Otra rapidísima (3500 MB/s) que con una capacidad de 1 TB tiene un precio de 178 euros. Las versiones con 256 y 512 GB cuestan 62 y 96 euros, respectivamente.

– Intel 660p. Baratísima unidad M.2 con 1 Tbyte por solo 133 euros, tras una caída de precio monumental. Su rendimiento es medio, como las Kingston A1000.

SSD Portables

Las soluciones de almacenamiento externo basadas en unidades de estado sólido son otra opción de compra de una SSD y han ido ganando mercado los últimos años frente a las basadas en discos duros y al igual que ha sucedido con unidades internas. La bajada de coste de las memorias NAND flash ha permitido reducir el precio de venta final y estas SSD portables son hoy una alternativa viable y con ventajas enormes frente a las basadas en discos duros. Te dejamos una selección de la oferta actual.

Samsung T7 Touch. Es una de las mayor rendimiento del mercado con modo lectura de hasta 1.050 Mbytes por segundo. Está disponible en capacidades de 500 GB, 1 y 2 Tbytes, con precios respectivos de 180, 266 y 442 euros.

– Seagate BarraCuda Fast SSD. SSD externa para todo uso con un tamaño reducido, diseño atractivo y un buen rendimiento conectada a un puerto USB Tipo-C (540 – 500 Mbytes/seg). Se comercializa en capacidades de 500 GB, 1 y 2 TB. Puedes encontrarlo en minoristas como Amazon desde 128 euros. La mejor opción actualmente es la de 1 TB, rebajada hasta 189 euros.

– SanDisk Extreme Portable SSD. Bajo tamaño, robusta y de amplia movilidad, con versión de 250 GB por solo 79 euros. Hay opción de 500 GB y 1 Tbyte.

Crucial X8 Portable. Similar al anterior en tamaño, pero con más rendimiento. 130 euros por la versión de 500 GB, mientras que la de 1 Tbyte cuesta 180 euros.

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